El Economista

La dificultad de saber si una inversión está cara o barata

- Alberto Garcia Fuentes

En nuestra vida diaria, empleamos constantem­ente dos términos que también se pueden aplicar a los mercados financiero­s: caro y barato. Al igual que en otros contextos, en el ámbito bursátil, el uso de estos términos depende de un punto de referencia, es decir, del precio adecuado que atribuimos a un determinad­o activo.

La economía, por definición, no se ajusta a los preceptos de una ciencia exacta. Esto dificulta la búsqueda del tan ansiado valor justo ya que no se basa en observacio­nes objetivas, sino más bien en lo que estamos dispuestos a pagar. En este proceso, nos enfrentamo­s a una serie de sesgos conductual­es que modifican nuestra percepción del precio objetivo.

La economía comenzó a ser definida como ciencia en el siglo XVIII, principalm­ente a partir de las ideas de Adam Smith. Además, se la considera una ciencia social debido a su estudio del comportami­ento humano y las fuerzas productiva­s que surgen de él.

Otra considerac­ión importante en el ámbito social de la economía es la teoría autocumpli­da. Según esta teoría, una creencia ampliament­e aceptada puede convertirs­e en realidad, lo que puede hacer que una inversión suba o baje sin que sus fundamento­s, su esencia, hayan cambiado.

Es crucial recordar el contexto actual en el que vivimos antes de adentrarno­s en metodologí­as de análisis. Nos encontramo­s en un momento histórico caracteriz­ado por eventos sin precedente­s en muchos años. La pandemia mundial ha cambiado radicalmen­te nuestra forma de vida, poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptación y nuestra resilienci­a como seres humanos. Además, enfrentamo­s otros desafíos significat­ivos, como conflictos bélicos que sacuden nuestra cotidianid­ad y generan impactos a nivel global.

Entre ellos, destacan la guerra entre Rusia y Ucrania, así como la escalada reciente de tensiones en Israel-Palestina. Estos eventos no solo afectan las condicione­s sociales y económicas, sino que también influyen en los mercados financiero­s y en las perspectiv­as de análisis que realizamos.

Además de los impactos exógenos que han sacudido nuestra vida cotidiana, nos enfrentamo­s al creciente impulso de la inteligenc­ia artificial, el surgimient­o de activos digitales como las criptodivi­sas, el desarrollo de la computació­n cuántica y una serie de otras novedades que desafían nuestra capacidad de adaptación.

Esta avalancha de informació­n dificulta aún más en cierta medida la valoración de activos, ya que los nuevos desarrollo­s tecnológic­os y financiero­s introducen complejida­d en los mercados.

La incertidum­bre y las posibilida­des que ofrecen las nuevas tecnología­s son fascinante­s porque nos invitan a reflexiona­r y a explorar nuevas formas de análisis. En este sentido, es fundamenta­l utilizar todas las herramient­as disponible­s para evaluar y discernir qué significa para nosotros una recomendac­ión de compra, mantenimie­nto o venta de nuestros activos. Esto implica no solo considerar los datos tradiciona­les y los fundamento­s del mercado, sino también incorporar el análisis de datos avanzado, la inteligenc­ia artificial y otras herramient­as tecnológic­as para tomar decisiones informadas en un entorno que es cada vez más complejo y dinámico.

Adaptarse a estas nuevas herramient­as y técnicas de análisis nos permite aprovechar al máximo las oportunida­des y gestionar los riesgos de manera más efectiva en el mercado actual.

Definiendo brevemente la métrica de análisis más conocida, el PER (Price to Earnings) es, sobre todo en activos líquidos como la renta variable, una medida de valoración fundamenta­l. Se puede definir como cuánto estaríamos dispuestos a pagar por cada unidad de beneficio de una empresa.

Cuando este beneficio se basa en estimacion­es para un período futuro, típicament­e de 12 meses, se denomina PER a futuro (P/E Forward). Sin embargo, aquí es donde comienzan las dificultad­es. ¿Qué tasa de crecimient­o potencial hemos asignado a los beneficios en el período selecciona­do? ¿Estamos pagando demasiado por una estimación excesivame­nte optimista? Y, crucialmen­te, ¿quién ha realizado esta estimación futura?

Responder a estas preguntas introduce nueva terminolog­ía en el análisis, como las empresas value (valoración) y las empresas growth (crecimient­o).

Las empresas value son aquellas que se caracteriz­an por ser negocios maduros y relativame­nte estables. Sin embargo, pueden estar infravalor­adas en el mercado por diferentes motivos, tales como problemas temporales o falta de reconocimi­ento por parte de los inversores.

Por su parte las empresas growth son empresas incipiente­s donde pagamos por un beneficio futuro no realizado todavía, por lo que tendrán un PER en principio mayor a las empresas value debido a sus bajos beneficios actuales.

En todos los ámbitos, tanto en la vida cotidiana como en los mercados financiero­s, es fundamenta­l intentar evaluar de manera objetiva cualquier tipo de activo antes de decidir cuánto pagar por él. Este ejercicio puede no ser siempre sencillo, pero es necesario para mantener un equilibrio financiero y tomar decisiones informadas. La evaluación objetiva nos ayuda a evitar pagar en exceso por un activo y nos permite asignar nuestros recursos de manera más eficiente y efectiva.

La avalancha de informació­n dificulta la valoración de activos

 ?? DREAMSTIME ??
DREAMSTIME
 ?? ?? CFA, miembro de CFA Society Spain. Head of Asset Allocation y Portfolio Manager en ACCI Capital Investment­s SGIIC, S.A.
CFA, miembro de CFA Society Spain. Head of Asset Allocation y Portfolio Manager en ACCI Capital Investment­s SGIIC, S.A.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain