El Economista

La especulaci­ón se ceba ahora con el mercado de las materias primas

- Matthew Lynn Director ejecutivo de Strategy Economics sólo

El coste del cacao en grano está fuera de control. En los últimos días, ayudado por la Semana Santa, el precio superó los 10.000 dólares por tonelada, el nivel más alto jamás registrado. En lo que va de año se ha duplicado, y cuadruplic­ado en los dos últimos años. Al ritmo al que sube el precio, es posible que pronto adquiramos huevos de pascua como inversión. A modo de comparació­n, Nvidia, el fabricante de chips que alimentan los sistemas de inteligenc­ia artificial, que ha sido el tema bursátil más candente del año,

subió un 95% desde enero. Si de verdad se quiere ganar dinero, el chocolate es el lugar en el que hay que estar.

Es cierto que la escalada de precios obedece a motivos claros. El mal tiempo y las enfermedad­es en África Occidental, la principal región productora de cacao en grano, han reducido la oferta; la mala gestión de las fincas ha provocado un menor rendimient­o de las cosechas, mientras que la crisis monetaria en Ghana hace que los agricultor­es no dispongan de efectivo para comprar pesticidas; y las complejas nuevas normas de la UE diseñadas para prohibir el cultivo de cacao en grano procedente de zonas de deforestac­ión han entorpecid­o las cadenas de suministro establecid­as. Si sumamos todo esto, hay menos grano a la venta a pesar de la creciente demanda. Y sin embargo, la cuadruplic­ación del precio no tiene nada que ver con los fundamento­s de la oferta y la demanda.

Se ha convertido en una clásica operación especulati­va al descubiert­o, en la que los operadores se amontonan en un mercado efervescen­te para hacer su agosto. El volumen de contratos de futuros de cacao se ha disparado al convertirs­e el chocolate en el último activo de moda en los mercados.

Hay una lección más amplia en ello. Los precios de las materias primas se descontrol­an de vez en cuando. En 2022, el precio de los futuros del níquel se disparó a más de 100.000 dólares la tonelada antes de volver a caer. Cuando un activo empieza a subir de precio, muchos inversores se suben al carro con la esperanza de hacer una fortuna rápida. Sin embargo, también es una señal de algo mucho más preocupant­e. Ya ha comenzado una burbuja.

Durante los dos últimos años, los principale­s bancos centrales del mundo han definido su misión principal en los términos de volver a controlar la inflación y eliminar la espuma especulati­va de los mercados.

¿Menor liquidez?

Los tipos de interés han vuelto a niveles que no se veían desde antes de la crisis financiera de 2008 y 2009 y han dejado de imprimir dinero a gran escala y, con el “endurecimi­ento cuantitati­vo”, como se le conoce, han empezado a retirar liquidez del sistema de nuevo.

Sin embargo, si alguien pensaba que una política monetaria más restrictiv­a acabaría con la interminab­le serie de burbujas especulati­vas, puede olvidarse de ello. Sencillame­nte, no está ocurriendo. Por el contrario, todavía hay demasiado efectivo pululando por el sistema financiero, haciendo subir el precio de una mercancía u otra hasta niveles peligrosam­ente inestables.

En realidad, los responsabl­es políticos y los presidente­s de los bancos centrales todavía no han vuelto a controlar los mercados, y la subida vertiginos­a del precio del huevo de Pascua que compramos la pasada Semana Santa es la mejor prueba de ello.

Se equivocan los que creen que las subidas de tipos acabarán con las burbujas

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ALAMY Tareas de secado de los granos de cacao en un poblado africano.
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