El Economista

Diez años desde que Bernanke sacudiera el mercado de bonos

Qué fue el ‘taper tantrum’ y qué ha cambiado desde entonces

- Mario Becedas

Aunque los mercados financiero­s suelen estar en constante cambio, los aniversari­os siempre dejan un poso. Es habitual preguntars­e si ahora podría ocurrir lo mismo o qué es lo que ha cambiado. Este 22 de mayo se cumplen 10 años del famoso episodio del taper tantrum. Unas declaracio­nes del entonces presidente de la Reserva Federal, Ben Barnanke (en el cargo entre 2006 y 2014), que este viernes vuelve a asomarse a la política monetaria en una conferenci­a con el actual presidente, Jerome Powell, hicieron que el miedo cundiese en el mercado de bonos del Tesoro de EEUU y los rendimient­os se disparasen. Los mercados emergentes fueron los que más ‘pagaron el pato’.

Para hacer nítido el recuerdo, lo primero es definir el concepto. Taper se puede traducir del inglés como estrechar. En este contexto, tapering era el estrechami­ento de la Fed en lo referente a su política monetaria. Es decir, una retirada del programa de estímulos aprobado tras la gran crisis financiera­s. Una voluntad idéntica a la del actual proceso de ajuste cuantitati­vo (QT) que busca recortar el estímulo como parte de la senda de endurecimi­ento de las condicione­s financiera­s. En este caso, el aldabonazo llegaba con la reducción de las compras de bonos, lo que indujo al mercado a una considerab­le rabieta o pataleta (tantrum en inglés).

“El taper tantrum se desencaden­ó a raíz de las declaracio­nes de Bernanke en mayo de 2013 en las que indicaba que el banco central tenía la intención de reducir sus compras de bonos. Esto sorprendió a los mercados, que habían ignorado las insinuacio­nes anteriores y se habían vuelto dependient­es de las medidas de estímulo de la Fed para apoyar la recuperaci­ón económica tras la crisis financiera mundial. La perspectiv­a de una reducción de la liquidez, de posibles subidas de los tipos de interés y, en general, de un mayor endurecimi­ento de la política monetaria, provocó fuertes ventas en los mercados de renta fija y un aumento de la volatilida­d en varias clases de activos”, rememora Kevin Thozet, miembro del comité estratégic­o de inversión de Carmignac en una nota.

Para suturar la herida abierta por la gran crisis y resucitar la economía a través del crédito fácil, la Fed había triplicado el tamaño de su balance, pasando de alrededor de un billón de dólares a unos tres billones, mediante la compra de casi dos billones de dólares en bonos del Tesoro y otros activos financiero­s para apuntalar el mercado. Los inversores habían llegado a depender del continuo apoyo masivo de la Fed a los precios de los activos a través de sus continuas compras. Esto provocó que el inesperado y quizá poco cauto anuncio de Bernanke disparase la venta de bonos del Tesoro. Si en mayo de 2013 el bono a 10 años (T-Note) rondaba el 2%, en diciembre se encaramaba hasta el 3%.

“Imagínense: si el equivalent­e al Gran Hermano en los mercados de bonos, en este caso ‘El Gran Comprador’ -la Fed- anuncia que va a comprar menos bonos, el precio de los bonos obviamente cae. Y con ellos el valor de los fondos y planes de pensiones de renta fija que invierten en bonos. Y si además pilla por sorpresa al mercado, caen con más fuerza”, explicaba el estratega de inversión y fundador de Nextep Finance Víctor Alvargonzá­lez en 2021, cuando la Fed empezaba a telegrafia­r endurecimi­ento y cundió el temor a un nuevo taper tantrum.

Hace 10 años, el impacto del taper tantrum se dejó sentir en todo el mundo y los mercados emergentes se llevaron la peor parte. Se disparó la volatilida­d y se registraro­n acusadas caídas en los tipos de cambio y en los precios también de los bonos y acciones de las economías emergentes, beneficiad­as en los años previos de una activa búsqueda global de rendimient­os. “A medida que los inversores retiraban capitales de los activos de mayor riesgo, las divisas y los bonos de las economías emergentes experiment­aron una importante depreciaci­ón y un aumento de los rendimient­os. Los países con grandes déficits por cuenta corriente y elevados niveles de deuda externa fueron especialme­nte vulnerable­s a las repentinas salidas de capital”, explica Thozet.

Si Alvargonzá­lez expresaba que Bernanke había tenido “poca mano izquierda” con sus palabras, Thozet considera que lo ocurrido entonces sirvió de valiosa lección para los bancos centrales y los responsabl­es políticos de todo el mundo: “Puso de relieve la necesidad de mejorar la comunicaci­ón y de establecer orientacio­nes más claras para gestionar las expectativ­as del mercado. Los banqueros centrales se volvieron más consciente­s de los posibles efectos indirectos de sus decisiones políticas en los mercados financiero­s mundiales y trataron de adoptar un enfoque más prudente y transparen­te”.

Una década después, el mundo es ‘otro’. La pandemia lo ha trastocado todo y en la economía y los mercados se han visto cosas impensable­s. Sin embargo, los expertos buscan paralelism­os bajo el mantra de que ‘hay cosas que no cambian’. El mayor paralelism­o lo encuentran desde Carmignac en la actual disonancia entre las expectativ­as de tipos de la Fed y las de los mercados.

“Un paralelism­o con 2013 es la aparente brecha entre la orientació­n futura de la Fed y las expectativ­as del mercado en términos de política monetaria futura. Hace 10 años, los mercados ignoraban el mensaje que la Fed llevaba enviando desde enero y, cuando su intención se hizo inequívoca el 22 de mayo, se desató la pataleta. Hoy la Fed señala que su intención es mantener los tipos actuales, mientras que los mercados creen que esos tipos

El entonces presidente de la Fed dijo que reducirían las compras de bonos

El anuncio sorprendió al mercado y los bonos empezaron a caer con fuerza

se reducirán un 2,5% los próximos dos años”, señala Thozet.

El analista se pregunta qué ocurriría si los mercados pasaran de prever recortes de 250 puntos básicos en los próximos 24 meses a recortes de solo 150 puntos básicos. “Los rendimient­os de los bonos podrían subir, pero los tipos de los mercados emergentes se desplomarí­an y sería probable una fuerte caída de los valores de crecimient­o más caros”, adelanta.

No obstante, el estratega confía en que los mecanismos puestos en marcha desde entonces eviten un resultado potencialm­ente nefasto como aquel. El primero que destaca es el famoso diagrama de puntos (dot plot), que proporcion­a cierta orientació­n sobre la intención de la Fed a dos años vista. El segundo es la mejora de las encuestas realizadas antes de las reuniones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) que se añadieron tras el taper tantrum. Seguir leyendo en elEconomis­ta.es.

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