LA INSOPORTABLE IRRELEVANCIA DE LA POLÍTICA EXTERIOR
Mas allá del plantón, simbólico que no efectivo, y la amenaza de Margarita Robles de vetar el plan industrial de la OTAN, la decisión de Jens Stoltenberg y la cúpula de la Alianza de excluir a las empresas españolas de la reunión de la Organización Atlántica con representantes de las industrias de Defensa europeas y norteamericanas, es una prueba evidente, una más, de la absoluta irrelevancia a que el gobierno de Pedro Sánchez ha llevado a España en el escenario internacional. Además de una demostración palpable del fracaso de una acción diplomática errática, ambigua y desnortada.
Una reunión convocada para trabajar en planes de producción armamentística en la que Stoltenberg pondrá sobre la mesa un plan para compras conjuntas dotado de 1.000 millones de euros, de los que se margina a nuestra industria de defensa, no por su falta de calidad, tecnología o capacidad, sino porque España, con Sánchez, ha dejado de ser un socio fiable para las grandes potencias y las democracias occidentales, como demuestra también la reciente reunión entre el presidente norteamericano, Joe Biden, y el primer ministro británico, Rishi Sunak, para impedir la llegada del jefe del gobierno español a la secretaría general de la OTAN.
Y una marginación con indudables repercusiones económicas para nuestro país si tenemos en cuenta que las empresas de Defensa aportan 9.513 millones de euros al PIB nacional, el 0,8% del total y el 5% del PIB industrial y mantienen 106.552 puestos de trabajo. España es, además el quinto exportador mundial de armamento, por detrás de EEUU, Rusia, Francia y Alemania con 354 empresas exportadores del medio millar que integran el sector.
No es un aliado fiable, cuentan que dijo Biden cuando se enteró de las pretensiones de Sánchez de sustituir a Stoltenberg
España es el único país de la Alianza con declarados comunistas en el Gobierno
al frente de la OTAN, al tiempo que empezaba a mover ficha para promocionar a la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, y al ministro de defensa británico, Ben Wallace. Una falta de credibilidad y confianza que genera el hecho de que España es el único país de la Alianza con declarados comunistas en el Consejo de Ministros, que los socios de gobierno y parlamentarios de Pedro Sánchez están o han estado financiados por Rusia, Irán, Cuba ,Venezuela, y el resto de enemigos de las democracias y la libertad, Y que, para más escarnio, tiene a un expresidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, como embajador extraoficial y propagandística de las dictaduras bananeras de América Latina.
Sólo así se entiende la exclusión española de la reunión de las industrias de defensa europeas y norteamericanas y sólo así se puede entender también, que a pesar de la aparente normalización de las relaciones con Marruecos, tras la vergonzosa entrega del Sahara Occidental a la monarquía alauita por parte del sanchismo, el gobierno de Rabat lleve meses bloqueando el plan de apertura de aduanas en Ceuta y Melilla, que Canarias se enfrente a un nuevo repunte de la inmigración -en sólo 20 días han llegado a las islas el 40% de las llegadas registradas en todo el año 2022- al tiempo que la aplicación Google, siguiendo las tesis marroquíes, no reconoce la españolas de Ceuta y Melilla, al considerar a las dos ciudades españolas como territorios en disputa, similar al de Israel y Palestina.
Y es que Marruecos sigue marcando la política exterior de Pedro Sánchez. Sabe que ha sustituido a España como aliado preferente de EEUU y la OTAN en el Mediterráneo. Que mientras continúe este gobierno la administración norteamericana y la Alianza jugarán a su favor en un hipotético conflicto de intereses con nuestro país, y no da tregua. Todo esto con el añadido de que disponen de los datos y contenidos espiados por Pegasus al teléfono de Sánchez. Informaciones que, para muchos analistas, son elemento fundamental y explican la insolencia y el chantaje de Rabat.