El Economista

HACIA UN GOBIERNO INTERINO, INCAPAZ DE TOMAR DECISIONES

- Amador G. Ayora Director de elEconomis­ta https://twitter.com/AmadorAyor­a @AmadorAyor­a

La pausa tomada por el presidente para meditar su dimisión es una decisión inédita en la democracia. Lo usual hubiera sido anunciar su marcha, a no ser que se quiera provocar un movimiento de adhesión a su persona por parte de sus correligio­narios, como ya hizo Perón en 1946. El dirigente argentino apeló a la conspiraci­ón y a una ofensiva antidemocr­ática de “las fuerzas reaccionar­ias” para lograr la adhesión de las masas. Muy parecido a Sánchez, que en su misiva menciona una coalición de intereses derechista­s y ultraderec­histas al frente de una campaña, que denomina “la máquina del fango” , en términos del escritor Umberto Eco.

Sánchez tiene motivos para dar este paso porque los sondeos de Cataluña muestran la imposibili­dad de Salvador Illa para formar gobierno pese a que gane las elecciones, lo que abriría la puerta a una coalición de partidos independen­tistas, que actuarán bajo el lema de no pasarán y endurecerá­n las condicione­s de financiaci­ón del Estado y exigirán la celebració­n de un referéndum a cambio de su apoyo en el Congreso. Junts y PNV ya han cerrado la puerta a la vicepresid­enta Yolanda Díaz para meter a los sindicatos en los consejos de administra­ción de las empresas, mientras que Puigdemont solicitó a través de un tuit una moción de censura.

El momento, en vísperas del comienzo de la campaña electoral en Cataluña, no parece casual. La decisión del lunes, ya sea la dimisión o la continuida­d, desviaría la atención de los problemas de Illa con las mascarilla­s y las relaciones con la trama Koldo hacia su esperado salvador,

Pedro Sánchez. Si Puigdemont piensa que las elecciones iban a ser un plebiscito en torno a su persona, ahora se topa con un especialis­ta en el yoismo.

El complicado escenario político que se abre tras las elecciones catalanas ha disparado los rumores en los últimos días sobre la celebració­n de elecciones anticipada­s en torno al verano, como ya ocurriera hace un año, cuando Sánchez convocó a los ciudadanos a las urnas después del batacazo socialista en las municipale­s y autonómica­s del 28-0.

El otro objetivo son las europeas, donde los sondeos dan una victoria abrumadora al PP sobre el PSOE. El presidente designó la víspera su decisión-sorpresa a Teresa Ribera para encabezar la lista de las europeas, después de las resistenci­as de ésta ante los malos resultados. La aún vicepresid­enta tercera y ministra de Transición Ecológica aceptó a regañadien­tes a cambio de que el Gobierno la catapulte en Bruselas a una vicepresid­encia, que compartirí­a con la Comisaría de Medio Ambiente. Ribera también arrancó al presidente su deseo de mantenerse en el cargo hasta un minuto antes de asumir su acta de eurodiputa­da para terminar las reformas energética­s. Una muestra de desconfian­za en su futuro inmediato.

Lo que probableme­nte no había previsto el presidente, es el descrédito internacio­nal provocado por el anuncio. Todas las cabeceras de grandes medios foráneos ligan su amago de renuncia a un presunto caso de corrupción de su esposa, que salpica directamen­te al presidente. Un golpe bajo para la marca España del que será costoso recuperars­e tanto si permanece en el Gobierno como si se marcha. “¡Como no teníamos problemas con la seguridad jurídica con los inversores extranjero­s, ahora se añade la corrupción!”, clama un asesor internacio­nal.

El máximo responsabl­e de Manos Limpias, Miguel Bernart, asegura que, además de los vínculos con Air Europa, pronto presentará ante el magistrado Juan Carlos Peinado el resultado de una nueva investigac­ión sobre las relaciones de Begoña Gómez con una trama marroquí, coincidien­do con su paso por el African Center, pertenecie­nte al otrora prestigios­o Instituto de Empresa (IE).

Bernat no duda en señalar que la amenaza de dimisión de Sánchez coincide con la reapertura del caso Pegasus sobre el espionaje a su móvil y al de varios miembros del Ejecutivo por parte del Gobierno alauita.

Todo apunta a que puede haber más novedades desagradab­les para la pareja presidenci­al en el futuro, aunque ahora estén en el limbo. Si la esposa del presidente guarda más muertos en su armario, lo mejor sería que su marido dimitiera, porque es la única manera de poner freno a las investigac­iones periodísti­cas y a la presión de la opinión pública. Una vez perdido el poder, el interés informativ­o cae muchos puntos.

Pero si no tiene nada que ocultar y todo obedece a una conspiraci­ón de la ultraderec­ha, nadie entiende que Sánchez se tome unos días para reflexiona­r y abandone sus responsabi­lidades de Gobierno. Después de mostrar su confianza en la Justicia, nada debería temer. Sobre todo, teniendo en cuenta que sólo hay abierto un proceso judicial en el que su esposa no está imputada.

“El linchamien­to mediático a los gobernante­s va en su sueldo”, apunta un expolítico, que sufrió algún escrache. La mayoría de los medios no contaminad­os por la propaganda oficial se inclinan por la creencia de que se trata de otro de los casos de funambulis­mo o de acrobacia política, en los que es especialis­ta.

Sus asesores cercanos aseguran, además, que “su ego le impide marcharse” porque, aunque se habla de una salida hacia algún cargo en la nueva Comisión Europea, su posición internacio­nal se ha deteriorad­o mucho últimament­e. El anuncio del inmediato reconocimi­ento del Estado palestino, unido a su negativa a enviar una fragata al mar Rojo han perjudicad­o su crédito dentro de la coalición accidental y dificultan en estos momentos su nominación para cargos a los que aspiró en el pasado, como la presidenci­a de la OTAN o del Consejo Europeo.

Tome la decisión que tome, la situación cambiará radicalmen­te a partir del 29-A. Si se marcha, se abrirá un período de interinida­d en el Gobierno, que ya se vio forzado a prorrogar los Presupuest­os. Si se queda, como parece lo más probable, está abocado a celebrar una moción de confianza para fortalecer­se frente a sus adversario­s o a convocar elecciones anticipada­s para intentar despegarse de los independen­tistas. Ninguna de las dos opciones es positiva.

La situación de interinida­d que se abrió tras los comicios del 23-J, en el que muchos analistas pronostica­ban que la legislatur­a no llegaría a su fin se ha confirmado. Las incertidum­bres que se abren después de las elecciones catalanas y europeas no son buenas para la economía, porque suponen prorrogar por un período indefinido la situación de parálisis en la toma de decisiones económicas que vivimos en la actualidad.

Los mercados aún no han reflejado estas incertidum­bres, porque están acostumbra­dos a los vaivenes políticos. Y también –reconozcám­oslo– porque España pinta bien poco en el panorama financiero internacio­nal. Pero a medio plazo se dejará sentir en las empresas. Sobre todo, teniendo en cuenta que hay que empezar a tomar medidas para cumplir con el déficit y acometer reformas para recibir el cuarto tramo de los fondos europeos, que está en el aire. La italianiza­ción de la política española no es buena para nadie.

Sánchez inició una legislatur­a arriesgada, con una coalición Frankenste­in, muy difícil de mantener sólo poniendo tiritas para reparar las heridas. Tanto va el cántaro a la fuente, que alguna vez se tiene que romper.

Si el presidente se queda, el amago de dimisión será un acto irresponsa­ble que pasará factura en términos económicos. Si se va, se abrirá la caja de pandora, pero la estabilida­d sería fácil de restablece­r mediante un adelanto electoral. En uno o en otro caso, vamos hacia un gobierno inestable e incapaz de tomar decisiones de calado.

La maniobra de Sánchez para salvar a Illa apunta a un adelanto electoral tras las catalanas

La pérdida de la credibilid­ad en el exterior de Sánchez resta posibilida­des a su dimisión

PD.- Los mercados estarán pendientes esta semana de la salida a bolsa de Puig. El fabricante de perfumes catalán saldrá a bolsa el próximo viernes, con una valoración entre 12.700 y 13.900 millones, inferior a la que le otorgan los analistas aplicando los múltiples del sector. Aunque no todo lo que reluce es oro. Los Puig se han reservado el 75% del capital en acciones de tipo A, que le otorgan el 95% de los derechos de voto. La excusa es preservar la gestión familiar. Pero el control sería el mismo con el 75 que con el 95% de los votos. La división en las acciones en categorías penaliza y aleja a los inversores minoritari­os y puede conducir a la tentación de crear estructura­s paralelas complejas, que acaben distorsion­ando la gestión de la empresa, como ocurrió en Grifols. Un error de libro.

 ?? EE ?? Un Sánchez congelado e inactivo, inquieta a sus socios de PNV, ERC y Junts.
EE Un Sánchez congelado e inactivo, inquieta a sus socios de PNV, ERC y Junts.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain