EL 79% DE LOS ODS PUEDEN CUMPLIRSE GRACIAS A LA IA
La incesante lucha contra el cambio climático requiere de un esfuerzo cada vez mayor, que se refleja en el uso de nuevas tecnologías como la IA o la realidad virtual, entre otros
Nuestro planeta pide ayuda. La emisión de gases contaminantes, el agotamiento de los recursos naturales o el crecimiento imparable de la población son algunos de los problemas más graves a los que se enfrenta la humanidad. Unos problemas que se ven acrecentados por el requerimiento, cada vez mayor, del ser humano de tecnologías que faciliten las tareas del día a día. Llegados a este punto, se hace difícil imaginar una vida sin smartphones, inteligencia artificial o coches prácticamente autónomos. Pero, desarrollar estos avances tecnológicos tiene un coste que va más allá del económico. Tiene un impacto ambiental.
Así, nos encontramos en un contexto en el que la sociedad demanda a las empresas un mayor esfuerzo por cuidar el planeta, pero sin renunciar a las comodidades que ofrecen estas tecnologías. De esta manera, compañías de todos los sectores tienen ante sí un gran reto: seguir innovando, pero
Los inversores consideran las prácticas sostenibles como un criterio muy importante
sin dejar de lado la sostenibilidad y el mantenimiento del entorno.
Esa situación ha llevado a las grandes empresas a apostar más por las llamadas tecnologías sostenibles. Estas se entienden como aquellas que, a través de la reutilización, reciclaje, conservación de recursos naturales y la eficiencia energética, logran minimizar su impacto ambiental. Pero, las ventajas no solo se materializan a través del cuidado del planeta y de los usuarios, sino que también supone un gran beneficio económico para las empresas. Al utilizar menos energía para llevar a cabo sus procesos y utilizar menos recursos limitados en todas sus etapas (creación, puesta en marcha y utilización), reducen sus costes productivos.
Beneficios de ser sostenible
A nivel financiero, la correcta gestión de los recursos conlleva un ahorro importante. La reutilización de elementos básicos en el día a día de cualquier actividad como es la energía, la tinta o la luz puede ayudar a sanear los gastos de una empresa. Más teniendo en cuenta que los negocios con “sello de sostenibilidad” suelen contar con beneficios fiscales. Lo mismo ocurre con las financiaciones. Los inversores y entidades financieras consideran las prácticas sostenibles como un criterio importante a la hora de ofrecer un apoyo económico.
Por otro lado, no son pocos los países que en los últimos años han puesto fuertes controles a la emisión de CO2 o al seguimiento del reciclaje a gran escala. De esta forma, el número de leyes y regulaciones ha crecido exponencialmente, por lo que apostar por el desarrollo sostenible no es solo una cuestión ética y social, sino también legal. Cumplir con la ley en materia de sostenibilidad puede evitar multas y sanciones, que se refleja en el ahorro de grandes cantidades de dinero para la empresa.
Paralelamente, atender las necesidades de la Tierra no solo es fundamental para garantizar un mundo mejor a las generaciones venideras, sino que además repercute positivamente en la reputación empresarial. Por su