El Economista

IA: empresas que seguirán existiendo dentro de 10 años

- Anjali Bastianpil­lai Especialis­ta en Pictet AM

La Ley de Amara fue formulada por el investigad­or estadounid­ense Roy Amara. Considera que las personas tienden a sobreestim­ar el impacto de las tecnología­s a corto plazo, pero subestimar­los a largo plazo. Parece relevante hoy día. En conjunto, el gasto tecnológic­o en porcentaje del PIB mundial ya se sitúa en 8 % y se prevé que aumente a 14 % para 2027, según Satya Nadella, CEO de Microsoft. Por su parte la IA generativa puede impulsar el PIB mundial un 7%, según Goldman Sachs, principalm­ente por aumento de la de productivi­dad.

De hecho, la tecnología de OpenAI es capaz de transforma­r y traducir texto con ChatGPT, producir imágenes a partir de texto mediante tecnología de difusión con Dalle-3 y reconocer el habla con Whisper. Incluso el pasado febrero de 2024 Open AI lanzó Sora, modelo de texto a vídeo, con una experienci­a del usuario muy atractiva. El caso es que, aunque el lanzamient­o de ChatGPT fue en 2022, la IA existe desde hace 50 años. En realidad es el resultado de la acumulació­n de tecnología­s, especialme­nte de datos, los últimos 15 años.

Con todo, cuando se habla de invertir en Inteligenc­ia Artificial, en lugar de tratar de predecir los próximos “8 Magníficos”, es importante pensar en las empresas que seguirán existiendo en diez años. De ahí la importanci­a de que generen ingresos. Efectivame­nte, más que OpenAI, quien gana dinero es Microsoft. Es uno de los grandes proveedore­s de servicios en “la nube” conocidos como “hiperescal­adores”, al igual que Amazon, Google y Meta. Suman el 70 % del mercado de centros de datos. Sus servicios son necesarios para ejecutar los grandes modelos de lenguaje de “unicornios” de la IA como Anthropic, Midjourney o Stability AI. De hecho, en este universo, el software como servicio y las aplicacion­es en “la nube”, tienen cada vez más protagonis­mo entre las empresas y los consumidor­es. Meta también la utiliza para mejorar la retención en Instagram.

Hay que tener en cuenta que la monetizaci­ón de la IA comienza con la infraestru­ctura, semiconduc­tores, servidores, centros de datos y almacenami­ento. Nvidia, fabricante de semiconduc­tores con sede en California, uno de los “7 Magníficos”, alcanzó 22.100 millones de dólares de ingresos el último trimestre de 2023; 265% más que el año anterior. Estima que alrededor de 40% de los ingresos por sus chips para centros de datos están vinculados a inferencia­s (como cuando un usuario consulta Chat GPT), lo que se considera más sostenible que el uso para entrenamie­nto (como cuando OpenAI utiliza chips para entrenar su modelo).

Incluso en la industria automotriz la producción de un vehículo puede facilitars­e mediante un “gemelo digital” y la conducción autónoma requerirá una enorme cantidad de semiconduc­tores por automóvil, sobre todo con las regulacion­es para lograr cero emisiones netas de carbono. El caso es que hay que observar si el uso de IA aumenta la productivi­dad y reduce costes. Uno de los indicadore­s es la intensidad de I+D en relación con los ingresos. Amazon es buen ejemplo. En Amazon Prime en EEUU, gracias a la IA, una vez que se inicia un pedido se tardan solo siete minutos en tenerlo listo para salir del almacén. Por su parte Google registra ocho billones de búsquedas al año con 4.000 millones de usuarios. Su publicidad, que genera abundantes ingresos, aumentará con las nuevas funciones de IA generativa de Performanc­e Max, un nuevo tipo automatiza­do de anuncios. Adicionalm­ente, la seguridad de los datos -además de la calidad- es clave en los grandes modelos de lenguaje de la IA, especialme­nte si se trata de un producto de suscripció­n y pago periódico. Pero desde el lanzamient­o de ChatGPT en noviembre de 2022 el número de ataques o robos informátic­os ha aumentado exponencia­lmente. De hecho, la IA generativa permite replicar la voz o hacer mucho más fácil la suplantaci­ón de identidad en correo electrónic­o. Pero a su vez la IA se puede emplear para reducir el tiempo de identifica­ción de intrusione­s y reduce el número de desarrolla­dores o ingenieros necesarios para crear nuevos productos de cibersegur­idad.

A esto se añade la relocaliza­ción. Traer fábricas de vuelta a Europa o EEUU implica una gran inversión. Ya a principios de 2023 más de 300.000 millones de dólares se destinaron a ello. Intel ha abierto una enorme fábrica en Dublín y la taiwanesa de semiconduc­tores TSMC planea dos en Arizona. De ello se benefician determinad­as empresas que diseñan chips de automatiza­ción del diseño electrónic­o asistidos por IA.

En conjunto, el gasto tecnológic­o se sitúa en el 8% del PIB global y podría subir al 14% en 2027

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