LA LUCHA CONTRA EL FRAUDE ELEVA MÁS DE 6.000 MILLONES LA RECAUDACIÓN DEL IVA
Incluso la peor pandemia en un siglo, la Covid-19, dejó algunas luces en el terreno económico. En un primer momento, como todos recordamos, hubo que cerrar casi toda la economía en medio de las mayores restricciones a las libertades que se recuerdan. Uno de los efectos fue que la recaudación se impuestos se hundió y se disparó el déficit público. Pero posteriormente la recaudación fiscal se disparó, y, aunque, no sea evidente, eso se debió también a la propia pandemia.
Recordemos que, en ese aciago año 2020, la caída de la recaudación fiscal fue superior a la de la economía, probablemente porque aumentó la economía sumergida, como ya ocurrió en la crisis 2008-2013. El primero, que observó que el termómetro de la situación económica era la facilidad o dificultad con la que se recaudaban los impuestos, no fue un economista, sino el célebre escritor francés Víctor Hugo su novela de 1862, Los Miserables. Por eso, a este conocido efecto, la caída de la recaudación fiscal en tiempos de crisis se le conoce como el efecto Hugo.
Sin embargo, a partir de 2021 la recaudación de impuestos creció por encima de todas las previsiones. Entre 2021 y 2023, hubo recuperación económica y también inflación, pero la recaudación de impuestos creció por encima de todo eso. En las ecuaciones con las que los modelos econométricos intentan explicar y predecir la recaudación fiscal empezaron a aparecer “residuos impositivos positivos”, en célebre expresión del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
Como explicaba el gobernador en su última comparecencia en la comisión de Presupuestos, estos “residuos” expresaban nuestro desconocimiento sobre lo que estaba ocurriendo con la recaudación de impuestos. En cualquier caso, convenía ser prudentes porque esto ya nos ocurrió tras la burbuja inmobiliaria, en la que se disparó la recaudación porque nos creímos que ingresos coyunturales eran permanentes. Luego, la caída fue mucho más dura. Hernández de Cos señalaba que, seguro que la situación no era la misma, pero reiteraba un mensaje de cautela.
Estoy muy de acuerdo con el mensaje de prudencia, pero también que hay que buscar explicaciones, para, a partir de ahí poder tomar decisiones con conocimiento de causa. El pasado jueves, EsadeEcPol publicó mi estudio sobre la evolución de la economía sumergida tras la pandemia, a partir del análisis del IVA del que informó elEconomista.es. Efectivamente, habíamos tenido recuperación económica e inflación, que también es un impuesto, pero la reducción del fraude fiscal había permitido un aumento de la recaudación, sólo en el IVA, de unos 6.000 millones de euros al año, casi la mitad del aumento de la recaudación en este impuesto.
El IVA tiene como objetivo gravar el consumo, pero hay consumos que no tributan en el impuesto como los servicios de sanidad y educación. Por supuesto, también puede ocurrir, y de hecho ocurre, que una parte de las ventas que se deberían declarar en el impuesto, se oculten. Pues bien, sin que haya habido cambios relevantes en las leyes, el porcentaje del consumo de hogares que tributa IVA creció entre seis y siete puntos sin que hubiese variaciones significativas de la normativa, algo que solo puede explicarse por afloramiento. Este incremento de las bases declaradas en el IVA llevo a un aumento de la recaudación de unos 6.000 millones de euros anuales tanto en 2022 como en 2023.
¿Por qué las empresas declararon más? La razón fundamental, según se desprende del estudio, fue que se generalizaron los pagos con tarjeta de crédito, especialmente en las pequeñas transacciones. Y la razón fundamental por la que se generalizaron los pagos electrónicos es que se hacían sin contacto físico. Hace unos años, nadie pagaba un café con una tarjeta de crédito, ahora, en muchos bares ésa es la forma habitual de pago. El efectivo no es rastreable, a diferencia de los pagos con tarjeta, en los que no sólo la operación deja rastro, sino que las entidades emisoras deben informar a la Agencia Tributaria.
Esta idea de que pagamos más con tarjeta no es sólo una intuición o una experiencia personal. Según los datos de las estadísticas de los sistemas de pago del Banco de España, aumentó significativamente el porcentaje del consumo pagado con tarjeta de crédito. Adicionalmente, las retiradas de efectivo apenas crecen en el mismo periodo, pese a la inflación que hemos padecido.
Los cambios en los hábitos sociales tras la pandemia, y, probablemente en menor medida, los cambios en la normativa de lucha contra el fraude han llevado a mejorar el cumplimiento fiscal, y con eso la recaudación. El efecto, unos 6.000 millones anuales, es mucho más importante que otras medidas que se han adoptado en este periodo. Además, son importes recaudados sin que se hayan subido los impuestos a los que ya cumplían correctamente con sus obligaciones fiscales.
Cuando aflora economía sumergida, evidentemente no sólo se ingresa el IVA, sino también otros tributos, aunque este efecto no sea tan fácil de medir. Por otra parte, si las empresas declaran más ventas que antes, también se incrementarán sus márgenes declarados, especialmente si antes sí declaraban todas las compras. Una parte del aumento de márgenes que se han detectado en algunos sectores podría venir no de un aumento real de beneficios, sino simplemente de la reducción del fraude fiscal.
Para mejorar este positivo efecto recaudatorio, en el informe propongo que se amplíen las transferencias que se informan a la Agencia Tributaria, además de intensificar la obtención y explotación de esta información. Pero, seamos conscientes de que todo esto pasa no sólo porque se pague con tarjeta o móvil, sino porque todos sabemos que hay un control por parte de la Agencia Tributaria que es efectivo y funciona, y que parte de unas bases de datos centralizadas. Si esto dejase de ser así, el fraude fiscal no disminuiría precisamente, sino que se dispararía.
Por eso, cuando se habla como hizo ERC hace unos días de ceder la recaudación de todos los impuestos a Cataluña, lo que está implícito es el fraccionamiento de la Agencia Tributaria, y con ella de las bases de datos y la información, que es la materia prima esencial para gestionar un sistema fiscal. Por supuesto, si la Generalitat obtuviese muchos más ingresos sería a costa de los habitantes del resto de España. Pero, incluso así, podría obtener mucho menos de lo que cree, porque, como hemos visto, una adecuada gestión de la información en la lucha contra el fraude da resultados de miles de millones de euros que se podrían perder. No deberíamos convertir una de las escasas consecuencias positivas de la pandemia en un fracaso colectivo más.
A pesar del terrible periodo económico de la pandemia, subió la cantidad de impuestos cobrada
El cambio de hábitos sociales ha mejorado el cumplimiento fiscal a nivel generalizado