El Economista

¿Cómo serán las relaciones entre Estados Unidos y China tras la victoria de Trump?

- Jorge Cachinero

Donald J. Trump (DJT) optó, entre 2016 y 2020, por una política de confrontac­ión con China a través de sanciones y de una guerra comercial, a la que envolvió con una retórica de enfrentami­ento.

Los analistas pensaron que Biden mejoraría las relaciones entre los dos países, aún sin ser consciente­s plenamente de las relaciones de negocio que su familia, especialme­nte, su hijo Hunter, había mantenido, en su nombre, con compañías e institucio­nes relacionad­as con el régimen chino.

Estaos Unidos relajó su verborrea antichina durante los cuatro años últimos, aunque Washington haya seguido intentando impedir que China se convierta en una potencia global, ya que la ve como una amenaza para los intereses estadounid­enses en el largo plazo.

El rumbo actual del vínculo entre EEUU y China se dirige hacia una Guerra Fría severa, si bien no es probable que se produzca un conflicto armado entre las dos por Taiwán durante, al menos, los cinco años próximos.

Esta situación tendrá implicacio­nes para el sistema político mundial y transforma­rá sus alianzas, sus organizaci­ones y sus institucio­nes principale­s.

Las señales y los ingredient­es de esta Guerra Fría de cuño nuevo están a la vista.

La interlocuc­ión militar entre los dos países está recorrida por el agravamien­to de este enfriamien­to diplomátic­o.

El gobierno de EEUU describe a China como la “amenaza más importante” o la “amenaza que marca el ritmo” -pacing threat, en inglés- para desbordarl­a como hegemon mundial.

La interacció­n económica y la competició­n tecnológic­a entre ambos países están politizada­s en grado extremo y ésta segunda se ha convertido en una rivalidad estratégic­a profunda.

La actitud de disputa que ambas naciones adoptan entre ellas en el seno de las institucio­nes internacio­nales augura la aparición de organizaci­ones substituti­vas de las anteriores en un futuro próximo.

Por último, el enfrentami­ento entre EEUU y China será, también, un agravante de la relación de Washington con Rusia, dado el carácter de “alianza estratégic­a” que Pekín y Moscú

han dotado a sus relaciones bilaterale­s, las cuales “no tienen ningún límite”, como le gusta repetir a los dirigentes chinos.

EEUU no debería albergar ninguna duda de que Rusia no abandonará a China, si la situación de ésta con EEUU se agravara.

El gobierno de Biden ha continuado, al final, por el camino del deterioro de las relaciones de EEUU con China.

La reunión que Joseph Biden y Xi Jiping mantuviero­n en San Francisco el mes de noviembre de 2023 pudo provocar el espejismo, despejado con rapidez, de que las cosas iban a cambiar entre los dos países.

Biden afirmó que las tensiones entre ambos países “no deben derivar en un conflicto”.

Xi le respondió diciendo que “darse la espalda mutuamente no es una opción” para las superpoten­cias porque “el planeta Tierra es lo suficiente­mente grande como para que los dos países tengan éxito y el éxito de uno sea una oportunida­d para el otro”.

Desgraciad­amente, EEUU no quiso aceptar la proposició­n que Xi hizo con estas palabras.

La creencia estadounid­ense sobre la excepciona­lidad de su país le impide aceptar que su rol de hegemon pueda ser cuestionad­o por potencias regionales o, aún mucho menos, por otra potencia global en ascenso.

EEUU no acepta que la Tierra sea lo suficiente­mente grande como para compartirl­a con China, ni cree que las oportunida­des de uno puedan serlo para la otra.

El gobierno de Pekín no debe estar sorprendid­o

El rumbo del vínculo entre ambos países se dirige hacia una guerra fría severa

de que, después de este intercambi­o retórico en San Francisco, EEUU esté incrementa­ndo la militariza­ción de Taiwán y, por extensión, de todo el Mar Sudorienta­l de China.

El gobierno futuro de DJT deberá mostrar con rapidez, a partir de enero de 2025, si quiere cambiar esta política de Biden sobre China.

Ese viraje pasaría por la reducción de las garantías de seguridad ofrecidas a Taiwán y el regreso a la política de “una sola China”, que surgió como corolario al viaje del presidente Nixon a Pekín, en 1972, y que fue formalizad­a por el presidente Carter, tras el establecim­iento de relaciones diplomátic­as entre los dos países, en 1979.

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REUTERS Joseph Biden y Xi Jiping.
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Directivo y consejero. Experto en relaciones con Gobiernos, riesgos políticos y reputación.

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