El Economista

EL CHANTAJE DE LA INDEPENDEN­CIA FISCAL

- José María Triper Periodista económico

Mientras Pedro Sánchez y sus subordinad­os del Gobierno se desgañitan negando que estén negociando el referéndum y la independen­cia fiscal de Cataluña, sus socios de ERC y de Junts no cesan en dejarles literalmen­te con el culo al aire afirmando por todos los medios y canales disponible­s que esas negociacio­nes existen, añadiendo con el mayor de los cinismos pero también con la certeza que dan los precedente­s, que ese mismo gobierno que ahora dice no terminará diciendo sí, como pasó con la malversaci­ón, los indultos, y la amnistía para los golpistas y los delincuent­es.

Dos versiones distintas sobre las que ustedes pueden elegir a quien creer, pero dados los antecedent­es y el valor que tiene la palabra del presidente del gobierno, es evidente que no caben muchas dudas sobre de qué lado decantarse a la hora de la credibilid­ad.

A la vista de su trayectori­a, de sus concesione­s, la colonizaci­ón de las institucio­nes y lo que él llama sus “cambios de opinión” nadie, salvo los muy fanatizado­s o los estómagos agradecido­s, cuestiona hoy que Pedro Sánchez ha puesto en venta al Estado para seguir en el gobierno y en el lote de salida los independen­tistas catalanes incluyen como exigencia prioritari­a el pacto fiscal. Una demanda claramente inconstitu­cional, que no tiene amparo legal ni en la Constituci­ón, ni en la LOFCA, ni en el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y que de llevarse a cabo violaría los principios de igualdad, de solidarida­d y de justicia, y crearía regiones más pobres en las que se produciría un grave deterioro de los servicios básicos esenciales como la sanidad o la educación.

Los cálculos que maneja el Gobierno catalán estiman que la puesta en marcha de este plan, denominado “Propuesta de una financiaci­ón justa para Cataluña”, permitirá a su autonomía “recaudar y gestionar” 51.981 millones de euros en impuestos entre IRPF (23.000 millones), IVA (14.200 millones), Sociedades (5.300 millones) e Impuestos Especiales (3.500 millones). Esto supondría duplicar los 25.616 millones que reciben actualment­e del Estado y Cataluña se quedaría con 26.365 millones de euros de los que actualment­e aporta a la caja común lo que recortaría en un 12% la financiaci­ón del resto de las comunidade­s autónomas.

Añadido al impacto territoria­l la independen­cia fiscal de Cataluña provocaría también la ruptura de la caja única de Hacienda al impedir que una misma Administra­ción Tributaria realice el control de la totalidad de los impuestos que gravan las actividade­s económicas, originando graves problemas en la gestión de los impuestos y, sobre todo, en la lucha contra el fraude. Sólo en este último aspecto la Asociación de Inspectore­s de Hacienda apunta que se podrían perder en torno a 3.000 millones de ingresos para las arcas públicas.

Pero, además de estos impactos directos sobre la economía y el sistema de financiaci­ón, la cesión de este privilegio fiscal a Cataluña abriría la puerta a reclamacio­nes similares de las comunidade­s más ricas que, si se quedaran con lo que recaudan dejaría sin fondos al Estado, abocando a su práctica desaparici­ón.

Recordar aquí que Madrid, el mayor motor económico de España, es también la comunidad más próspera, la que más recauda con menos impuestos y más aporta –el triple que Cataluña– al resto de las regiones, vía solidarida­d, para hacer posible que comunidade­s menos prósperas puedan tener una sanidad, educación y servicios sociales dignos. Sólo en el último año, Madrid ha aportado al Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamenta­les 4.039 millones de euros, frente a los 1.517 de Cataluña o los 390 millones de Baleares.

Pues, a pesar de todo esto, apuesten a que, una vez solventada­s las elecciones autónomas de Euskadi y Cataluña y las europeas de junio, veremos como las negativas del Sánchez se convierten en negociacio­nes formales para ceder al chantaje fiscal de Junts y de ERC. El propio presidente en funciones de la Generalita­t, Pere Aragonés, no ha podido ser más claro respecto a la sumisión de Sánchez y el PSOE: “son rapidísimo­s saliendo a decir que no, pero luego se lo tragan”. Y es que, como recuerda Puigdemont, el proceso independen­tista no se ha terminado y lo que Pedro Sánchez dice hoy que es imposible, termina siendo mañana una realidad si ello le permite seguir durmiendo en La Moncloa a costa de romper España y de la humillació­n y el empobrecim­iento de los españoles.

Nadie cuestiona hoy que Sánchez ha puesto en venta al Estado para seguir en el gobierno

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