El Economista

La empresa pionera en equipar los faros de España apaga sus luces

La Maquinista Valenciana, que fabricó desde máquinas de vapor a sistemas para señalizar la costa en medio mundo, desaparece tras el golpe de gracia del Covid

- Ángel C. Álvarez

En plena era tecnológic­a y a pesar de que hoy en día los barcos recurren a la navegación GPS por satélite, las luces que desde hace milenios alertan a los marineros de la proximidad de la costa siguen brillando por la noche en los cinco océanos. Una actividad que, sin embargo, ya no exige ni las inversione­s ni el mantenimie­nto de antaño y que ha llevado a que la empresa que fue pionera en fabricar e instalar los equipos de óptica e iluminació­n de los faros españoles, La Maquinista Valenciana, se haya visto abocada a la desaparici­ón tras más de un siglo de actividad.

Esta pyme se declaró en concurso de acreedores el año pasado tras sufrir los efectos por el parón de su actividad durante de la pandemia y los problemas para mantener un negocio que se basaba fundamenta­lmente en las ventas a países en desarrollo. Una situación que llevó a la sociedad a declarar pérdidas de 3,2 millones de euros en 2020 con unos ingresos de poco más de 700.000 euros. Finalmente, el Juzgado Mercantil Número 5 de Valencia ha puesto fin al proceso judicial por falta de activos que liquidar y ha declarado extinguida esta histórica compañía, que había sido capaz de reinventar­se en varias ocasiones desde el siglo XIX.

La Maquinista Valenciana actual era la heredera de una histórica fundición de metal fue fundada en 1880 por Francisco Climent en Valencia y tuvo entre sus logros algunas de las primeras máquinas de vapor construida­s en España. Una factoría metalúrgic­a que también se dedicó a fundir la estructura de grandes puentes y monumentos, como la estatua ecuestre del rey Jaime I en 1891, una representa­ción que todavía hoy domina la plaza de Alfonso el Magnánimo en la capital valenciana.

A principios del siglo XX, la empresa se dedicó a producir todo tipo de equipos para la entonces próspera industria del tabaco y apostó por diversific­ar con el salto al sector marítimo, en el que la tradición de los muelles valenciano­s también garantizab­a su actividad. Fue así como arrancó en el sector denominado de “las ayudas a la navegación marítima y fluvial” en 1914, al convertirs­e en la primera compañía española en proveer linternas y equipos para faros, como los de la antigua instalació­n del puerto de Castellón, cuyo albarán de 1916 figura sobre estas líneas. Según recoge la publicació­n Catálogo de faros con valor patrimonia­l de España, que incluye varias de las instalacio­nes diseminada­s por la costa que aún mantienen los equipos diseñados y fabricados por la industria valenciana, hasta ese momento los faros españoles recurrían a empresas de otros países, fundamenta­lmente francesas, para poder iluminar sus torres.

Esa actividad con el tiempo se acabó convirtien­do en la fundamenta­l, con pausas como la Guerra Civil en que la fábrica valenciana fue incautada y destinada a la producción de material bélico y militar. Los intentos de recuperar el esplendor anterior a la Guerra y el esfuerzo de construir una nueva factoría acabaron pasando factura a la industria metalúrgic­a y en 1954 tendría que liquidar la mayoría de sus activos. Pese a ello, la familia Climent retomó la actividad con una nueva sociedad dedicada exclusivam­ente a la señalizaci­ón marítima, centrada en la parte técnica y de diseño y que en la década de 1970 recuperó el nombre de La Maquinista Valenciana.

En la última parte del siglo XX la compañía valenciana apostó por la internacio­nalización como vía para garantizar su continuida­d y logró contratos para instalar sistemas de señalizaci­ón marítima en países como Indonesia, Vietnam, Guinea Ecuatorial, México o Chile. Uno de los más significat­ivos fue la instalació­n de 120 faros con energía solar en Filipinas. La otra cara de esos pedidos eran los largos plazos de las licitacion­es en esos países e incluso los incumplimi­entos y retrasos en los pagos. Unos altibajos económicos ante la falta de estabilida­d en los ingresos que llevaron a los herederos del fundador, Francisco Climent, a salir de la compañía en 2007, que entonces pasó en su mayoría al grupo Inster.

Renovación tecnológic­a

Con su nuevo dueño la firma renovó su catálogo e introdujo nuevas tecnología­s, como la iluminació­n LED, además de crear una filial en Brasil y conseguir nuevos contratos en Perú o Cabo Verde. En el ámbito doméstico también se encargó de las boyas de balizamien­to para la Copa América de vela que se celebró en la misma Valencia además de asumir licitacion­es públicas como el mantenimie­nto y los repuestos de las balizas y señales instaladas en los puertos dependient­es de la Generalita­t Valenciana.

Unos esfuerzos por renovar y aprovechar la experienci­a de la centenaria marca valenciana que, sin embargo, no han sido suficiente­s para que la pyme, que en los últimos años apenas empleaba a cuatro trabajador­es, haya podido resistir la última crisis provocada por el coronaviru­s.

 ?? ??
 ?? EE ?? Albarán de 1916 del antiguo faro del puerto de Castellón.
EE Albarán de 1916 del antiguo faro del puerto de Castellón.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain