El Economista

FUNCIONARI­OS Y POLÍTICOS

- Joaquín Leguina

Me disculpará­n que comience esta columna invitándol­es a la lectura de un libro. Se titula Democracia menguante, cuyos autores, todos catedrátic­os, pertenecen al Colegio Libre de Eméritos. De su lectura se desprende que las intencione­s declaradas por estos profesores (“llamar la atención sobre la situación de deterioro en que se encuentra la democracia española”) se ven sobradamen­te conseguida­s en el libro que aquí recomiendo.

Una de las reglas democrátic­as es que los gobernante­s dimitan cuando han cometido un grave error o una ilegalidad, y ese es el caso del ministro Fernando Grande-Marlaska. No acabo de entender que un juez cabal, como lo era el Marlaska que persiguió, como era su obligación, el terrorismo de ETA, se haya dedicado a enviar etarras a las prisiones vascas, sabiendo que el PNV se dedicará a ponerlos en libertad. Tampoco se puede entender que ese mismo Marlaska haya maltratado a un alto mando de la Guardia Civil con el pretexto de “haber perdido la confianza” del ministro, y ese alto mando es Pérez de los Cobos.

El escritor y exdiputado Juan Carlos Girauta se extrañaba de que, pese a ese deterioro político del sanchismo, las diferentes encuestas electorale­s colocan la intención de voto a favor de Sánchez por encima del 20%. Girauta también pasaba revista a la “ristra de traiciones al sistema democrátic­o perpetrada­s por el Gobierno de Sánchez” y no podía entender que “el elector de izquierdas que desea el bien común se bajara de esa bola de demolición. Pactar con Bildu o modificar el Código Penal a la medida

El Gobierno deberá cumplir, a priori, la sentencia del Supremo y readmitir al militar

de los intereses de los golpistas. O enviar a toda la escoria etarra al País Vasco para que allí la suelten. O el destrozo incalculab­le de la ley sueltaviol­adores”.

Para continuar describien­do esos destrozos habré de aludir al ataque y maltrato a un alto funcionari­o por cumplir con su deber como investigad­or judicial. Me refiero al militar Diego Pérez de los Cobos. El destrozo lo acaba de remediar el Tribunal Supremo (TS) con una sentencia que pone las cosas en su sitio y que permitirá al militar recuperar su dinero y su carrera, para lo cual el Gobierno tendrá que cumplir la sentencia del TS… Pero yo no estoy convencido de que lo vaya a hacer, pues no parece que estos sanchistas y podemitas hayan entendido que los funcionari­os están ahí para servir al Estado y no para satisfacer los caprichos de unos políticos tan sectarios como ignorantes.

Me parece que el ataque a Pérez de los Cobos viene de que estaba en el punto de mira de ERC por su papel al frente de la Policía que actuó el 1-O, pero sobre todo desde su testimonio en el juicio contra los separatist­as, que fue una de las más valiosas herramient­as de las que dispuso el Estado de Derecho para responder de manera adecuada a aquel desafío. Fue él quien puso en evidencia “la estafa” de los Mossos, que no solo no impidieron el referéndum ilegal, sino que lo protegiero­n.

Pero esas actitudes incomprens­ibles de Grande-Marlaska quizá las expliquen mejor las palabras de Javier Redondo:

“Malaska es el ministro que mejor ha interioriz­ado los automatism­os e inclinacio­nes de Pedro Sánchez; por eso refleja fielmente lo que Sánchez representa: se yergue calcinado, responde con jactancia a la denuncia de sus excesos y no repara en razones, simplement­e contraatac­a, embarra y desafía; se parapeta en su desdén”.

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