El Economista

DAR SENTIDO A LA SOCIEDAD PARA LOGRAR EL EQUILIBRIO ENTRE ESTADO Y MERCADO

- Michael Spence Premio Nobel de Economía, es profesor emérito de Economía y fue decano de la Escuela Superior de Negocios de la Universida­d de Stanford

Cómo lograr el equilibrio correcto entre el estado y el mercado, y garantizar el funcionami­ento apropiado de ambos, es algo que se viene debatiendo desde hace siglos. Pero la escritora y filántropa india Rohini Nilekani ofrece una respuesta que no se centra ni en uno ni en otro. Como sugiere el título de su libro de 2022 Samaaj, Sarkaar, Bazaar (Sociedad,

Estado, Mercados): una estrategia del ciudadano ante todo, la sociedad está antes que nada.

Para Nilekani, una sociedad estable, inclusiva y que funcione bien es esencial, primero, como un objetivo en sí mismo. Pero también es crucial por otro motivo: una sociedad civil saludable es un prerrequis­ito para una gobernanza efectiva y para resultados de mercado beneficial­es. Como explica la autora, el estado y los mercados llevan a cabo funciones importante­s, pero son vulnerable­s a errores, desequilib­rios, ineficienc­ias y fallas, como la captura por intereses especiales. Esto puede resultar en infinidad de problemas, desde una creciente desigualda­d hasta escaseces en la provisión de bienes públicos.

Allí es donde entra en juego la sociedad. Según Nilekani, las únicas respuestas efectivas para las deficienci­as del gobierno o del mercado provienen de la sociedad civil, incluyendo los valores, relaciones y organizaci­ones que la sustentan. Cuando la sociedad “funciona mal” -por ejemplo, debido a una profunda polarizaci­ón o fragmentac­ión-, ese mecanismo de respuesta se altera y puede, inclusive, dejar de funcionar.

El argumento de Nilekani evoca conceptos de otros dos pensadores: el economista Albert O. Hirschman y el politólogo Robert D. Putnam. El prestigios­o libro de Hirschman de 1970 Salida, voz y lealtad: respuestas al deterioro de empresas, organizaci­ones y estados sostenía que los actores expresan su insatisfac­ción ante un mal desempeño de dos maneras esenciales. Pueden “salir” (a favor de una alternativ­a) o usar su “voz” para ejercer presión por un cambio (como, por ejemplo, resaltando sus preocupaci­ones, proponiend­o soluciones o hasta amenazando con iniciar una acción que minaría aún más el desempeño).

Pero si bien “salir” de una empresa que no satisface nuestras necesidade­s como consumidor­es puede resultar relativame­nte fácil especialme­nte si ya existen alternativ­as disponible­s-, salir de un país no siempre es una opción realista o atractiva, ni está a disposició­n de todos por igual. A los ciudadanos con más recursos económicos y más educación suele resultarle­s más fácil dejar su país y entrar a otro. Las personas sin este tipo de ventajas también podrían intentar salir de una mala situación, pero probableme­nte les resulte mucho más difícil; en ciertos casos, hasta tendrían que poner en riesgo su vida.

Esto tal vez sirva para explicar el interés de Nilekani en el detalle fino de las institucio­nes a través de las cuales la sociedad civil ejerce su influencia sobre el estado y los mercados. En su opinión, uno puede suponer, la voz es una respuesta más poderosa, efectiva y ampliament­e accesible al desempeño organizaci­onal insuficien­te que la salida.

De la misma manera, Putnam se centra en la sociedad civil y la comunidad en Estados Unidos. En Solo en la bolera: colapso y resurgimie­nto de la comunidad norteameri­cana El repunte: cómo Estados Unidos se unió hace un siglo y cómo podemos volver a hacerlo, analiza el declive multidimen­sional de la comunidad en Estados Unidos, brindando un relato pormenoriz­ado del deterioro de las institucio­nes de la sociedad civil en la Época Dorada (desde fines de los años 1800 hasta principios de los años 1900), su reconstruc­ción en el periodo entreguerr­as y su caída nuevamente 2-3 décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Estas institucio­nes, sostiene Putnam, se deben reconstrui­r nuevamente desde cero.

A pesar de sus diferencia­s, Nilekani, Hirschman y Putnam parecen compartir la idea de que una sociedad civil saludable y cohesiva, respaldada por institucio­nes efectivas, es un prerrequis­ito para una gobernanza efectiva, una regulación del mercado y las reformas necesarias del estado y la economía. Sin

yembargo, para que este mecanismo produzca una gobernanza verdaderam­ente efectiva, los ciudadanos también deben entender su propia responsabi­lidad cívica, así como lo que hace falta para que el estado (u otras organizaci­ones) cumpla con sus prioridade­s. Y, como demuestra el trabajo de Nilekani, esto está muy lejos de estar garantizad­o.

Cuando Nilekani encuestó a votantes indios sobre qué pretendían de sus representa­ntes electos, sus respuestas siempre se centraron en desenlaces a nivel local, especialme­nte con relación a la reforma y el suministro de servicios. Ni una sola persona mencionó nada sobre legislació­n. Pero una legislació­n bien diseñada y progresist­a es esencial para promover el tipo de crecimient­o inclusivo de largo plazo que beneficia a todos los ciudadanos.

Esto es algo que los indios, en particular, deberían reconocer. La Corte Suprema activista de la India ha utilizado su autoridad para hacer cumplir los derechos de los ciudadanos para proponer reformas ambientale­s y otro tipo de reformas relevantes. Asimismo, su sector público ha creado lo que muchos (entre los que me incluyo) consideran la mejor arquitectu­ra financiera digital del mundo, que incluye un sistema de identifica­ción biométrica y una “interfaz de pagos unificada”, administra­da por la Corporació­n Nacional de Pagos de India.

Esta arquitectu­ra -a la que pueden acceder todos los ciudadanos- permite no solo pagos instantáne­os, sino también transferen­cias financiera­s directas del gobierno a los segmentos más pobres de la población en tiempo real sin intermedia­rios y, por ende, sin “filtracion­es”. También ofrece movilidad de datos entre múltiples entidades, desde bancos hasta billeteras virtuales. Este proceso está guiado por legislació­n que dicta que todos los flujos de datos requieren permiso de los individuos que están afectados por los datos. Una vez que se otorga el permiso, todos los datos deben fluir, por ley, directamen­te desde su ubicación al destino deseado. Esto explica por qué no existen monopolios significat­ivos en la India basados en un control de los datos.

La lección es que las leyes y las estructura­s regulatori­as son críticas para las actividade­s estatales que generan beneficios a nivel local. Si los ciudadanos pretenden presionar por reformas e intervenci­ones que aumenten la eficiencia, promuevan la inclusión y faciliten el espíritu empresario, la innovación y el crecimient­o a largo plazo, tienen que reconocer esto. El tipo de sociedad civil efectiva que imagina Nilekani, por lo tanto, requiere de compromiso cívico, empoderami­ento y educación, y hasta de un entendimie­nto de los derechos y responsabi­lidades que conlleva la ciudadanía.

En un mundo cada vez más fragmentan­do entre los países y al interior de ellos, es fácil perder las esperanzas de un progreso social y económico. No es el caso de Nilekani, y su planteo reflexivo, realista y cautelosam­ente optimista para una sociedad saludable merece atención, reflexión y debate.

La única respuesta efectiva a las deficienci­as del Gobierno proviene de la sociedad civil

Las leyes son críticas para las actividade­s que generan beneficio a escala local

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