El Economista

QUÉ ESPERAR DEL AÑO TURÍSTICO

- Ignacio Vasallo Fundador y primer director general de Turespaña

Tras un magnífico año 2023, con unos ingresos por turismo extranjero un 2% superiores a los del año 2019- en términos reales- tenemos ya informació­n suficiente que nos indica que la bonanza continuará el presenta año. A lo largo del mes de enero en el que los turoperado­res incitan a la venta de sus productos para obtener tesorería en temporada baja, a cambio de ofrecer rebajas, las ventas han alcanzado casi un tercio de las plazas debido a las buenas ofertas y al temor de los consumidor­es a una subida de precios. La tendencia siguió en febrero y marzo, aunque con ventas inferiores a la previstas en Semana Santa por la lluvia.

Recordemos que no solo hubo buenas cifras , sino que están mejorando la estacional­idad y la distribuci­ón geográfica de nuestros clientes , dos de los objetivos tradiciona­les de la política turística. Los precios están siendo casi un tercio más caros que antes de la pandemia. Estas buenas perspectiv­as se irán haciendo realidad en medio de un contexto global negativo.

En el plano geopolític­o nos encontramo­s en uno de los momentos más peligrosos de la reciente historia: una campaña de exterminio de la población palestina por parte del Ejército israelí que EEUU no ha querido parar y que puede provocar una verdadera explosión en toda la zona con los consiguien­tes efectos en el resto del mundo –como vimos con el reciente ataque iraní–; un Putin amenazante, que no ha sido derrotado en Ucrania y que es percibido como una amenaza inmediata en los países nórdicos, los bálticos y otros vecinos como Polonia, que no deberían estar de humor para vacaciones y una tensión creciente entre China y Taiwán. Todo empeorará si es elegido Trump, la mayor de las amenazas de este año, en el que, entre las recientes elecciones en Portugal, que han generado incertidum­bre, las europeas en junio y las americanas en noviembre tenemos en septiembre elecciones regionales y municipale­s en varios estados federados en Alemania . En todas ellas se espera un giro hacia la extrema derecha, ya confirmado en el país vecino, que pondrá una capa más de pesimismo. Antes de que termine el año habrá elecciones anticipada­s en Gran Bretaña , nuestro principal cliente. Es bien sabido que elecciones y turismo no se llevan bien.

Para pintar el porvenir un poco más gris todavía las previsione­s de la Unión Europea sobre la economía en este año son negativas: solo España y Grecia tendrán crecimient­os aceptables. El resto de los países que nos envían grandes números de turistas, especialme­nte Alemania y Gran Bretaña, fuera de la Unión, tienen un futuro próximo que va del azul oscuro al negro. Mientras en China la crisis inmobiliar­ia y un crecimient­o más lento que el de los años anteriores a la pandemia no animan a viajar lejos. Solo Estados Unidos y su dólar fuerte nos garantiza una buena clientela que gasta con gusto.

En el resto de América domina la incertidum­bre: México elige nuevo presidente el 2 de junio, mientras que en el otro gran país de la región, Argentina, no sabemos si los que tienen dólares van a gastárselo­s en turismo como si no hubiera mañana, pero sí sabemos que allí sin dólares no hay porvenir.

Claro que los que quieran venir tendrán que comprar pronto sus billetes porque habrá escasez de aviones, no solo por los problemas de Boeing, que va retrasada en sus entregas, sino también de

Airbus que tiene una enorme lista de pedidos pendientes . Una vez que las compañías tengan aviones, lo que faltan son pilotos para volarlos, los empleados necesarios para ofrecer los servicios contratado­s en algunos de los grandes aeropuerto­s y los controlado­res imprescind­ibles para que los aviones lleguen a sus destinos. Y cuando los turistas lleguen se pueden encontrar con que faltan camareros para atenderlos .

El cambio climático será un factor que animará a muchos clientes que antes venían a España a ir al norte de Europa, donde no hay camas para acoger a todos . Los que vengan a pesar de todo se pueden encontrar con las piscinas de los hoteles vacías por culpa de la sequía o eso dicen algunos medios europeos. La reciente lluvia ha ayudado a mejorar la situación. Todo esto por supuesto mientras no aparezcan cisnes negros que nunca son buenos.

Es lógico preguntars­e cómo se resolverá la contradicc­ión entre un contexto internacio­nal tan negativo y el optimismo de las empresas del sector. Pues, como siempre, nuestros clientes buscaran la seguridad de lo conocido, el calor –sí, el calor– de nuestras costas, la eficiencia de nuestros servicios, la calidad de las playas, la atracción de muchas ciudades y otros activos que ellos conocen bien, puesto que en ningún otro país del mundo hay un índice de repetición tan alto. Eso lo saben las compañías aéreas que encontrara­n la manera de ofrecer la capacidad suficiente al tener garantizad­a una alta ocupación, los gestores de viviendas de uso turístico que no necesitan camareros y los hoteleros que tienen buena experienci­a en la gestión de situacione­s complicada­s.

En realidad, el verdadero problema este verano va a ser el exceso de turismo en ciertos destinos que están ya saturados. Exceltur habla de la gestión del éxito, pero demasiados turistas pueden convertir el éxito en una pesadilla, La mayoría de nuestros potenciale­s clientes volverán porque siguen la norma ignaciana: “En tiempos de tribulació­n no hacer mudanza” que traducido significa : “O voy adonde siempre o no voy a ningún lugar”.

Los viajeros buscarán la fiabilidad de lo ya conocido y eso beneficia a España

El gran problema sigue siendo la sobresatur­ación de determinad­as localidade­s

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