NECESARIO IMPULSO A LA INVERSIÓN DE IMPACTO
El sector de la gestión de patrimonios se desarrolla y cambia a enorme velocidad gracias a la tecnología y la necesidad de adaptarse a las necesidades del cliente y la sociedad. Las finanzas, y la economía en general, entran en juego. Es una industria de personas, en la que se debe tener una conciencia social. Además, como fiduciario se realiza una labor fundamental para que las personas puedan cumplir sus objetivos a lo largo de su ciclo vital.
Los objetivos fiduciarios, además de los tradicionales y fundamentales de retorno y riesgo, han ido incorporando variables cualitativas. Inversiones éticas, RSC, sostenibles, ESG y de impacto social. Las inversiones de impacto persiguen un binomio rentabilidadriesgo competitivo, además, de un impacto positivo a nivel social. La Agenda 2030 asigna al sector privado un papel fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el capital financiero es necesario junto al sector público para afrontar retos globales a nivel social y medioambiental.
La industria crece en España, tanto en activos bajo gestión como en inversores y vehículos. Los activos rozaron los 3.000 millones de euros en 2022, creciendo interanualmente por encima del 20%. Son datos prometedores, pero aún no representan ni un 1% del total de patrimonio en fondos de inversión. Con objeto del fomento de la inversión de impacto, se están dando pasos relevantes a nivel regulatorio (SFDR, reglamento de divulgación de Finanzas Sostenibles dentro del plan de acción de la UE) y de promoción pública (por ejemplo, el fondo de impacto social de COFIDES).
No obstante, es importante reforzar al máximo la colaboración público-privada para aumentar la oferta de capital incentivando al máximo la inversión en los FESE (Fondos de Emprendimiento Social Europeos) y las deducciones de las empresas en inversiones de carácter social (como existe en I+D+i). Para el impulso de la inversión de impacto, es fundamental profundizar en la concienciación de la voluntad transformadora del tejido empresarial, armonizar las técnicas y medición a nivel internacional para evitar fraudes como el denominado “impact washing”. Además de promover al máximo la colaboración público-privada a través de los Bonos de impacto social, focalización en las inversiones de impacto con resultados financieros atractivos, acercar las incubadoras y aceleradoras a las empresas sociales, intentar incentivar e incluso forzar a los países adherirse a GSG (Global Steering Group for Impact Investment) e intentar deshacer la idea que la inversión de impacto es filantropía (la cual también juega un papel relevante).
Según SpainNAB, los últimos datos disponibles arrojan luz sobre la situación sectorial en 2022 y es esperanzadora. El capital gestionado creció interanualmente al 58% y los 17 fondos de private equity doblaron su capital vs. 2021, alcanzando los 874 millones de euros . Estos fondos de impacto han liderado los avances en el sector, promoviendo un enfoque de transparencia e integridad. Las 16 fundaciones identificadas gestionaron 236 millones de euros en 2022, creciendo al 1%. Existen gestoras tradicionales que han lanzado vehículos especializados en inversiones de impacto social e incluso gestoras especializadas en este nicho. Por ejemplo, destaca el Grupo Santa Comba, donde aparte de inversión tradicional tienen una gestora específica de impacto (Global Social Impact Investments) e incluso una fundación focalizada en “Venture Philanthropy” en proyectos de África.
Como conclusión, la inversión de impacto demuestra que el capitalismo y la conciencia social no son incompatibles, ni mucho menos. Como dijo Sir Ronald Cohen, fundador de Apax Partners y presidente del GSG (Global Steering Group) para la inversión de impacto, es un firme valedor de que el sistema capitalista necesita una “revolución” en la que el impacto social pase a ser un criterio central en la economía de la misma forma que internet lo es en cualquier modelo de negocio desde la revolución tecnológica.
El capitalismo necesita una “revolución” donde el impacto social sea un criterio más