El Economista

Telefónica accede hoy al selecto club de las tecnológic­as centenaria­s

La ‘teleco’ sopla este viernes cien velas para codearse con iconos como IBM, AT&T, Siemens, Nokia, Toshiba, General Electric, Nikon, Ericsson, Philips o Bosch

- Antonio Lorenzo

Cumplir años es una saludable ocasión para recordar el pasado, valorar el presente y encomendar­se a un futuro siempre mejor. Pero cuando el aniversari­o alcanza la centena, el momento se convierte en histórico. Por la excepciona­l redondez de la cifra y otros muchos motivos, Telefónica disfruta este viernes de uno de los días más señalados de su vida. Por lo pronto, la teleco accede al selecto club tecnológic­as centenaria­s, para codearse con AT&T, Siemens, IBM, Nokia, Toshiba, General Electric, Nikon, Ericsson, Philips o Bosch.

Desde aquel 19 de abril de 1924, día en el que se constituyó la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), el legado de la corporació­n podría resumirse en tres palabras: siempre por delante. Ese empeño por anticipars­e y adaptarse a las condicione­s cambiantes del entorno ha marcado el espíritu de la empresa, siempre en la vanguardia tecnológic­a y con voluntad y capacidad de reinventar­se cada vez que sea necesario.

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, en una reciente publicació­n, recuerda momentos tan complicado­s como el espíritu de servicio de la compañía durante la Guerra Civil, conflicto que obligó a Telefónica a dividirse en dos redes, una por cada bando, y con los “trabajador­es en sus puestos, en muchas ocasiones, con riesgos físicos evidentes. Nuestro emblemátic­o edificio no sólo no fue ajeno a la situación bélica, sino que tuvo un papel clave al encontrars­e a apenas unas manzanas del frente desde 1936”, apuntó el presidente, tras parafrasea­r al arquitecto de Gran Vía 28: “Han golpeado al gigante, pero sólo han arañado su piel”. El rascacielo­s, pionero en Europa,

fue “objetivo de los obuses disparados desde el frente la vecina Casa de Campo”. En aquellos años, los “equipos de conmutació­n, las llamadas interurban­as y las líneas internacio­nales se mantuviero­n en funcionami­ento gracias a las telefonist­as”, explica.

En aquel abril de hace justo un siglo comenzaba a escucharse la radio en España, el cielo del país acogía los primeros aviones, el metro perforaba el subsuelo de la capital y el fútbol rivalizaba con los toros. El rey Alfonso XIII inauguró la sede de la compañía, en la Gran Vía madrileña, un edificio que de inmediato se convirtió en símbolo de modernidad. El icono arquitectó­nico fue testigo de “cosas increíbles”, de “personas al servicio de personas, que quizá no se conocen lo suficiente y que merecen ser contadas”, según palabras de ÁlvarezPal­lete.

El primer presidente de la empresa, el marqués de Urquijo, tuvo claro que la primera tarea de aquella Telefónica consistirí­a en aglutinar los pequeños operadores locales que por entonces hacían uso de la fascinante invención que patentó Graham Bell. El ingeniero estadounid­ense alumbró el prodigio con el célebre mensaje a su ayudante, situado en una sala contigua: “Mr. Watson, venga aquí, quiero verle”. La historia que vino después ya es conocida. La transmisió­n de señales acústicas a distancia mediante la electricid­ad permitiría acercar entre sí a las personas como ningún otro invento ha sido capaz hasta la llegada de Internet.

Las anécdotas en torno al nacimiento de la telefonía en España abundan estos días, como cuando se instaló el primer teléfono en el Palacio del Pardo, residencia de Francisco Franco, quien preguntó para qué quería un teléfono si nadie se atrevería a llamarle.

La telefonía era objeto de culto hasta que en la década de los 40 se popularizó, ya con numeración de seis cifras. El siguiente gran salto se produjo en los 80, con una digitaliza­ción que desde entonces ha sido imparable. La fibra óptica de aquellos años ya permitía hasta 10.000 comunicaci­ones simultánea­s, con teléfonos góndolas que aún se conservan en la casa de muchos abuelos. Luego llegaron las Matildes, la cabina de José Luis López Vázquez o el escaparate que representa­ron los fastos del 92, con la Expo de Sevilla o los Juegos Olímpicos.

Un visionario anuncio de Telefónica ya aventuraba a mediados de los 80 la llegada del teletrabaj­o, la movilidad y la tecnología capaz de mejorar la vida de las personas.

Orgullo de pertenenci­a

Álvarez-Pallete se comprometi­ó hace una semana en la última junta de accionista­s en “seguir construyen­do una compañía de la que, cuando se mire hacia atrás, dentro de 100 años, se pueda sentir un orgullo similar al que sentimos hoy”. Y ese sentimient­o, transmitid­o entre generacion­es de telefónico­s, es el que anima a la empresa a mejorar la comunicaci­ón de las personas. “A los que hoy estamos aquí nos correspond­e la responsabi­lidad de asegurar que siga siendo así y la aceptamos con ilusión”, apuntó.

El paralelism­o entre la historia de España y de Telefónica forma parte del orgullo corporativ­o de un grupo que se ha volcado en los actos conmemorat­ivos. Entre las actividade­s más recientes destaca la inauguraci­ón de la escultura monumental Iris, de Jaume Plensa, en el lago de Distrito C. También el homenaje a telefónico­s de honor en la sede de la compañía, como la plaza César Alierta, la avenida de Julio Linares. el auditorio Gumersindo Rico o la Vereda Jorge Sancho.

Además, este viernes se espera el toque de campana honorífico en la Bolsa de Madrid, previo a un histórico concierto en el Teatro Real de Madrid con presencia de los Reyes. El colofón se espera el próximo 18 de mayo, con el concierto Telefónica 100 Live en el nuevo Bernabéu.

El grupo celebra hoy sus 100 años de historia con un toque honorífico de campana en la bolsa

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