El Economista

LA LUCHA CONTRA EL FRAUDE ELEVA MÁS DE 6.000 MILLONES LA RECAUDACIÓ­N DEL IVA

- Francisco de la Torre Díaz

Incluso la peor pandemia en un siglo, la Covid-19, dejó algunas luces en el terreno económico. En un primer momento, como todos recordamos, hubo que cerrar casi toda la economía en medio de las mayores restriccio­nes a las libertades que se recuerdan. Uno de los efectos fue que la recaudació­n se impuestos se hundió y se disparó el déficit público. Pero posteriorm­ente la recaudació­n fiscal se disparó, y, aunque, no sea evidente, eso se debió también a la propia pandemia.

Recordemos que, en ese aciago año 2020, la caída de la recaudació­n fiscal fue superior a la de la economía, probableme­nte porque aumentó la economía sumergida, como ya ocurrió en la crisis 2008-2013. El primero, que observó que el termómetro de la situación económica era la facilidad o dificultad con la que se recaudaban los impuestos, no fue un economista, sino el célebre escritor francés Víctor Hugo su novela de 1862, Los Miserables. Por eso, a este conocido efecto, la caída de la recaudació­n fiscal en tiempos de crisis se le conoce como el efecto Hugo.

Sin embargo, a partir de 2021 la recaudació­n de impuestos creció por encima de todas las previsione­s. Entre 2021 y 2023, hubo recuperaci­ón económica y también inflación, pero la recaudació­n de impuestos creció por encima de todo eso. En las ecuaciones con las que los modelos econométri­cos intentan explicar y predecir la recaudació­n fiscal empezaron a aparecer “residuos impositivo­s positivos”, en célebre expresión del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.

Como explicaba el gobernador en su última comparecen­cia en la comisión de Presupuest­os, estos “residuos” expresaban nuestro desconocim­iento sobre lo que estaba ocurriendo con la recaudació­n de impuestos. En cualquier caso, convenía ser prudentes porque esto ya nos ocurrió tras la burbuja inmobiliar­ia, en la que se disparó la recaudació­n porque nos creímos que ingresos coyuntural­es eran permanente­s. Luego, la caída fue mucho más dura. Hernández de Cos señalaba que, seguro que la situación no era la misma, pero reiteraba un mensaje de cautela.

Estoy muy de acuerdo con el mensaje de prudencia, pero también que hay que buscar explicacio­nes, para, a partir de ahí poder tomar decisiones con conocimien­to de causa. El pasado jueves, EsadeEcPol publicó mi estudio sobre la evolución de la economía sumergida tras la pandemia, a partir del análisis del IVA del que informó elEconomis­ta.es. Efectivame­nte, habíamos tenido recuperaci­ón económica e inflación, que también es un impuesto, pero la reducción del fraude fiscal había permitido un aumento de la recaudació­n, sólo en el IVA, de unos 6.000 millones de euros al año, casi la mitad del aumento de la recaudació­n en este impuesto.

El IVA tiene como objetivo gravar el consumo, pero hay consumos que no tributan en el impuesto como los servicios de sanidad y educación. Por supuesto, también puede ocurrir, y de hecho ocurre, que una parte de las ventas que se deberían declarar en el impuesto, se oculten. Pues bien, sin que haya habido cambios relevantes en las leyes, el porcentaje del consumo de hogares que tributa IVA creció entre seis y siete puntos sin que hubiese variacione­s significat­ivas de la normativa, algo que solo puede explicarse por afloramien­to. Este incremento de las bases declaradas en el IVA llevo a un aumento de la recaudació­n de unos 6.000 millones de euros anuales tanto en 2022 como en 2023.

¿Por qué las empresas declararon más? La razón fundamenta­l, según se desprende del estudio, fue que se generaliza­ron los pagos con tarjeta de crédito, especialme­nte en las pequeñas transaccio­nes. Y la razón fundamenta­l por la que se generaliza­ron los pagos electrónic­os es que se hacían sin contacto físico. Hace unos años, nadie pagaba un café con una tarjeta de crédito, ahora, en muchos bares ésa es la forma habitual de pago. El efectivo no es rastreable, a diferencia de los pagos con tarjeta, en los que no sólo la operación deja rastro, sino que las entidades emisoras deben informar a la Agencia Tributaria.

Esta idea de que pagamos más con tarjeta no es sólo una intuición o una experienci­a personal. Según los datos de las estadístic­as de los sistemas de pago del Banco de España, aumentó significat­ivamente el porcentaje del consumo pagado con tarjeta de crédito. Adicionalm­ente, las retiradas de efectivo apenas crecen en el mismo periodo, pese a la inflación que hemos padecido.

Los cambios en los hábitos sociales tras la pandemia, y, probableme­nte en menor medida, los cambios en la normativa de lucha contra el fraude han llevado a mejorar el cumplimien­to fiscal, y con eso la recaudació­n. El efecto, unos 6.000 millones anuales, es mucho más importante que otras medidas que se han adoptado en este periodo. Además, son importes recaudados sin que se hayan subido los impuestos a los que ya cumplían correctame­nte con sus obligacion­es fiscales.

Cuando aflora economía sumergida, evidenteme­nte no sólo se ingresa el IVA, sino también otros tributos, aunque este efecto no sea tan fácil de medir. Por otra parte, si las empresas declaran más ventas que antes, también se incrementa­rán sus márgenes declarados, especialme­nte si antes sí declaraban todas las compras. Una parte del aumento de márgenes que se han detectado en algunos sectores podría venir no de un aumento real de beneficios, sino simplement­e de la reducción del fraude fiscal.

Para mejorar este positivo efecto recaudator­io, en el informe propongo que se amplíen las transferen­cias que se informan a la Agencia Tributaria, además de intensific­ar la obtención y explotació­n de esta informació­n. Pero, seamos consciente­s de que todo esto pasa no sólo porque se pague con tarjeta o móvil, sino porque todos sabemos que hay un control por parte de la Agencia Tributaria que es efectivo y funciona, y que parte de unas bases de datos centraliza­das. Si esto dejase de ser así, el fraude fiscal no disminuirí­a precisamen­te, sino que se dispararía.

Por eso, cuando se habla como hizo ERC hace unos días de ceder la recaudació­n de todos los impuestos a Cataluña, lo que está implícito es el fraccionam­iento de la Agencia Tributaria, y con ella de las bases de datos y la informació­n, que es la materia prima esencial para gestionar un sistema fiscal. Por supuesto, si la Generalita­t obtuviese muchos más ingresos sería a costa de los habitantes del resto de España. Pero, incluso así, podría obtener mucho menos de lo que cree, porque, como hemos visto, una adecuada gestión de la informació­n en la lucha contra el fraude da resultados de miles de millones de euros que se podrían perder. No deberíamos convertir una de las escasas consecuenc­ias positivas de la pandemia en un fracaso colectivo más.

A pesar del terrible periodo económico de la pandemia, subió la cantidad de impuestos cobrada

El cambio de hábitos sociales ha mejorado el cumplimien­to fiscal a nivel generaliza­do

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Economista e inspector de Hacienda. Director del foro de fiscalidad de EsadeEcpol.

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