El Economista

La banca impulsa su productivi­dad

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Las entidades mejoran un 23,8% la facturació­n por empleado sin ajustes de plantilla ni cierres de sucursales

Ganar en productivi­dad y eficiencia ha sido una obsesión para la banca a raíz de la crisis financiera de 2008. Algo comprensib­le, ya que esta mejora fue clave para sobrevivir al largo periodo de márgenes estrangula­dos por los tipos de interés en mínimos que el sector sufrió hasta 2022. En ese contexto, la oleada de fusiones que redujo de 60 a apenas una docena de entidades permitió a la banca achicar costes por la vía de los ajustes. De hecho, desde entonces han desapareci­do la mitad de las oficinas y un 40% de las plantillas, limitando en gran medida la mejora de la productivi­dad que las entidades pueden obtener por la vía de los recortes de estructura. Más aún si se tiene en cuenta que la banca apuesta ahora por ampliar los servicios a sus clientes ofreciendo una mejor asesoría. Pese a ello, el pasado año, la banca dio un salto en eficiencia mayor al de ejercicios previos. Así, el volumen de facturació­n por empleado subió un 23,8% frente al 4-6% que venía avanzando dicho parámetro en años anteriores. Y si el análisis se realiza en función del negocio, la cifra administra­da por oficina engordó casi un 4%. Una importante mejora que no ha sido provocada por los ajustes sino por la expansión de los márgenes con el rally del euríbor. Pero, también, por el impulso del negocio, con el incremento en la contrataci­ón de productos como fondos de inversión y seguros de vida-ahorro que dejan mayores comisiones que los depósitos. Un aumentó que compensó el desplome sufrido por la nueva concesión de créditos. Con todo, este mal desempeño de la pata principal del negocio bancario puede impedir que el sector siga dando ejemplo de productivi­dad y eficiencia en los próximos ejercicios.

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