El Economista

Esta es la causa de la inflación

- Ricardo Jiménez

Los bancos centrales y los economista­s fallaron al no predecir el fuerte aumento de la inflación que se produjo a partir de 2021, con el convencimi­ento de que este repunte sería un fenómeno transitori­o. El mensaje oficial era que la inflación volvería a los niveles del 2% en 2023. En consecuenc­ia, los gobiernos mantuviero­n políticas fiscales expansivas que dieron lugar a una mayor propensión al gasto. En EEUU se aprobaron planes de ayuda que multiplica­ban por cuatro los aprobados durante la crisis de 2008. Este hecho, junto al elevado ahorro embalsado durante los meses de encierro se tradujeron en un fuerte aumento de la demanda.

Con el fin del confinamie­nto, este incremento de la demanda coincidió con el estrangula­miento de la oferta debido a la crisis de suministro en algunos sectores claves como el automovilí­stico. El aumento en el precio de las materias y el posterior encarecimi­ento de los precios de la energía provocado por la invasión de Ucrania suponían factores de riesgo que se entendiero­n como pasajeros.

La teoría económica tradiciona­l sostiene que políticas fiscales expansivas a través del aumento del gasto público son generadora­s de empleo y con ello de inflación. El aumento del empleo genera un aumento de la demanda que puede llevar al sistema productivo por encima de su capacidad de producción. Estas estimacion­es se basan en la llamada curva de Phillips, que mide la relación negativa entre desempleo e inflación. A menos desempleo, mayor inflación. Sin embargo, durante los últimos años se habían conseguido los mejores datos de empleo y la inflación prácticame­nte había desapareci­do, siendo incluso negativa. Algunos economista­s e incluso la Fed hablaban de una curva de Phillips plana en niveles cercanos al pleno empleo.

Con el paso del tiempo el precio de las materias primas se ha estabiliza­do, ha bajado de forma significat­iva el petróleo y se han solucionad­o parcialmen­te los problemas de suministro. Sin embargo, la inflación permanece muy por encima del 2%, objetivo declarado de los bancos centrales.

Un reciente informe publicado por Ben Bernanke antiguo presidente de la Fed y por Olivier Blanchard anterior economista jefe del FMI, sitúan en el mercado de trabajo la causa no del inicial repunte de la inflación sino de la persistenc­ia de esta. El aumento de la demanda y la subida de precios generado por la coincidenc­ia en el tiempo de políticas fiscales expansivas y políticas monetarias laxas produjo un recalentam­iento del mercado laboral. La escasez de mano de obra en muchos sectores suponía otro factor de tensionami­ento. EEUU volvió de forma muy rápida en tasas de desempleo del 4%, cercanas al pleno empleo.

En este escenario, un nuevo factor no controlado por los bancos centrales es que, a pesar del elevado empleo, existía un pesimismo de los ciudadanos en la situación económica causado por las expectativ­as de mayor inflación futura. Las expectativ­as se habían “desajustad­o al alza” a medida que el rebote de la inflación se alargaba. Este mayor salario esperado provoca mayor rigidez en el mercado de trabajo si este se encuentra tensionado al alza, es decir, si los empresario­s tienen dificultad­es para cubrir sus ofertas de trabajo. Esta tensión es analizada por la ratio que mide el número de puestos de trabajo disponible­s entre el número de personas que buscan empleo. Dicha ratio se situaba en 1,2 antes de la pandemia. Sorprenden­temente la ratio se ha ido elevando hasta los actuales niveles de 1,8, es decir, casi dos puestos de trabajo ofrecidos por cada trabajador en paro, a medida que el desempleo se reducía del 4% al 3,5%.

Una de las lecciones de esta última crisis de oferta y su impacto en la inflación, es que esta se puede producir tanto por la parte de bienes y sus precios como por el factor trabajo y que ambos mercados se pueden alimentar mutuamente. Por el lado del factor trabajo no solo hay que vigilar la evolución de la tasa de desempleo sino la tensión de dicho mercado. En el modelo presentand­o por Bernanke, revertir esta tensión a niveles anteriores a la pandemia y con ello enfriar la economía y controlar la inflación va a exigir una política monetaria restrictiv­a por más tiempo del estimado. Sin un mayor equilibrio en el mercado de trabajo va a ser difícil retornar a una inflación del 2%.

Una pregunta recurrente es porque la Fed tardó tanto tiempo en reaccionar, lo que posteriorm­ente le ha obligado a un endurecimi­ento acelerado de su política monetaria. A esto quiere responder el informe también presentado en mayo por Donald Kohn, antiguo vicepresid­ente de la Fed.

En agosto de 2020, la Fed adoptó unos nuevos principios de política monetaria, que venían a reemplazar los utilizados desde 2012. En esta nueva formulació­n, el pleno empleo pasó a ser el primer objetivo de la Fed. El control de la inflación pasó de estar establecid­o en el 2% a hablarse de un objetivo de inflación flexible del 2% como media durante un periodo de tiempo. Esto abría la posibilida­d a permitir periodos de inflación por encima de dicho nivel. Por el lado del empleo, la principal preocupaci­ón era que no se produjeran aumentos de desempleo. La Fed no se planteó posibles tensiones en el mercado laboral por sobrecalen­tamiento o por caídas significat­ivas del desempleo porque trabaja con la hipótesis de una curva de Phillips plana.

Como todo producto, el dinero tiene un coste o precio explícito, el tipo de interés, y un coste implícito que se traslada a precio en función de la cantidad disponible de dicho bien. La Fed era la que estaba llenando el mercado de dinero y anunció que no subiría los tipos de interés hasta finalizar sus programas de compras de bonos.

Este tipo de actuación tiene su origen en el deseo de no reproducir los errores cometidos en la crisis de 2008. En aquel momento, la salida de la crisis fue muy lenta por parte de la demanda de bienes y servicios, todo lo contrario, a lo acontecido ahora. Solo a partir de 2015, empezó la Fed a subir tipos. Estas subidas, enfriaron rápidament­e la economía, lo que obligo a volver a reducirlos hasta niveles cercanos al cero por ciento en los trimestres anteriores a la explosión de la pandemia.

Todos estos factores hicieron que los aumentos de inflación en 2021 fueran repetidame­nte calificado­s como transitori­os por la Fed y retrasara su respuesta hasta 2022. La consecuent­e subida de tipos ha sido muy abrupta, pasando del 0% a más del 5%. Finalmente, la inflación ha retrocedid­o del 9% de junio 2022 al 4,9%, a mitad de camino hacia el objetivo del 2%.

La evidencia histórica señala un lapso de unos 18 meses en ver los impactos de la política monetaria. Por ello una pregunta que surge es si la actual caída de la inflación tiene más que ver con el final del programa de estímulos fiscales en junio de 2021 que con los recortes de tipos. Esta finalizaci­ón, ha producido por primera vez una reducción de la oferta monetaria en EEUU. De ser así, todavía no se habría recogido plenamente el impacto de las subidas de tipos, cuyo pleno impacto podría llevar a un enfriamien­to de la economía hasta producir una recesión.

Algunos expertos fijan en el mercado de trabajo la causa de la persistenc­ia de la inflación

La caída de la inflación, ¿responde al final del estímulo fiscal de 2021 o al recorte de tipos?

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