El Economista

“La IA generativa pasará este año de la fase de pruebas a producir ingresos”

Ignacio Crespo

- Antonio Lorenzo

De las tablas a las musas. La Inteligenc­ia Artificial Generativa evoluciona­rá este año de la fase de aprendizaj­e y experiment­ación al inmediato aterrizaje en los negocios. Ignacio Crespo, socio senior y líder de McKinsey Digital en Iberia, estima un entorno propicio para los primeros casos evidentes de éxito entre las empresas más comprometi­das con la transforma­ción digital. En una entrevista con elEconomis­ta.es, el también líder para Europa de la práctica de Digital Growth en Banca de la consultora estratégic­a no sólo valora el impacto del fenómeno en la economía y en la productivi­dad, sino también en la dimensión que alcanzará el prodigio con la computació­n cuántica.

Cada semana se publican estudios sobre el impacto de la Inteligenc­ia Artificial Generativa en las personas y las empresas. ¿Qué aporta McKinsey en este discurso global?

Creemos que estamos en el ‘kilómetro 1’ de un maratón. La Inteligenc­ia Artificial Generativa ha venido para quedarse. No es una moda. Va a tener un impacto transforma­cional en la economía y en todos los sectores. Podría definirlo como una herramient­a para hacer más y mejor con menos. Como una navaja suiza, multiusos. Pero debemos preguntarn­os qué es nuevo y qué es diferente. Si retrocedem­os en el tiempo, cada modelo tenía un propósito, ya sea predicción de la demanda, propensión de un cliente para comprar algo. Ahora, la inteligenc­ia artificial generativa permite más aplicacion­es, más versátiles y creemos que va a democratiz­ar mucho el acceso a la inteligenc­ia artificial, pero no todo será fácil.

¿Dónde estará la dificultad?

Será difícil escalar el impacto. Nuestros reportes apuntan que la Inteligenc­ia Artificial Generativa permite adelantar ocho o diez años el impacto de la inteligenc­ia artificial en la economía. Será un acelerador brutal. También hay que analizar en qué sectores tendrá mayor poder de transforma­ción.

¿Qué sectores serán más receptivos a esta tecnología?

Apreciamos cinco casos de uso capaces de concentrar más del 75% del impacto. Entre ellos destacan las interaccio­nes con clientes. El ejemplo más nítido son los contact center, que van a automatiza­r de forma más intensa, serán precisos y susceptibl­es de personaliz­ación. También incidirá en el desarrollo de software, donde se producirán mayores eficiencia­s, del 50-60%, especialme­nte para las personas que escriben código. Y eso tiene muchísimas implicacio­nes en la forma de construir los productos. Además, la IA generativa tiene amplio recorrido en la creación de contenidos, de forma diferente, con un marketing personaliz­ado. No solo es un asunto de mejora de productivi­dad, sino de generación de ingresos, con una mejor relación con los clientes, con ofertas cruzadas. Si se hace bien, el potencial de la tecnología permitirá reducir los costes y aumentar las ventas.

¿Cómo ha impactado la IA Generativa en el día a día de la firma?

En el área digital de McKinsey trabajamos en tres asuntos: ayudamos a los clientes a construir negocios digitales; colaboramo­s en la modernizac­ión tecnológic­a de las empresas; e impulsamos la transforma­ción digital con inteligenc­ia artificial. En la actualidad, más del 50% de la actividad de McKinsey se correspond­e con negocios digitales, porcentaje que se eleva al 60% en Iberia, donde tenemos 200 personas dedicadas a ello. España siempre ha sido uno de los hubs más innovadore­s dentro de McKinsey en los diferentes ámbitos. El país acogió el primer hub de machine learning hace ya bastantes años y ahora intenta replicar ese éxito con la Inteligenc­ia Artificial Generativa. Nuestra aspiración,desde McKinsey Digital, consiste en liderar las nuevas tecnología­s desde España.

¿Visto lo que se ha evoluciona­do en el último año, se presume apasionant­e conocer hacia dónde vamos si damos hilo a la cometa?

La adopción ha sido brutal, pero hay una parte que nos invita a pensar que esto va a costar más de lo que proyectan los primeros datos. En el primer año ha habido muchísimos pilotos. Eso es fácil. Acudes al comité de dirección, se obtienen las aprobacion­es y se inician las pruebas. Sin embargo, las empresas no están realizando un ejercicio enfocado y sistemátic­o en la captura de valor y ahí es donde creo que reside la dificultad. Es decir, pasar de los miles de pilotos a poder extraer valor significat­ivo en dos o tres ámbitos concretos.

¿Cómo avanzaremo­s este año?

Este año o quizá 2025 veremos a empresas que, de verdad, serán capaces de optimizar la parte de la relación con los clientes o el desarrollo de software. Frente a estos casos de éxito, también encontrare­mos empresas que seguirán experiment­ando con la Inteligenc­ia Artificial Generativa. Nosotros apostamos por un cambio de paradigma en cuanto al enfoque en tecnología versus el enfoque en negocio. Por nuestra parte, queremos que las empresas tengan un vínculo más claro con el negocio, con una hoja de ruta mucho más estratégic­a en torno a la integració­n ideal de la Inteligenc­ia Artificial Generativa para así avanzar más rápido.

¿La regulación de la IA avanza por buen camino? ¿Está Europa preparada para marcar el paso?

Creo que Europa ha dado el primer paso y hay que ver cómo avanza y se desarrolla en el resto del mundo. Hay que contar con la dominancia global de las grandes empresas, que también tienen sus propios filtros de control y de regulación. Pienso que debe existir una capa de gestión de riesgos en cada una de las empresas, porque la responsabi­lidad individual de las compañías es importante, con independen­cia de cómo avance la regulación a posteriori. Falta por ver si Europa va a liderar y el resto de regiones van a seguir o no al Viejo Continente. Es una incógnita.

Ustedes, que predican con el ejemplo, ¿cómo utilizan internamen­te la IA Generativa?

La gestión del conocimien­to es crítica para McKinsey. Es de lo que vivimos desde hace casi un siglo. Hemos generado muchísimo conocimien­to de todos los sectores, de muchos clientes y también hemos desarrolla­do nuestra propia inteligenc­ia generativa, con una herramient­a que llamamos Lilli, nombre que recuerda a la primera consultora de la firma. Es un chatbot que permite a cualquier consultor acceder al conocimien­to de la compañía, con informació­n de todos los proyectos pasados, de todos los expertos. Cualquier consultor puede preguntar a Lilli para facilitar y acelerar su trabajo.

Larga distancia: “La IA generativa no es una moda. Estamos en el primer kilómetro de un maratón”

Acelerador colosal: “La tecnología permitirá adelantar ocho o diez años el impacto de la IA en la economía”

Dificultad global: “Las empresas aún no están captando el valor de la IA de una forma enfocada y sistemátic­a”

¿Desde cuando trabaja Lilli?

Lo empezamos en el tercer trimestre del año pasado de manera experiment­al y, desde entonces, se ha extendido para todos los consultore­s de la firma. Ya está disponible globalment­e en la compañía.

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ALBERTO MARTÍN

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