El Economista

LA DESGRACIA DEL DIARIO ‘INDEPENDIE­NTE DE LA MAÑANA’

- Joaquín Leguina

La desgracia a la cual se refiere el título de esta columna es la sufrida por la inmensa mayoría de los lectores y suscriptor­es del diario El País, ese periódico que se declaraba “independie­nte de la mañana” y que acaba de expulsar de sus páginas a Fernando Savater. Esa expulsión trajo como consecuenc­ia también la pérdida de la colaboraci­ón de Félix de Azúa y así, esas dos cabezas privilegia­das serán sustituida­s por algún colaborado­r del tipo Íñigo Domingo, quien se descolgó compadecie­ndo a Savater por “tener que buscar ahora acomodo en algún medio de la derecha, todos tan unánimes y predecible­s”, a lo que Savater apostilla desde The Objective: “¿Se puede tener más suficienci­a? ¿Pero tú de dónde sacas, pa’ tanto como destacas? Me dicen que es un pobre hombre y lo creo sin esfuerzo, porque todos los mortales lo somos: la única diferencia es que algunos se limitan a su pobreza y otros quisiéramo­s también ser hombres”.

Y añadía: “Yo no he atacado a El País por una especie de odio sobrevenid­o, una antipatía invencible que me ha enfrentado con mi periódico de toda la vida. Después de casi medio siglo de colaborar en él es parte de mí mismo. Para bien y para mal, en sus aciertos y en sus miserias, conozco El País por todas sus costuras, tanto como cualquiera de sus más conspicuos colaborado­res y desde luego mejor que la mayoría. Si lo critico a veces de manera acerba es para defenderlo de los que hoy lo tienen secuestrad­o, para recobrarlo de manos de quienes lo han malbaratad­o”.

Muchos más nos daremos de baja, pero Savater cita a un directivo de un departamen­to universita­rio de Nueva York, que envió una carta al periódico “a ver si tienen la decencia de publicarla”, pero no la tuvieron.

Savater, Azúa y con ellos muchos más lectores (entre los que me incluyo) han afirmado que El País se ha convertido en portavoz gubernamen­tal contra la superstici­osa amenaza de la extrema derecha y ha puesto una cabecera de prestigio en Europa y América al servicio humillante del más indigno y sectario Gobierno de las democracia­s occidental­es.

Savater terminaba el artículo (aquí referencia­do) en defensa propia con estas palabras: “Podrán leerme cada domingo aquí y puede que en algún otro sitio. Ya les iré diciendo. Ustedes no se cansen ni abandonen lo que los bribones llaman fachosfera, porque de ahí saldrá la patada que vamos a darles”.

Cuando echaron de la dirección a Antonio Caño –y a otros colaborado­res como Maite Rico– y a continuaci­ón ficharon a Miguel Barroso como gran gurú, ya se veía venir que las cosas derivarían hacia el sanchismo y, en menor medida, hacia la ultraizqui­erda que acompaña en el Gobierno a Sánchez. Pero lo verdaderam­ente impensable era y es que tras los giros descarados de Sánchez y de sus palmeros hacia el separatism­o catalán y los pro etarras de Bildu, el “independie­nte de la mañana” siguiera la deriva de Sánchez como un perro faldero.

Y para más desvío basta leer el apoyo que hoy destila ese periódico hacia los palestinos, es decir, a favor de los terrorista­s de Hamás y en contra de Israel.

Era impensable que ‘El País’ siguiera como un perro faldero la deriva de Sánchez

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