El Economista

La deuda total china marca récord histórico al llegar al 300% del PIB

Fithc rebaja la calificaci­ón ante los 9 billones de pasivo oculto de los ayuntamien­tos

- Carlos Asensio

La deuda de China marcó su propio récord en 2023 al ascender al 287,8% del PIB al cierre del ejercicio. Esto supone 13,5 puntos porcentual­es más que en 2022, según un informe de la Institució­n Nacional de Finanzas y Desarrollo.

El índice de apalancami­ento macro, que es de donde se extrae esta cifra, mide la deuda no financiera total pendiente en proporción al PIB nominal.

De ese total, el Instituto de Finanzas y Desarrollo, junto con el Centro de Balances Nacionales de China, cifra la deuda pública (que aglutina la del gobierno central, regiones y ayuntamien­tos en el 111,8%, frente al 77,2% que acumulaban en el año 2019, antes del estallido de la pandemia del Covid.

Precisamen­te, el mayor problema al que se enfrenta China es la cantidad ingente de deuda oculta que presentan sus administra­ciones locales. Las últimas estimacion­es la elevan a más de 70 billones de yuanes (9 billones de euros). Esto supone más del doble del PIB de Alemania.

El problema que tiene ahora China es cómo colocar esa deuda en los mercados y cada vez le va a ser más difícil. A la rebaja de calificaci­ón que emitió la agencia Moody’s de diciembre de 2023 a A1 en moneda local y extranjera, se suma la reciente rebaja de Fitch.

La agencia de calificaci­ón hizo lo mismo que Moody’s, un movimiento que “es poco probable que este movimiento sea una sorpresa para los mercados, dados los acontecimi­entos de los últimos años”, aseguró Lynn Song, economista jefe de Gran China de ING Economics.

Los factores clave que han considerad­o en la agencia de calificaci­ón para darle esta rebaja a la moneda local china está en los riesgos de los LGFV. Estas son empresas estatales creadas para pedir préstamos en nombre de las autoridade­s locales y son responsabl­es de la mayor carga de las deudas ocultas de los ayuntamien­tos. Generalmen­te, este tipo de deuda se contrae para invertir en proyectos públicos como carreteras y puentes.

Estos pasivos no registrado­s, que incluyen bonos LGFV con respaldo oficial implícito, se han acumulado a lo largo de los años hasta alcanzar entre 30 y 70 billones de yuanes, según algunas estimacion­es , y se convierten en una amenaza para la estabilida­d y sostenibil­idad fiscal y financiera del país.

Al mismo tiempo, también lo achacan a una desacelera­ción del crecimient­o económico y una transición del modelo de financiaci­ón pública anterior, que fue impulsado por los gobiernos locales que impulsaron la venta de tierras.

En este sentido Fitch aseguró que el gobierno central de China “asumirá una mayor parte de la carga fiscal, lo que tendrá el efecto de elevar su deuda en relación con el PIB, que ha sido comparativ­amente muy baja”, aseguran.

El ministro de Finanzas del país, Lan Foan, aseguró en una entrevista en el Diario del Pueblo en enero de este año que elevarán el gasto fiscal tras un año marcado por la incertidum­bre en la recuperaci­ón económica del gigante asiático tras los años de la política de ‘covid cero’.

En su momento no aclaró la cifra pero, tras las Dos Sesiones, el primer ministro, Li Qiang, confirmó que sería en torno al 3% del PIB.

Lynn Song aseguró que este incremento, junto con una baja probabilid­ad de que se adopten medidas significat­ivas de consolidac­ión fiscal antes de que se estabilice­n las perspectiv­as económicas “hacen posible que las agencias de calificaci­ón den el siguiente paso de un ajuste negativo de las perspectiv­as a una rebaja real de calificaci­ón crediticia en el próximo año o dos”.

La última vez que China recibió una ola de rebajas de calificaci­ón crediticia fue en 2017 para Moody’s y Standard and Poor’s y en 2013 lo hizo Fithc.

“Por lo general, después del ajuste de las calificaci­ones soberanas, también se revisarán las calificaci­ones a nivel de empresa, y podríamos ver movimiento­s similares en las próximas semanas para las perspectiv­as de los emisores de crédito chinos”, adelantó el experto de ING Economics.

Estímulo o consolidac­ión Las rebajas de calificaci­ón por parte de las agencias crediticia­s ponen ahora a China en la dicotomía de aplicar medidas de estímulo al crecimient­o o, por otro lado, aplicar correccion­es para abordar una consolidac­ión fiscal a largo plazo.

En el caso de los estímulos, está claro que necesitan apuntala el crecimient­o a corto plazo, ya que este año se fijaron un objetivo de expansión del PIB del 5% para este año.

Lynn Song califica esta medida de “importante para evitar caer en la trampa de la japonizaci­ón”. Con este término se refiere a que la economía caiga en el bucle de retroalime­ntación negativa de débil confianza, con una caída de los precios

El pasivo de las administra­ciones públicas cerró el año pasado en el 111,8% del PIB

de los activos y un crecimient­o económico más lento. “Esto hará que los niveles de deuda pública aumenten en el corto plazo”, advierte.

En el caso de las medidas de consolidac­ión fiscal, el experto de ING asegura que es posible “que pasen a un segundo plano frente a las preocupaci­ones de estabiliza­ción a corto plazo, y las expectativ­as de la deuda podrían empeorar antes de empezar a mejorar”.

La clave está ahora en cómo casar medidas de consolidac­ión fiscal a la vez que se establece un estímulo de la economía. Todo esto en un contexto de un mercado inmobiliar­io totalmente devastado y un consumo interno que cada vez está más mermado, lo que provoca una caída atronadora de los precios al consumo.

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REUTERS El presidente de China, Xi Jinping.

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