La tecnología, la gran aliada de RRHH para seducir al talento
Las empresas deben apostar por convertirse en ‘marca empleadora’ con una propuesta de valor insuperable
Atraer y comprometer al talento en un entorno cada vez más competitivo se ha convertido en el principal desafío miles de empresas de todo el mundo en un momento en el que los recursos humanos viven también su propia revolución tecnológica marcada por la digitalización y la irrupción de la inteligencia artificial, que marca un antes y después en la gestión del talento.
En este escenario, los expertos de las principales empresas del sector que han participado en la Jornada “Los nuevos desafíos del sector RRHH: Fidelización del empleado y oportunidades tecnológicas al alza” organizado por elEconomista.es tienen clara la senda a seguir: hay que aprovechar las posibilidades que abre la innovación para situar a las personas “en el centro” de la cultura de la propia organización. Con ello, no solo se impulsará la implicación y productividad de los trabajadores actuales, sino que se logrará atraer a otros profesionales cualificados en áreas en las que cada vez es más complicado captar talento, como es el caso de los ámbitos tecnológicos.
En este escenario, las empresas que aspiren a convertirse en una “marca empleadora” deben construir una “propuesta de valor” que no solo se dirija a los candidatos, sino a los que ya son empleados, “acompañándolos” durante toda su carrera en la empresa.
Las nuevas tecnologías digitales suponen un aliado clave para lograr este objetivo, ya que multiplica las herramientas a disposición de los departamentos de recursos humanos para ofrecer opciones que encajen en los intereses profesionales y personales de plantillas cada vez más diversas.
Y es que la que la convivencia de varias generaciones se revela como una realidad ineludible, que pone el foco no solo en la cualificación de los nuevos trabajadores, sino en la actualización continua de las competencias del resto de la plantilla. Una situación que debe abordarse no solo desde la perspectiva de la formación, sino como un “trasvase de conocimiento” en el seno de las empresas.
Por no hablar del difícil encaje de las demandas de flexibilidad de los trabajadores con las necesidades de la actividad, algo fundamental para evitar la ruptura entre empleados y empleadores.