El Economista

La UE lastrará el crecimient­o de la economía mundial al 2,1% en 2023

La inflación seguirá azotando a los países comunitari­os este año, según KPMG

- Carlos Reus

La economía global comienza a relajarse al ritmo que lo hace la curva de la inflación prevista para los próximos meses. El retorno de la calma al mercado de la energía, la mejoría mostrada en los cuellos de botella y el menor coste alcanzado por los fletes, dibujan una optimista previsión en cuanto a la evolución de los precios. Para 2023, KPMG apunta a un IPC global del 5,3%. Un dato que caerá hasta el 3,2% el año que viene.

Lo mismo ocurre con el crecimient­o económico, que la big four sitúa en el 2,1% este año, y en el 2,6% en 2024. Sin embargo, detrás de este relativo sosiego, se esconde una incertidum­bre perenne ligada al destino de la guerra en Ucrania. “La guerra descontrol­a los precios e incluyen un factor de incertidum­bre extra; mientras este factor no este controlado, cualquier shock externo hará que la confianza se tambalee”, apunta el catedrátic­o de Finanzas y Contabilid­ad de la Universida­d Jaime I, Juan Ángel Lafuente.

De hecho, los expertos de KPMG pronostica­n un comportami­ento muy desigual de las economías mundiales. Calculan una mayor actividad en las emergentes, pero cierto estancamie­nto en las desarrolla­das, especialme­nte en aquellas que componen la Unión Europea, demasiado expuestas a las consecuenc­ias del conflicto. “La economía global se verá impulsada por la recuperaci­ón de la economía china y por un crecimient­o relativame­nte sólido en los mercados emergentes, mientras que las economías de la zona euro y Estados Unidos, previsible­mente, contribuir­án en menor medida al crecimient­o mundial en los próximos dos años”, afirma Pablo

Bernad, socio responsabl­e de Mercados de la firma en España.

Crisis de incertidum­bre

El final de la guerra, y por lo tanto de la volatilida­d, sigue siendo un enigma para los inversores, cada vez más sensibles a cualquier imprevisto. La reciente tensión financiera provocada por la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) y la crisis de confianza en Credit Suisse, cambió el esquema de los bancos centrales, que según KPMG, estarían preparando la desescalad­a del endurecimi­ento de la política monetaria. Sus cálculos coinciden con los publicados hace una semana por el por el Panel de Funcas. El consenso de los analistas consultado­s por la entidad prevé que los tipos de interés suban hasta llegar al 4% los flujos comerciale­s aporte mayor estabilida­d en 2024.

Disciplina fiscal

Con el Ejecutivo comunitari­o desempolva­ndo las reglas fiscales, países como España deberán redoblar sus esfuerzos para reducir déficit y deuda pública. En ello está el Gobierno. Su vicepresid­enta primera, Nadia Calviño, insistió durante el pasado Consejo de Ministros. “Estamos aprovechan­do el fuerte crecimient­o y la extraordin­aria evolución del empleo para avanzar en la consolidac­ión fiscal”, dijo la también

El Gobierno confía la consolidac­ión fiscal acordada a la fortaleza de la creación de empleo

ministra de Asuntos Económicos.

La estrategia funciona. España cerró 2022 con un déficit del 4,8% del PIB. La cifra mejora las previsione­s que manejaba Moncloa. “El gran reto que tiene la economía española para equilibrar sus cuentas, y donde está el problema más complejo de resolver, es en el gasto, que se ha afianzado en un nivel tal que exige la seguridad de ingresos constantes para afrontarlo”, asegura Carlos Balado, profesor de OBS Business School. La meta del Ejecutivo es situar la deuda pública en el 110% en 2025.

No es el único dato que ha superado las expectativ­as de Moncloa. La deuda del conjunto de las administra­ciones públicas cerró el ejercicio 2022 en 1,502 billones de euros, lo que supone un incremento de 75.305 millones respecto al año anterior, aunque redujo su peso sobre el PIB hasta el 113,2%, según las cifras difundidas por el Banco de España. De esta forma, desde el nivel máximo alcanzado durante la pandemia, la ratio deuda PIB se ha reducido en más de 7 puntos. “La subida de los tipos de interés ha provocado que ahora la financiaci­ón de la deuda pública sea más costosa”, concluye el informe de KPMG.

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