LA DESGRACIA DEL DIARIO ‘INDEPENDIENTE DE LA MAÑANA’
La desgracia a la cual se refiere el título de esta columna es la sufrida por la inmensa mayoría de los lectores y suscriptores del diario El País, ese periódico que se declaraba “independiente de la mañana” y que acaba de expulsar de sus páginas a Fernando Savater. Esa expulsión trajo como consecuencia también la pérdida de la colaboración de Félix de Azúa y así, esas dos cabezas privilegiadas serán sustituidas por algún colaborador del tipo Íñigo Domingo, quien se descolgó compadeciendo a Savater por “tener que buscar ahora acomodo en algún medio de la derecha, todos tan unánimes y predecibles”, a lo que Savater apostilla desde The Objective: “¿Se puede tener más suficiencia? ¿Pero tú de dónde sacas, pa’ tanto como destacas? Me dicen que es un pobre hombre y lo creo sin esfuerzo, porque todos los mortales lo somos: la única diferencia es que algunos se limitan a su pobreza y otros quisiéramos también ser hombres”.
Y añadía: “Yo no he atacado a El País por una especie de odio sobrevenido, una antipatía invencible que me ha enfrentado con mi periódico de toda la vida. Después de casi medio siglo de colaborar en él es parte de mí mismo. Para bien y para mal, en sus aciertos y en sus miserias, conozco El País por todas sus costuras, tanto como cualquiera de sus más conspicuos colaboradores y desde luego mejor que la mayoría. Si lo critico a veces de manera acerba es para defenderlo de los que hoy lo tienen secuestrado, para recobrarlo de manos de quienes lo han malbaratado”.
Muchos más nos daremos de baja, pero Savater cita a un directivo de un departamento universitario de Nueva York, que envió una carta al periódico “a ver si tienen la decencia de publicarla”, pero no la tuvieron.
Savater, Azúa y con ellos muchos más lectores (entre los que me incluyo) han afirmado que El País se ha convertido en portavoz gubernamental contra la supersticiosa amenaza de la extrema derecha y ha puesto una cabecera de prestigio en Europa y América al servicio humillante del más indigno y sectario Gobierno de las democracias occidentales.
Savater terminaba el artículo (aquí referenciado) en defensa propia con estas palabras: “Podrán leerme cada domingo aquí y puede que en algún otro sitio. Ya les iré diciendo. Ustedes no se cansen ni abandonen lo que los bribones llaman fachosfera, porque de ahí saldrá la patada que vamos a darles”.
Cuando echaron de la dirección a Antonio Caño –y a otros colaboradores como Maite Rico– y a continuación ficharon a Miguel Barroso como gran gurú, ya se veía venir que las cosas derivarían hacia el sanchismo y, en menor medida, hacia la ultraizquierda que acompaña en el Gobierno a Sánchez. Pero lo verdaderamente impensable era y es que tras los giros descarados de Sánchez y de sus palmeros hacia el separatismo catalán y los pro etarras de Bildu, el “independiente de la mañana” siguiera la deriva de Sánchez como un perro faldero.
Y para más desvío basta leer el apoyo que hoy destila ese periódico hacia los palestinos, es decir, a favor de los terroristas de Hamás y en contra de Israel.
Era impensable que ‘El País’ siguiera como un perro faldero la deriva de Sánchez