“China en Latinoamérica es un socio inversor tremendamente oportunista”
Manuel Aguilera Director general de Mapfre Economics
El comportamiento de la economía de Latinoamérica en el primer semestre del año sorprendió a la gran mayoría de expertos, pero también se habla de un “frenazo económico” para finales de año con un crecimiento en el entorno del 1,4% en 2023, pero todavía hay muchos problemas estructurales que no le permiten avanzar. El director general de Mapfre Economics, Manuel Aguilera (México, 1960), se sentó con elEconomista.es, dentro del VIII Encuentro empresas multilatinas en Santander, para desgranar todas estas cuestiones.
La subida de tipos ayudará a sortear el golpe económico a la región. ¿Es esto un fin de ciclo?
Sí, lo que sorprendió este año es que el primer semestre fue bastante mejor de lo que habíamos anticipado todos a finales del año pasado. Esto es, básicamente, por el desempeño del sector de los servicios. Si uno ve los datos separados de cómo se comportó el sector de servicios frente al sector manufacturero hay una diferencia clarísima.
¿Cuáles son esas diferencias?
El sector manufacturero está plano. Desde la salida de la pandemia el sector que dio impulso al crecimiento económico fue de los servicios, principalmente porque estuvo financiado con ahorros que se generaron por la falta de movilidad y actividad, pero el límite se alcanzó claramente en el primer semestre de este año. Las previsiones para el segundo semestre son las de desaceleración de la economía que va más en tono con las políticas monetarias que se han venido implementando. Yo creo que lo que vamos a empezar a ver a lo largo de este segundo semestre ese efecto de la transmisión de la política monetaria que va a reducir el ritmo de actividad y creemos que ese efecto se va a prolongar durante todo 2024 y quizás ya sea el último cuarto de 2024 cuando la política monetaria en muchos países empiece ya a bajar la tasa terminal de los tipos de interés, cuando se vuelva a ver un poco de reactivación.
Pero hay ciertos problemas estructurales como la pobreza que no permiten avanzar. ¿Cómo se corrige eso?
No es sencillo. Esta es una cuestión que tiene que ver con las raíces históricas y también, en parte, por la forma en la que se han implementado las políticas. Yo veo dos caminos; uno sería el camino ortodoxo tradicional, que es el de las reformas estructurales, que tendrían como propósito encontrar maneras de integrar a esa pobreza a la dinámica económica. Esto se logra a través de creación de capital humano, inversión en infraestructuras e inversión para la creación de intangibles. Pero tiene un problema y es que las reformas estructurales son cambios que requieren de una visión de medio y largo plazo que las democracias latinoamericanas, y me atrevería a decir que cada vez más las del resto del mundo, piensan menos en eso. Están mucho más preocupados por lo que va a pasar en uno o dos años y en las elecciones que dentro de 20 años.
¿Cuál es la otra vía?
La vía de la integración a las cadenas de valor a nivel global. Por ejemplo, México tiene un tratado de libre comercio que se firmó hace 30 años con Estados Unidos y eso es lo que le aísla un poco del efecto de la gobernanza local frente a las dinámicas económicas. Independientemente de lo que un gobierno haga, esas cadenas de valor están perfectamente engrasadas y es difícil romperlas. Creo que eso es algo que debería aprovechar América Latina, sobre todo en este momento en el que la geopolítica se está redefiniendo y los grandes polos de poder económico están reposicionándose. China está tratando de ocupar el espacio y la gran ausente es Europa que es quien debería estar presente por afinidad histórica y cultural. El crear convenios ayudaría al dinamismo y a acabar con esas desigualdades.
China es un actor importante en la región, pero hay expertos que dicen que en cuanto pueda se irá.
Sí, yo creo que ahí has dado en el punto clave de la importancia de que otros polos económicos se acerquen más a América Latina, sobre todo Europa. La impresión que yo tengo, por el tipo de inversiones que hace China en América Latina, es que es un inversor oportunista y que va a estar ahí mientras le convenga, porque no hay ningún otro tipo de lazo. Incluso muchas de las grandes inversiones que hacen los chinos no solamente implican incapital para la construcción de plantas, sino que también está la importación de trabajadores chinos para manejarlas. Esto ya te da una idea de la percepción que tienen o de lo que buscan con esas inversiones. Creo que en el caso de Europa, la vinculación que puede haber y la forma en la que la inversión europea puede integrarse a la sociedad latinoamericana es mucho más positiva para la región. Hay que estar muy atentos a esas grandes oportunidades que da China a América Latina, porque son enteramente oportunistas.
Una asignatura pendiente es el Tratado de Libre Comercio entre la UE y Mercosur.
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Esa es otra de las de las cuestiones a las que se lleva muchos años dándole vueltas y que no se ha logrado concretar. La Unión Europea ha hecho ya algunos tratados de libre comercio, lo tienen con México, por ejemplo, pero con el Mercosur todavía no se ha logrado concretar. En cualquier tratado comercial hay dos partes. Por el lado latinoamericano es inevitable que las gobernanzas locales impacten en los encuentros regionales, como pasa en el Mercosur. Pero yo creo que también impacta por el lado europeo que el ímpetu no es el que se espera. A veces sorprende que haya más interés por parte de la Unión Europea por lo que pasa en China que por la importancia económica que tiene América Latina. En particular, yo creo que este es un muy buen ejemplo de cómo la debilidad por el lado de ambas partes ha hecho que se pierda y no se haga podido llegar antes a un acuerdo.
UE-Mercosur: “Este es un ejemplo de cómo la debilidad de ambas partes impide llegar a acuerdos”