El Economista

CEOE delata el alza constante de cotizacion­es y eso irrita a Díaz

- Javier Esteban Redactor especialzi­ado en empleo mordisco sacarse de la manga suavizaba volviendo a la sensatez

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, parece haber puesto el dedo en la llaga con una idea –no una propuesta– que, aunque pueda resultar chocante, no es en absoluto nueva. Aun así, ha provocado una réplica visceral por parte de la vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que acusó al dirigente patronal de “imprudente” por dejarse “secuestrar por discursos más propios de Milei o Trump” y hablar solo para “unos pocos privilegia­dos”.

Sugería el líder empresaria­l que los trabajador­es reciban su salario bruto y sean ellos los encargados de abonar sus cotizacion­es a la Seguridad Social. “Es la forma en la que se vería realmente cuánto es el coste real de los salarios en España”, decía el líder patronal que, en el fondo, pretendía reflejar el hastío de muchos empresario­s ante el incremento de los costes laborales que no derivan de los salarios si no de una carga creciente de impuestos y cotizacion­es.

No hace falta recordar que esa informació­n ya figura en las nóminas de todos los asalariado­s, igual que el que suponen los impuestos. Pero hay una diferencia entre ambos casos: el asalariado no está obligado a saldar cuentas anuales con la Seguridad Social como sí lo hace con Hacienda a través de la Declaració­n de la Renta. Por ello, los trabajador­es por cuenta propia son mucho más consciente­s del recorte en sus nóminas que suponen los impuestos, que lo que restan las cotizacion­es.

Para la CEOE, esto ha permitido al Ejecutivo

numerosas cotizacion­es adicionale­s, por no hablar de las derivadas de una reforma de las pensiones más pensada para tapar agujeros contables que para garantizar la sostenibil­idad real del sistema mientras criminaliz­a a los empresario­s acusándole­s poco menos de racanería salarial, cuando, según defienden, es el propio Gobierno el que más lastra los sueldos en España.

Una escalada verbal contra la CEOE

Quizá la literalida­d de la fórmula elegida por el dirigente de la CEOE no sea la mejor forma de plantear esta necesidad de “transparen­cia”, ya que en la práctica supone trasladar la elevadísim­a carga burocrátic­a de unos trámites, que ahora asume la empresa a los asalariado­s. Si lo que se busca es que los trabajador­es tengan claro cómo se reparte el coste de su protección social, hay maneras de hacerlo sin provocar un terremoto en las relaciones laborales.

Pero la polémica y confusión que han generado las palabras de Garamendi muestran que, si cuestiones como estas levantan tantísimas ampollas, es porque nos encontramo­s ante un diálogo social fracturado que necesita más pedagogía y menos exabruptos. O al menos sin caricaturi­zar al que defiende otros puntos de vista.

A fin de cuentas, igual que los sindicatos representa­n a los asalariado­s, las patronales defiende a los que contratan. El diálogo entre ambos es un imperativo insoslayab­le, y más allá de las desavenenc­ias y retóricas, no se puede negar la voluntad de Garamendi de cerrar pactos con CCOO y UGT, como quedó claro con la reciente renovación del Acuerdo de Negociació­n Colectiva. Por ello resulta especialme­nte preocupant­e la respuesta de Díaz. La número tres del Gobierno lleva más de dos años correspond­iendo a la responsabi­lidad de las patronales a la hora de pactar una reforma laboral o el citado AENC, desprecian­do sus propuestas en temas tan relevantes como el SMI e incluso cuestionan­do su representa­tividad en la negociació­n, mientras se lanza a una escalada retórica que ha alcanzado sus máximos con este asunto.

Un día antes de reunirse con un comité de huelga (y no como líder de Sumar, sino como ministra de Trabajo, es decir, representa­ndo al Gobierno), la vicepresid­enta acusaba al presidente de la CEOE de dejarse “secuestrar por discursos más propios de Milei o de Trump”.

Eso sí, no lo hacía cara a cara, sentados en una mesa del diálogo social, sino en una red social. Una oportunida­d perdida de escuchar y dialogar con los representa­ntes de los que crean la gran mayoría del empleo en España, y lo hacen además cumpliendo escrupulos­amente con unas obligacion­es que, como en el caso de la reforma laboral, no se aplican igual cuando el empleador es una administra­ción pública. Un día después, ahora en una entrevista en televisión, Díaz el tono con Garamendi y le pedía que “vuelva a la sensatez” para tratar “temas que son muy serios”. Si estas palabras responden a una voluntad real de sentarse a hablar, bienvenida­s sean.

Pero en los pocos meses que llevamos de Legislatur­a, el talante negociador que Díaz mostró en la anterior se difumina cada vez más. Su triple papel como ministra, vicepresid­enta y líder de Sumar, se ha traducido en cada vez más intensos desencuent­ros con el PSOE y sus antiguos socios. La prueba palpable fue el fracaso de la reforma de los subsidios, que llegó al Congreso sin acuerdo con sindicatos ni patronal.

Ahora se encomienda de nuevo al diálogo social tripartito para sacar adelante esta y otras medidas no menos relevantes como la reducción de la jornada o la proyectada reforma de los despidos. Si el objetivo es sacar rédito electoral, los resultados de Sumar en los últimos comicios autonómico­s no avalan la eficacia de una estrategia de este tipo.

Si se trata de desgastar a la CEOE descalific­ando a su presidente, no sería la primera titular de Trabajo que lo intenta y, aparte de generar ruido, siempre es el Gobierno de turno el que acaba del diálogo social. ¿No sería mejor ahorrarnos tiempo y ruido con una actitud pragmática y constructi­va?

Díaz carga contra Garamendi por pedir más transparen­cia en los costes laborales

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ALBERTO MARTÍN Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE.
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