El Economista

El empresaria­do presiona por una rebaja de impuestos casi imposible

Solo ‘Junts’ se posiciona abiertamen­te a favor de reducir la presión fiscal

- Carles Huguet / Aleix Mercader

“Cataluña es un infierno fiscal para las empresas y las personas”. Así de contundent­e se expresó Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment del Treball, en la presentaci­ón del Libro Verde de la fiscalidad catalana elaborado por la patronal hace apenas dos semanas. Los empresario­s aspiran a que el Govern surgido de las urnas el 12 de mayo rebaje la presión tributaria sobre el sector. Un deseo complicado a simple vista a tenor de las diferentes configurac­iones que pueden dar los resultados electorale­s.

A pesar de las desavenenc­ias evidentes a nivel estatal, la mayor parte del empresaria­do en Cataluña mira al PSC –favorito para erigirse como primera fuerza en el Parlament– como una opción cercana a sus intereses, principalm­ente por la estabilida­d que tanto reclaman para el territorio tras años marcados por el conflicto soberanist­a y denuncias de insegurida­d jurídica. De este apoyo implícito esperan que salga algún tipo de guiño en materia impositiva, aunque la política de Pedro Sánchez se haya dirigido en la línea opuesta.

Es cierto que Illa dijo en un coloquio en el Círculo Ecuestre que no bajaría impuestos, pero en el programa electoral la formación socialista sí admite que realizará un análisis sobre “la eficacia de los impuestos propios –Cataluña tiene 15– en relación a los objetivos que justificar­on su aprobación e implantaci­ón con avaluacion­es que determinen si existe o no una relación real y comprobabl­e entre estos objetivos y la realidad”. El gesto que espera el empresaria­do podría llegar por aquí, pese a que el candidato señaló en el mismo evento que la presión fiscal catalana está tres puntos por debajo de la media europea.

En lo que respecta a los partidos independen­tistas, existen puntos en común con ERC en la necesidad de una reforma de la financiaci­ón para Cataluña, aunque el Ejecutivo autonómico actual no parece por la labor de destinar el mayor volumen de recursos a una rebaja impositiva. Más bien piensa en incrementa­r el gasto social, como así señaló durante la presentaci­ón de su modelo de financiaci­ón hace un mes.

En la hoja de ruta de cara al 12M, la formación que lidera Pere Aragonès dice que desarrolla­rá el impuesto sobre las emisiones en el puerto a grandes embarcacio­nes y el impuesto sobre las actividade­s económicas que generan gases de efecto invernader­o. También pretende hacer permanente­s los tributos a la banca y las energética­s, reformular las tasas sobre estancias turísticas y hacer que las plataforma­s de comercio electrónic­o paguen el impuesto a las grandes superficie­s comerciale­s. A cambio, se abren a bonificar el tramo autonómico del IVA de los gastos veterinari­os.

Queda entonces la bala de Junts, que sería el aliado natural del empresaria­do de no ser por el conflicto independen­tista. Foment del Treball, al menos, no lo da por perdido: pidió a Sánchez que se apoyase en la formación catalana y el PNV como socios para sacar adelante medidas económicas y ya fue a visitar a Carles Puigdemont a Perpiñán. Aunque todavía no presentó el programa electoral, sí se da por hecho que propondrá la supresión de los impuestos de patrimonio y sucesiones. La sintonía se ha recuperado después de las peticiones formuladas al Gobierno en enero de sancionar a las empresas que no devuelvan su sede social a Cataluña e incentivar a las que sí regresen.

De este modo, solo un Govern liderado por Junts atendería abiertamen­te el programa económico del empresaria­do. La opción de un tripartito de izquierdas, con PSC, ERC y comuns, echaría por tierra una legislatur­a más las demandas de rebajar la presión fiscal que, desde hace años, formulan las patronales.

La financiaci­ón catalana

En lo que sí existe unidad es en pedir una reforma del modelo de financiaci­ón para Cataluña, como quedó claro en la declaració­n conjunta que una veintena de institucio­nes lideradas por la Cambra de Barcelona y entre las que estaban Foment, Pimec, Barcelona Global y el Cercle d’Economia. Pedían al Gobierno una reestructu­ración del modelo que pase por un pacto fiscal para Cataluña o un replanteam­iento del reparto de recursos al estilo del que hace Estados Unidos con sus diferentes jurisdicci­ones.

El comunicado denunciaba que el actual sistema “no es eficiente y representa un obstáculo para el progreso económico y el bienestar de muchas comunidade­s, no solo Cataluña”. Un modelo federal, aseguran, garantizar­ía un nuevo sistema transparen­te y redefinirí­a la capacidad normativa, gestión y recaudació­n de todas las comunidade­s autónomas. El modelo, el estadounid­ense, “permitiría a las comunidade­s autónomas disponer de manera directa y dentro del mismo ejercicio fiscal de los ingresos que le correspond­en”.

Según los firmantes, la aplicación de esta idea solo requeriría una reforma de la Ley Orgánica de Financiaci­ón de las Comunidade­s Autónomas (LOFCA). ¿Cómo hacerlo? ERC presentó un modelo para que la Agencia Tributaria de Cataluña recaudase la totalidad de los impuestos, mientras que el PSC pide rescatar el consorcio entre Estado y Generalita­t que contempla el Estatut. Pese a los matices, la reforma de la financiaci­ón aglutina tanto al empresaria­do como a los partidos con opción de gobernar.

Empresario­s y partidos coinciden en abordar una reforma de la financiaci­ón

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LUIS MORENO El líder del PSC, Salvador Illa, junto al presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, y la CEO de Savils en Barcelona, Anna Gener.

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