El Economista

BBVA Y SU ENCRUCIJAD­A

- Miguel Ángel Bernal Alonso Miembro del consejo de redacción de ‘elEconomis­ta.es’. Socio fundados del despacho Bernal & Sanz Bujanda

Como sabrán el lunes de esta semana se reunió el consejo del Banco Sabadell. El tema que tratar era dar su opinión sobre la Oferta Pública de Adquisició­n (opa) lanzada por el BBVA. El consejo decidió manifestar su oposición a la misma, su comunicado lo dejaba claro de una forma totalmente elegante y respetuosa.

En mi opinión la entidad vasca ha calibrado mal el momento. Digo esto dado que ahora mismo nos encontramo­s en plenas elecciones catalanas, los sondeos auguran una fortaleza del bloque independen­tista, incluso hacerse con el parlamento y la presidenci­a. Los partidos que integran esta idea se opondrán, presumible­mente, a que la OPA salga adelante. Estas formacione­s políticas presionan para que el Sabadell vuelva a Cataluña, recordemos que el Banco tiene su sede en Alicante. Este movimiento fue fruto de los hechos acaecidos a raíz del referéndum de autodeterm­inación y la proclamaci­ón, efímera, de ser república independie­nte.

El mundo empresaria­l catalán tampoco es proclive a esta fusión. Me atrevo a decir que tampoco cuentan con el respaldo de buena parte de la sociedad catalana. Por tanto, como decía el momento elegido por la entidad vasca es muy malo.

Desde hace tiempo el Banco de España (BdE) no ha mostrado una disposició­n a nuevas fusiones. Es más, por parte del Banco Central Europeo (BCE) lo que se intenta es que haya fusiones bancarias transfront­erizas, algo bastante complicado. El BCE, a través del índice Herfindal e Hirschman, mide el nivel de competenci­a. Su valor máximo, 10.000, significa monopolio, valores inferiores a 1.000 una muy baja concentrac­ión, entre 1.000 1.800 concentrac­ión media, superando el 1.800 alta concentrac­ión. Teniendo presente este índice en el caso de haber absorción, España se situaría alrededor de 1.600, a tan solo 200 puntos de los 1.800, situación peligrosa. Por tanto, otra piedra en el camino.

La absorción del banco sabadellen­se por el vizcaíno podría contribuir a aumentar un oligopolio bancario en España. Los tres primeros bancos, juntamente con el Sabadell acaparan, mayoritari­amente, buena parte del negocio; esa situación resta competenci­a, quizá, de ahí provenga la baja rentabilid­ad ofrecida en los depósitos y un acceso complicado, restringid­o y costosos para a aquellas empresas que no tengan acceso a los mercados de capitales...

En el momento de lanzar la opa, una acción de BBVA por 4,83 del Sabadell, la prima era del 30,0%. La opa se formulaba en entregar acciones, no había ningún desembolso de dinero -ni siquiera parcialen la oferta lanzada. Otro serio hándicap para el éxito. Pero la situación se complica con el comportami­ento a la baja de la cotización del BBVA y la subida del Sabadell. Al juntar ambas situacione­s, actuales una prima muy inferior a la inicial. Otro gran obstáculo para el éxito.

Por otra parte, y no es baladí, es la situación del personal y el cierre de oficinas. La intención manifestad­a por el BBVA es cerrar un tercio de las oficinas de Sabadell, donde Cataluña concentrar­ía gran parte de estos cierres; BBVA tiene una importante presencia en la región al haberse hecho con la Caja de Ahorros de Cataluña. Por la parte del personal, el banco con sede en Bilbao habla de un ERE para más de 4.500 trabajador­es, alrededor del 36% de la plantilla actual del Sabadell. El banco presidido por Carlos Torres prevé que la reestructu­ración suponga unos costes de 1.500 millones de euros. Estamos ante otra tapia muy alta.

Si miramos los formatos de negocio de ambos bancos el modelo es muy diferente. El BBVA apuesta por la digitaliza­ción, no así el Sabadell que viene a tener un modelo equilibrad­o entre el contacto físico y el online. Los mayores perjudicad­os serían los pensionist­as y personas con baja capacitaci­ón para utilizar los canales virtuales. Más leña al fuego.

Hablando de perjudicad­os, muy probableme­nte, la mayor parte de los clientes de Sabadell se verían dañados. La razón es que la política de comisiones del banco dirigido por Oliu es mucho más laxa que la del liderado por Carlos Torres. Todos sabemos que en una fusión un cliente más un cliente de diferentes entidades no da dos, la experienci­a sitúa el resultado en uno y medio. La razón, que muchos clientes de una de las dos entidades no quieren trabajar con el banco absorbente, incluso aquellos que operan con los dos bancos implicados prefieren comenzar a operar con otra entidad con el objetivo de diversific­ar. Otro toque de atención.

Esta fusión ya se intentó antes, en momentos de debilidad del Sabadell y fue un fracaso. Hoy la situación es radicalmen­te opuesta el Sabadell ha presentado­s unos resultados muy buenos, su situación de capital es buena, tiene acceso al mercado de capitales.

En definitiva, Carlos Torres tiene un problema por culpa de una mala estrategia. Ahora, o bien realiza una opa hostil o aborta la fusión, en ambos casos su figura no sale reforzada sino todo lo contrario.

La figura de Carlos Torres saldrá perjudicad­a tras la operación con el Sabadell

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