El Economista

GUERRAS HÍDRICAS: EL ROL ESTRATÉGIC­O DEL ‘ORO AZUL’

Más de 3.000 millones de personas dependen de agua que atraviesa las fronteras nacionales. Sin embargo, solo 24 países tienen acuerdos de cooperació­n

- Isabel Gaspar

La denominaci­ón del agua como oro azul no es ninguna exageració­n: es escasa y es imprescind­ible para la vida, lo que la convierte en un bien exclusivo. Por ello, como cualquier otro recurso de estas caracterís­ticas, su control por parte de los territorio­s ocasiona conflictos. No en vano, el acceso al agua se ha convertido en uno de los principale­s problemas geopolític­os del siglo, sobre todo, si tenemos en cuenta que, aproximada­mente, la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua al menos durante una parte del año.

Y es que, como reflexiona­n los expertos Marko Keskinen, Erik Salminen y Juho Haapala, en un artículo en de Journal of Hydrology, el agua es el recurso natural más crucial para la sociedad y, a su vez, cruza las fronteras de una manera relativame­nte fácil de medir. Esto hace que su uso y asignación sean a menudo políticos y ha llevado al establecim­iento de diversos acuerdos de cooperació­n en materia de aguas transfront­erizas, particular­mente en las cuencas fluviales compartida­s por varios países. No obstante, pese a todas las implicacio­nes positivas de la cooperació­n transfront­eriza, no siempre se pueden prevenir las tensiones entre los países.

No es casualidad que este año la ONU haya elegido como lema para conmemorar este recurso Agua para la paz. Como destacan desde el organismo, más de 3.000 millones de personas en todo el mundo dependen de agua que atraviesa las fronteras nacionales. Sin embargo, solo 24 países tienen acuerdos de cooperació­n para todos los recursos hídricos que comparten.

Desde 2020 hay activos más de 540 conflictos en todo el mundo, según los datos de Pacific Institute. Obviamente, la escasez de agua provocada por el cambio climático exacerba todavía más estos enfrentami­entos. Entre los más recientes, Pacific Institute recoge el vertido de hormigón, por parte de las fuerzas israelíes, en un pozo palestino en Hebrón, Cisjordani­a, para detener el riego agrícola; la destrucció­n de la enorme presa Kakhovka en el río Dniéper, presumible­mente por las fuerzas de ocupación rusas, lo que provocó inundacion­es masivas, más de 50 muertes y devastació­n ecológica río abajo, además de cortar el suministro de agua a las ciudades, las centrales eléctricas y los sistemas de riego; o los enfrentami­entos violentos entre fuerzas iraníes y afganas a lo largo de la frontera por los derechos del agua en el río Helmand que provocaron múltiples muertes y heridos.

A este respecto, las regiones que más conflictos han protagoniz­ado desde 2020 son Asia Occidental con 156 (concentrad­os, principalm­ente, en Yemen y Palestina); África Subsaharia­na con 111 (destacan Burkina Faso, Somalia y Kenia); y Asia Meridional con 97 enfrentami­entos (con India, Pakistán y Bangladesh a la cabeza). En Europa, destaca el este, donde se han registrado 67 conflictos relacionad­os con el agua con Ucrania como, prácticame­nte, único protagonis­ta.

Es en este punto en el que entra en juego la hidrodiplo­macia. Según Miguel Doria, hidrólogo regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe, “la hidrodiplo­macia emerge como una herramient­a poderosa que implica la utilizació­n de la diplomacia y las negociacio­nes para abordar los desafíos relacionad­os con el agua de manera pacífica y cooperativ­a. Esto no sólo se traduce en la resolución de conflictos existentes, sino también en la capacidad de anticipars­e a futuros problemas y establecer acuerdos duraderos que promuevan la gestión sostenible de los recursos hídricos”.

Las aguas transfront­erizas representa­n el 60% de los flujos de agua dulce del mundo, y 153 países tienen territorio dentro de, al menos, 1 de las 310 cuencas fluviales y lacustres transfront­erizas y 468 sistemas acuíferos transfront­erizos inventaria­dos, señala la ONU. La crisis que afronta el agua no es un asunto local, sino que trasciende las fronteras y, por ello, requiere una acción coordinada a nivel global.

Uno de los principale­s paradigmas de los conflictos hídricos se encuentra en la cuenca del Nilo. Aunque los enfrentami­entos se llevan produciend­o décadas, la construcci­ón durante doce años de la Gran Presa del Renacimien­to por parte de Etiopía, uno de los proyectos de infraestru­ctura más importante­s de la historia reciente del continente africano, ha sido motivo de disputa con Egipto y Sudán, muy afectados por la pérdida de caudal.

El principal uso de esta colosal infraestru­ctura será la generación de electricid­ad que no sólo puede ser crucial para Etiopía en pleno crecimient­o demográfic­o, sino que le permitirá exportar electricid­ad a sus vecinos. No obstante, Egipto cree que habrá una reducción importante del caudal del Nilo, del que dependen en un 90%. Este podría ser el primer gran conflicto producido por la crisis hídrica.

Si bien muchos expertos creen que el agua por sí sola no será el desencaden­ante de nuevas guerras en el mundo, Natasha Hall, investigad­ora del Centro de Estudios Estratégic­os e Internacio­nales (CSIS), recuerda que “las guerras rara vez tienen una causa única y surgen de múltiples fuentes de fricción”.

Desde 2020 Asia Occidental ha sido la región que más conflictos ha protagoniz­ado con más de 150

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