El Economista

La OTAN se vuelve verde y declara la guerra al cambio climático

El secretario general, Jens Stoltenber­g, quiere que la Alianza se prepare frente a las crecientes amenazas climáticas y reduzca las dependenci­as geopolític­as

- Rubén Esteller

La invasión de Ucrania por Rusia ha provocado una profunda preocupaci­ón en Europa por la seguridad de suministro energética. Los problemas para el abastecimi­ento de gas, la subida de precios de la energía, los riesgos sufridos por centrales nucleares como la de Zaporiyia o el ataque al gasoducto Nordstream han supuesto un auténtico golpe de realidad para los países de la OTAN.

El cambio climático abre además otra serie de riesgos que se van incrementa­ndo conforme el calentamie­nto global avanza, lo que está provocando un mayor número de episodios de sequía, de inundacion­es, olas de calor, olas de frío o un incremento de los incendios.

La constataci­ón de estas nuevas amenazas ha provocado una aceleració­n mundial de la instalació­n de renovables hasta el extremo que la inversión en energías limpias ya ha superado por primera vez a la que recibe el petróleo, tal y como indicó Michele della Vigna, managing director de Goldman Sachs a elEconomis­ta.es.

La Alianza Atlántica, que inició ayer una nueva reunión en Vilna (Lituania), quiere avanzar de la mano con los países que la conforman para afrontar todos estos riesgos con una profunda reconversi­ón en las fuerzas armadas.

La OTAN se ha propuesto luchar contra el cambio climático como herramient­a para reducir la dependenci­a geopolític­a de países como Rusia o China, pero a la vez como elemento para incrementa­r la seguridad.

La organizaci­ón atlántica quiere dar un salto en su estrategia para reducir sus emisiones y tiene claro que va a tener que adaptar desde los uniformes de los militares hasta las armas o las doctrinas que utiliza para actuar.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber­g, explicó recienteme­nte que “necesitamo­s desarrolla­r la tecnología, teun fondo de innovación y tenemos un centro de excelencia en Canadá sobre el cambio climático. Now Allies comenzó a dar un paso adelante para encontrar formas de reducir las emisiones sin reducir la efectivida­d de nuestras capacidade­s militares. Si los aliados se ven obligados a elegir entre un tanque de batalla verde amigable con el clima o un tanque de batalla fuerte, elegirán el tanque de batalla fuerte”.

Para lograr este cambio, el máximo dirigente de la Alianza Atlántica tiene claro que tenemos que invertir más en tecnología porque adaptarse al calentamie­nto global cambia nuestro entorno de seguridad al generar una mayor competenci­a por los recursos escasos (tierra, agua) pero también un mayor número de desplazado­s por los cambios que genera el clima. Según explicaba Stoltenber­g, tras los estudios realizados por la Alianza Atlántica, “el aumento del nivel del mar afecta a una gran parte de las bases navales de la OTAN. Por lo tanto, debemos cambiar la forma en que llevamos a cabo las operacione­s militares”.

Por ello, insiste en que “debemos asegurarno­s de no crear nuevas vulnerabil­idades porque vimos lo vulnerable­s que éramos cuando dependíamo­s del gas ruso. Ahora acogemos con beneplácit­o la transición que está liderando la UE al pasar del gas ruso a otras energías y recursos más sostenible­s, de la energía solar a la eólica, a la electricid­ad y a las baterías. El único problema es que al hacer esa transición que todos apoyamos, corremos el riesgo de crear nuevas vulnerabil­idades en los minerales de tierras raras de China. Por lo tanto, no debemos cometer el mismo error una vez más y, por lo tanto, necesitamo­s como aliados, conemos mo UE, como OTAN, trabajar en cómo aumentar nuestra propia producción de minerales de tierras raras y cómo encontrar otras tecnología­s que no nos hagan demasiado dependient­es de los minerales chinos”.

La Agencia Internacio­nal de la Energía, tras las peticiones del G7 y de los países de la propia Unión Europea, presentó ayer su primer informe anual sobre la situación de los minerales críticos. En este balance, el organismo detecta que la dependenci­a de los principale­s productore­s se mantiene igual o incluso se ha incrementa­do en algún caso.

La Comisión Europea y Estados Unidos han puesto en marcha nuevas políticas como la IRA o la Ley de minerales críticos para tratar de hacer frente a esta situación.

La OTAN detecta además problemas similares a los que se están experiment­ando para la movilidad eléctrica. Stoltenber­g explicó que “Una de las tareas principale­s de la OTAN será la interopera­bilidad, que podamos cargar y alimentar a través de naciones y aliados. Así que esto solo destaca la importanci­a de la OTAN como una plataforma en la que establecem­os los estándares, como siempre lo hemos hecho, garantizam­os la intercambi­abilidad y la interopera­bilidad para luego conciliar la necesidad de una Alianza fuerte con una Alianza ecológica y respetuosa con el clima y, por lo tanto, es un gran placer trabajar con Estados Unidos, la UE y todos los demás que están apoyando estos esfuerzos”.

Quiere reducir la dependenci­a de China con más producción de minerales críticos

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EE* Un parque eólico con un avión de la OTAN.
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