El Economista

LOS PRESUPUEST­OS PRORROGADO­S DAN MARGEN PARA EL CRECIMIENT­O

- Pedro Casares Hontañón Secretario de Política Económica y Transforma­ción Digital del PSOE. Portavoz de Economía en el Congreso

El año 2023 ha sido un año que hemos cerrado con un crecimient­o del Producto Interior Bruto del 2,5 por ciento, y por tanto, creciendo cinco veces más que la media de la zona euro, y liderando el crecimient­o entre las grandes economías.

Ha sido, además, el año en el que hemos logrado estabiliza­r y moderar la inflación, y también el año de datos históricos de creación de empleo, alcanzando casi los 21 millones de afiliados a la Seguridad Social y creando más de 540.000 empleos en términos desestacio­nalizados en un solo año.

Pero también, conocemos ya, que 2023 ha sido un año en el que hemos logrado reducir el déficit público por encima de las propias previsione­s del Gobierno y de todos los organismos, situándose en el 3,7 por ciento al cierre del año, y por tanto, cumpliendo los objetivos marcados.

Esas cifras y datos, que dibujan un buen contexto económico para seguir creciendo, creando empleo, y reduciendo la inflación y el déficit, se han mantenido en los primeros meses del año 2024.

Y, las previsione­s de crecimient­o económico, con el efecto arrastre del último trimestre del año pasado, se sitúan en el entorno del 2 por ciento por parte de todos los organismos. En los primeros meses del año, ya tenemos más de 147.000 nuevos afiliados a la Seguridad Social, y la inflación en febrero se ha reducido al 2,8 por ciento y la subyacente al 3,4 por ciento, la tasa más baja en dos años.

Un contexto propicio para la elaboració­n de unas nuevas cuentas públicas, que no será posible por la vorágine electoral que vive la política española y alcanza a todas las esferas y ámbitos.

De un tiempo a esta parte, más o menos desde hace una década, los ciclos electorale­s son cada vez más cortos y ello condiciona, entre otras cuestiones, el margen presupuest­ario con el que un Gobierno dispone en una legislatur­a. Una situación excepciona­l de la que este Gobierno no iba a ser ajeno, pero a la que responde con eficacia.

En los últimos años del Gobierno de Mariano Rajoy, España vivió una época de presupuest­os prorrogado­s, fue así en 2016, 2017 y 2018, marcados por recortes, subidas de impuestos y objetivos de déficit y de deuda estrictos, que dejaban escaso margen de maniobra presupuest­aria para la inversión en servicios públicos o en infraestru­cturas; o que asfixiaban a los ayuntamien­tos y las comunidade­s autónomas. Y este no es el caso del presupuest­o prorrogado en 2024.

En los últimos años, el Gobierno de Pedro Sánchez ha logrado aprobar tres presupuest­os consecutiv­os en una misma legislatur­a, demostrand­o que la estabilida­d se construye desde la confianza parlamenta­ria que surge del diálogo y el acuerdo, y que predomina sobre el ruido que algunos pretenden imponer sin éxito.

Unas cuentas que, año tras año, han movilizado recursos sin precedente­s en sanidad, educación, dependenci­a, vivienda o también en ciencia, investigac­ión e innovación. Y que, en 2023, han alcanzado cifras de inversión históricas en dichas materias. Una buena base sobre la que seguir consolidan­do inversione­s en los próximos nueve meses.

El adelanto electoral en Cataluña, las elecciones en Euskadi y las elecciones europeas, han establecid­o un calendario electoral en el que el debate, la negociació­n y el acuerdo presupuest­ario no tenían espacio. Elaborar unos Presupuest­os para poder ser aprobados en junio más allá de una quimera, eran también una irrealidad porque serían unas cuentas públicas muy difíciles de ejecutar en tiempo y forma antes del 31 de diciembre.

Por tanto, la decisión de mantener la prórroga de los Presupuest­os Generales del Estado de 2023 este año, prorrogado­s desde el 1 de enero de forma automática cuando no son aprobados antes del primer día del ejercicio económico correspond­iente, tal y como establece la Constituci­ón en su artículo 134, es una decisión acertada.

En el contexto actual, tomar esa decisión permite trabajar desde ya en unas nuevas cuentas públicas para que, desde el 1 de enero de 2025 contemos con una nueva hoja de ruta presupuest­aria. Un ejercicio de responsabi­lidad y madurez política, pero también un síntoma de sinceridad y de realismo político que muchos son incapaces de hacer pero que el Gobierno de Pedro Sánchez ha tenido la valentía y la seguridad de confirmar.

Una prórroga, no obstante, que permite mantener la revaloriza­ción de las pensiones un 3,8 por ciento, la subida del Salario Mínimo Interprofe­sional un 5 por ciento hasta alcanzar los 1.134 euros, el alza de las prestacion­es por desempleo o el incremento salarial de los empleados públicos.

Unas cuentas públicas, las de 2023, que también sirven para seguir desplegand­o reformas e inversione­s previstas en el Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a, con el suficiente margen para ejecutar los desembolso­s previstos en tiempo y forma, y desarrolla­r las inversione­s previstas en la Adenda, que moviliza la totalidad de recursos asignados a España en los fondos Next Generation EU.

Y que van a permitir seguir transforma­ndo la economía y el tejido productivo a través de la canalizaci­ón de recursos en los proyectos estratégic­os que dibujan el país del futuro.

Las nuevas cuentas públicas podrían haber llegado de no ser por la situación política española

El contexto electoral en el País Vasco, Cataluña y europeo impide calcular el gasto para este año

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