Oportunidad y riesgo en las OPV
Aunque pueda resultar tentador, no siempre es saludable salir con una valoración alta
El éxito se mide por la capacidad de atraer inversores estables y elevar la cotización
La salida a bolsa siempre marca un hito significativo en la trayectoria de una empresa. En este momento, se valida el modelo empresarial al asignarle un precio y una valoración en el mercado de valores.
Independientemente de las razones que motiven a una empresa, ya sea para que los fundadores desinviertan parcialmente, financiar el crecimiento a través de una ampliación de capital, utilizar las acciones como moneda de cambio en adquisiciones, o aumentar el conocimiento de la marca, cotizar es una decisión que conlleva riesgos.
Existen numerosos factores que influyen en el resultado de una oferta pública de venta (OPV) y para los cuales la empresa puede prepararse. La salida a bolsa es un proceso que requiere meses de trabajo, durante los cuales la compañía debería operar como si ya estuviera listada. Cotizar implica un cambio cultural y de mentalidad que requiere un período de adaptación, el cual debe ser lo más breve posible. El mercado exigirá que se cumplan las expectativas y se proporcione información de calidad desde el primer momento.
La volatilidad y los riesgos geopolíticos pueden ocasionar el cierre de los mercados financieros y dificultar la colocación de la compañía en un momento determinado. Este tipo de riesgo suele ser impredecible y no depende del emisor.
El precio de salida a bolsa es otro de los factores de riesgo. El éxito de una OPV puede ser evaluado desde la perspectiva del fundador de la empresa, quien busca vender una parte y obtener la mayor cantidad de dinero posible. Aunque pueda resultar tentador salir a una valoración alta, esto no siempre es saludable. Puede llevar a maximizar los resultados contables del ejercicio que se toma como base para la salida, lo cual puede afectar el crecimiento futuro.
Por lo general, el éxito se mide por la capacidad de atraer inversores estables a largo plazo y lograr un aumento en la cotización. El precio que los inversores están dispuestos a pagar está relacionado con la capacidad de crecimiento de la empresa. Defraudar las expectativas de resultados durante los primeros doce meses puede ser letal para la compañía. Los inversores se sentirán decepcionados e incluso engañados, lo que provocará que vendan sus acciones y es poco probable que vuelvan a invertir en la empresa. La cotización quedará en manos de inversores de corto plazo, lo cual aumentará la volatilidad. Es necesario establecer un precio de salida que sea atractivo para los compradores, pensando siempre en el largo plazo.
La elección del banco colocador también es un aspecto clave. Se selecciona uno o dos bancos de inversión internacionales y se forma un sindicato de bancos colocadores, generalmente aquellos con los que la compañía tiene relación.
Estos bancos dirigen el proceso y se ponen en contacto con los posibles inversores. Son ellos los que tienen conocimiento real de cómo se está desarrollando la colocación en función de las órdenes de compra de los inversores. En ocasiones estas compras están limitadas a un precio que puede ser inferior al deseado por la compañía. Es importante que la empresa tenga una visión realista del sentimiento de los inversores y evitar sorpresas de última hora. Contar con algún pequeño colocador independiente suele ser beneficioso. Hay que tener en cuenta que los bancos internacionales suelen sacar varias compañías a bolsa al mismo tiempo.
Una presentación adecuada de la compañía, conocida como equity story, es la carta de presentación ante el mercado. Este documento debe ser conciso y claro, incluyendo una breve descripción de la compañía, la dinámica del mercado en el que opera y su posición relativa. También debe exponer los objetivos a largo plazo, cómo se pretende alcanzarlos y cuál es la posición diferencial respecto a otros competidores. En bolsa, es importante respaldar la narrativa y estrategia de la empresa con hechos y cifras.
No se debe olvidar incluir los riesgos que enfrenta el modelo de negocio y cómo se gestionan. Es probable que el inversor no conozca la empresa, pero sí conoce la industria en la que opera.
Es fundamental incluir los parámetros que la compañía considera como los mejores indicadores operativos del negocio, así como los indicadores financieros que el equipo directivo considera más relevantes. Es importante tener precaución con el uso excesivo de las llamadas “medidas alternativas de rendimiento”. Estas métricas no contables, como el ebitda, suelen mostrar una evolución de los resultados más optimista que los datos contables. Los reguladores están cada vez más atentos al uso y a veces abuso de este tipo de datos.
Es crucial contar con directivos, un gobierno corporativo y un consejo de administración que posean la capacidad, experiencia y habilidades necesarias para establecer una relación a largo plazo con los inversores y comprender sus necesidades. El horizonte temporal de los gestores de fondos, en el mejor de los casos, es de doce meses, lo cual es muy corto en comparación con el período de maduración de las inversiones industriales. Invertir en una compañía siempre implica un coste de oportunidad para los inversores en relación con otras inversiones que podrían realizar.
Es posible que se piense que el tiempo dedicado a reunirse con accionistas se está restando a la gestión del negocio. Sin embargo, es importante reconocer que esto forma parte integral del negocio. Que los inversores soliciten reuniones es un valor intangible valioso, nunca una carga.
Cotizar en bolsa también implica aumentar los costes de la compañía. Se requerirá informar los resultados en fechas específicas, con plazos cortos para el cierre de cuentas y su publicación. Es necesario proporcionar más datos financieros y operativos, con mayor desglose, y además explicarlos a través de un departamento de Relación con Inversores.
Por lo general, es necesario invertir en la actualización de los sistemas de contabilidad y consolidación, así como mejorar los procesos internos de control de la información. La compañía debe mejorar su capacidad para estimar y acertar en sus predicciones de resultados futuros. Esto es esencial para mantener la credibilidad entre los inversores.
Las Ofertas Públicas de Venta (OPV) son una especie de burbuja en la que se logra una gran exposición frente a los inversores. Un punto de partida que se debe aprovechar para generar confianza. En el mercado de valores, generalmente no hay segundas oportunidades.