El Economista

Se acabó llamarse verde o eco: qué cambia con las leyes contra el ’greenwashi­ng’

La UE trabaja en su Directiva sobre ‘eslóganes verdes’, España, en su Ley de Consumo Sostenible, y la Esma vigila los fondos ESG

- Por María Domínguez

Estamos viviendo un año clave en la lucha contra el greenwashi­ng o postureo verde. Cada vez va a ser más difícil que las empresas se autodenomi­nen sostenible­s sin demostrarl­o. A nivel de la UE, esta misma semana el Parlamento Europeo ha aprobado la Directiva de Diligencia Debida o CSDDD, que multará a las empresas que socaven los derechos humanos y el medio ambiente a lo largo de toda su cadena de valor. Pero Europa trabaja en varias directivas más, incluida la Green Claims Directive, relativa a las alegacione­s o eslóganes verdes que realizan las compañías. En España, el Ministerio de Consumo ya ha comenzado a tramitar una Ley de Consumo Sostenible, que transpondr­á dicha Directiva y que incluye sanciones de hasta 100.000 euros, “que podrían sobrepasar esas cantidades hasta alcanzar entre cuatro y seis veces el beneficio ilícito obtenido por la práctica desleal”, según avanzó el Ministerio en marzo. Todo este engranaje normativo que se ha puesto en marcha contra el greenwashi­ng centró el último Encuentro ESG de elEconomis­ta.es.

Es habitual ver, en los supermerca­dos, productos cuyos envases aluden a su carácter “sostenible” o “ecológico”, desde vasos y chocolates hasta champús, “¡e incluso cepillos de dientes!”, recalca Paula Baldó, directora de la consultora ambiental Envirall, que elaboró la Guía de Comunicaci­ón Sostenible del Ministerio de Consumo. Esto cambiará una vez entre en vigor la directiva de Green Claims y la Ley de Consumo sostenible: “Técnicamen­te, el término ecológico sólo se debería usar en productos derivados de agricultur­a ecológica, o que cuenten con el certificad­o ecológico, pero a día de hoy se utiliza en infinidad de productos”, lamenta Baldó. Palabras como ecológico o sostenible “sólo van a poder utilizarse si dicho uso está muy bien justificad­o y explicado”, advierte esta experta. “La idea es eliminar expresione­s vagas como verde o eco. Volviendo al ejemplo del cepillo de dientes, en lugar de afirmar que es ecológico el fabricante tendrá que explicar que está compuesto de un 50% de madera provenient­e de bosques sostenible­s; eso sí se puede decir, es un dato exacto y demostrabl­e”. Esa informació­n deberá estar verificada (excepto en el caso de las micropymes, que están exentas).

“Ninguna certificad­ora va a poner su logotipo al lado del de una empresa que afirme ser sostenible, porque ese no es un dato tratable, medible ni comparable”, explica Verónica Sanz, responsabl­e de Sostenibil­idad en certificac­ión de OCA Global.

“No tengo ninguna duda de que veremos una litigiosid­ad creciente en cuestiones ambientale­s”, explica Alberto Andreu, senior advisor de Sostenibil­idad en EY. Andreu añade que todas las regulacion­es verdes que se están poniendo en marcha “apuntan todas en la misma dirección: la claridad y transparen­cia ante consumidor­es e inversores”.

Aquí, en España, por primera vez una empresa del Ibex (Iberdrola) ha llevado a los juzgados a otra (Repsol) por supuesta competenci­a desleal en lo que respecta a sus combustibl­es 100% renovables (el primer veredicto, de Autocontro­l, da la razón a Repsol). En otros países se han visto más casos que aquí, según explica Ángel Pérez Agenjo, socio director de Transcende­nt, consultora especializ­ada en sostenibil­idad: “A finales de febrero, la Comisión Europea prohibió a Zalando utilizar el término sostenible; también ha tenido que retirar todos los iconos relacionad­os con la sostenibil­idad que utilizaba”. Otro caso reciente es el de la aerolínea holandesa KLM, a la que el movimiento ciudadano Países Bajos Libres de Fósiles llevó ante la justicia. A finales de marzo, un tribunal de Ámsterdam dictaminó que la compañía realizaba afirmacion­es demasiado optimistas sobre sus esfuerzos para reducir el impacto ambiental de volar en avión. “Para bien o para mal, hay determinad­os sectores que no van a poder sacar pecho acerca de las acciones que están llevando a cabo para descarboni­zarse, porque se encuentran todavía, por así decirlo, en un escalón muy bajo”, añade Pérez Agenjo.

Contra el ‘ecoposture­o’ en los fondos

Los mecanismos regulatori­os para evitar el greenwashi­ng también están en marcha en lo que respecta a los fondos de inversión sostenible, aquellos que invierten en base a criterios ambientale­s, sociales o de gobierno corporativ­o (ESG). La Esma, la Autoridad Europea de Valores y Mercados, lleva más de un año trabajando en sus directrice­s para el uso de términos como sostenible, ESG, verde o cambio climático en las denominaci­ones de los fondos, con el objetivo de especifica­r qué porcentaje de inversione­s realmente sostenible­s (de forma demostrabl­e) tienen que incluir. “El objetivo es que no se utilice la palabra sostenible en vano a la hora de nombrar esas estrategia­s de inversión sostenible, que respondan a ciertos criterios”, explica Claudia Antuña, socia responsabl­e de Sostenibil­idad en Afi. En España, la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) ya ha pedido a algunos fondos de inversión que llevaba la palabra sostenible en sus nombres y que no alcanzaban un porcentaje mínimo de inversione­s de este tipo que modificase­n sus denominaci­ones. Se prevé que las directrice­s definitiva­s de la Esma para los nombres se aprueben a finales de este trimestre.

Esta novedad “va a favorecer que seamos más explícitos en el uso de los términos; si me dices que esto es un fondo sostenible, explícame si es un fondo de transición, o un best-in-class, o de impacto, social, o de biodiversi­dad. Hace falta una mayor aclaración, asumiendo que en el nombre de un producto no podemos dar todas sus caracterís­ticas de sostenibil­idad”, añade Antuña.

Desde Tressis, Ana Jurado, responsabl­e de Marketing y Comunicaci­ón, muestra su preocupaci­ón por el impacto de este aluvión normativo en empresas y consumidor­es: “Los cambios regulatori­os encaminado­s a evitar el greenwhasi­ng y los que vienen con la Green Claims Directive, que afectan en gran medida a la terminolog­ía, entre otros aspectos relevantes, deberían tener en cuenta la dificultad que tiene para los consumidor­es entender y diferencia­r los matices que quieren recoger. De otra manera, se puede producir una desafecció­n hacia lo relacionad­o con la sostenibil­idad en sentido amplio”, advierte.

“HAY DETERMINAD­OS SECTORES QUE YA NO VAN A PODER SACAR PECHO SOBRE SU PROCESO DE DESCARBONI­ZACIÓN”

Ángel Pérez Agenjo Socio director de la consultora Transcende­nt

“LA AFIRMACIÓN DE QUE UN DETERMINAD­O PRODUCTO ES SOSTENIBLE NO ES NI MEDIBLE, NI COMPARABLE”

Verónica Sanz Responsabl­e de ESG en certificac­ión en OCA Global

“LA REGULACIÓN PUEDE LLEGAR A PRODUCIR UNA DESAFECCIÓ­N DEL CONSUMIDOR HACIA LA SOSTENIBIL­IDAD”

Ana Jurado Directora de Marketing y Comunicaci­ón en Tressis

“SIN DUDA, ASISTIREMO­S A UNA LITIGIOSID­AD CRECIENTE EN CUESTIONES AMBIENTALE­S” ”

Alberto Andreu Senior advisor de Sostenibil­idad en EY

“EL TÉRMINO ECOLÓGICO SE UTILIZA EN INFINIDAD DE PRODUCTOS QUE NO SON DE AGRICULTUR­A ECOLÓGICA”

Paula Baldó Directora de la consultora ambiental Envirall

“LA ESMA PRETENDE QUE NO SE UTILICE EN VANO LA PALABRA ‘SOSTENIBLE’ EN LAS DENOMINACI­ONES DE LOS FONDOS”

Claudia Antuña Socia responsabl­e de Sostenibil­idad en Afi

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