El 95% del turismo mundial visita menos del 5% del planeta
El sobreturismo se ha convertido en una preocupación global. El exceso de visitantes en destinos turísticos populares provoca problemas de congestión, degradación ambiental, pérdida de autenticidad cultural y el agotamiento de los recursos.
El conocido como “síndrome de Venecia” sigue amenazando el sector turístico. Este fenómeno, según el cual, los habitantes sufren las consecuencias del turismo masivo, provocando su huida de los centros urbanos, ha experimentado un crecimiento sin precedentes en los últimos años. Hay muchos factores que explican esto. Encontramos que el acceso cada vez más fácil a los viajes internacionales, el crecimiento de la clase media en varios países, la promoción turística masiva y la popularidad de ciertos destinos en las redes sociales en los últimos años, han jugado un papel importante en este problema. Tampoco se vislumbra una mejoría a corto plazo. Las previsiones apuntan a que en 2030 habrá 1.800 millones de turistas internacionales. Así, destinos emblemáticos como Venecia, Machu Picchu (Perú) o las Islas Maldivas se verán aún más abrumados por el flujo constante de visitantes. Sin ir más lejos, en nuestro país, Santiago de Compostela sufre cada año la llegada de millones de peregrinos, que viajan hasta Galicia para hacer el Camino de Santiago.
El sobreturismo tiene graves consecuencias a nivel ambiental, social y económico. Sobre el primer punto, el sobreturismo provoca la degradación del entorno natural, poniendo en peligro ecosistemas frágiles y dañando la flora y la fauna local. Además, una mayor cantidad de turistas suele ir acompañado de una mayor contaminación, que suele reflejarse en la calidad del agua y en la producción de residuos, de manera que se refleja negativamente en la belleza y autenticidad del lugar. Además, a largo plazo puede afectar gravemente a la biodiversidad y a los recursos naturales que ofrece la región.
A nivel social, el exceso de turistas incide directamente en los vecinos y residentes de estas zonas. Este conflicto surge como consecuencia de un aumento en los costes de vida o el empobrecimiento cultural. Los nativos ven como su calidad de vida desciende a medida que aumenta el turismo. Los precios son los primeros en sufrir el impacto, ya que el coste de una vivienda, el alquiler o la adquisición de productos y servicios se eleva drásticamente. Pero es que además, se produce cierta pérdida de identidad cultural y una saturación de los servicios básicos, como, por ejemplo, el transporte público. En cualquier caso, el sobreturismo afecta a su estilo de vida y rutina.
Por último, el aspecto socioeconómico puede verse afectado negativamente con el paso del tiempo. La dependencia excesiva del turismo como única fuente de ingresos puede generar una sociedad débil frente a los continuos cambios de la economía y la estacionalidad. En este sentido, una mala actividad económica del sector puede llevar a un fuerte crecimiento de las empresas turísticas internacionales, pero un descenso de la par
El turismo puede y debe servir para fomentar la distribución de la riqueza ticipación de los negocios locales, quienes no pueden competir con éstas.
Como resultado de todo esto se vuelve imposible poder disfrutar, cuidar y gestionar de manera sostenible dichas zonas. El problema no es nuevo. Ya en la década de los 70 y 80 había estudios que hablaban de este problema, pero no era ni tan grande, ni existían las redes sociales que lo fomentasen.
Algunas de las principales consecuencias de todo esto es que florece la “turismofobia”, o el odio hacia los turistas, y la destrucción de patrimonio histórico, siendo Venecia uno de los ejemplos más claros del sobreturismo. La ciudad italiana recibe anualmente 30 millones de visitantes, cuando su población nativa es de cerca de 49.000 residentes. Muchos de sus puentes y monumentos históricos han sufrido desperfectos. Pero lo mismo en otras grandes ciudades como Barcelona o Ámsterdam.
Para huir de este problema, muchas de ellas han tomado una serie de medidas. Por ejemplo, en la capital catalana, el Ayuntamiento ha prohibido la construcción de nuevos hoteles en el centro, al mismo tiempo, ha puesto su foco en regular, sancionar y cerrar muchos pisos de alquiler vacacional. En el caso de la citada Venecia, la ciudad de los canales ha habilitado controles de acceso al centro para desincentivar a la gente a visitarla cuando esté lleno. Por su parte, Ámsterdam ha centrado sus esfuerzos en limitar los pisos de alquiler, restringiendo la estancia y prohibiendo la construcción de nuevos hoteles desde 2005. Los guías turísticos tendrán un límite de 20 personas, frente a las 60 que podían atender antes, con el objetivo de evitar aglomeraciones en la vía pública.
Por tanto, ahora más que nunca se están planteando medidas reales para aliviar la carga de visitantes a destinos vacacionales y poner en práctica un turismo sostenible, enten
El sobreturismo tiene graves consecuencias a nivel ambiental, económico y social
diendo éste como aquel que supone un impacto socioeconómico para la zona pero sin incidir negativamente en el medio ambiente o el entorno urbano. De hecho, el turismo bien cuidado ofrece una serie de ventajas: ayuda a reducir la pobreza, recupera zonas que estaban abandonadas y/o potencian mercados locales.
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), uno de los elementos fundamentales para desarrollar el turismo es mantener los procesos ecológicos esenciales y ayudar a conservar la biodiversidad y los recursos naturales. Para lograrlo, el organismo, vinculado a la ONU desde 1976, plantea una serie de factores a tener en cuenta.
Avisan de que se deben optimizar los recursos medioambientales, es decir, cuidar el entorno natural, ya que los recursos y la diversidad biológica atraen el turismo. Por otro lado, la OMT dedica grandes esfuerzos a defender lo que hace único un lugar: la autenticidad de su cultura local. Para ello, abogan por el respeto a sus gentes, a los valores tradicionales de la comunidad anfitriona, a su arquitectura o a su gastronomía. Sin respeto, no puede haber un turismo sostenible.
La economía es el último de los puntos que destaca la organización. El turismo puede y debe servir para fomentar una mayor distribución de la riqueza. Se hace necesario garantizar actividades económicas que perduren en el tiempo y cuyos beneficios derivados se repartan de forma equilibrada entre las comunidades locales.