LA CASA DEL PUEBLO
Esta casa asturiana ha pasado de ser la cuadra en ruinas de una casona a un hogar de piedra y madera con un interior actual y lleno de luz.
ElEl Chinero, la tienda que Covadonga Plaza poseía en Oviedo, era toda una institución decorativa en Asturias. “He viajado, vendido y visto mucho”, responde humildemente cuando no podemos creer que es autodidacta y que se ha encargado, sin interiorista ni
arquitecto (solo con el constructor Antonio Peláez), de convertir una cuadra en el pueblo de Lledías que llevaba 72 años cerrada en la casa rústica llena de estilo que ahora vemos. “Estaba tan cerrada que un castaño de ramas enormes tenía invadido todo lo que ahora es el salón”, recuerda
Covadonga. Solo seis meses de obra después, los castaños centenarios son una bonita vista desde las ventanas de hierro y cristal que ella misma diseñó y el herrero de Vibaño ejecutó. “Para esta casa quería un aire moderno, ligero, no quería la típica casa de campo con vigas y colores oscuros, buscaba un interior más fresco y actual”, nos explica. Conservó hasta donde fue posible todas las estructuras tal como estaban cuando se construyó: “Toda la base de la casa, como las paredes de piedra, es original; algunas ni se tocaron ni se pintaron, de hecho se dejaron hasta los colores verdes de cuando tuvieron sus humedades, porque no queda mal. ¿Sabes que hoy en día hay papeles pintados que pretenden imitarlas?”, prosigue. También son originales las vigas de castaño de la planta baja: se conservaron por su estética, ya que las que en realidad sostienen el forjado de la planta superior son las columnas y vigas de hierro. “El suelo de la planta baja es una tarima también de castaño sin tratar y sin pulir”, nos explica Covadonga. ¿Y la cocina? En esta casa no hay, ha
Entre las paredes, encontraron monedas de 1750 que los obreros habían dejado como recuerdo
bría que pasar a la vivienda principal. Este era en realidad el pesebre de la casa rica del pueblo, la que da nombre al barrio, Sandinel. Todo el conjunto se construyó en el siglo XVIII y lo saben porque los primeros constructores dejaron entre las paredes escondidas monedas de la época (y ahora han sepultado algunos euros...).
Pero volvamos al recorrido, porque para convertir la cuadra en vivienda y actualizarla para el siglo XXI hicieron falta algunas novedades, como la chimenea de cemento y la escalera racionalista, ambas diseño de la propietaria. Subimos y aquí el suelo es de cemento pintado con pintura de barco y el te
La planta de arriba era el pajar. Las paredes se dejaron sin tratar. Pintadas de blanco son toda una postal rústica
cho, bien aislado, tiene vigas de roble. “Las paredes de arriba son de piedra pintadas directamente, sin estucar ni nada”, prosigue Covadonga. Los dormitorios, sencillos y muy cómodos, tienen vistas sobre el jardín. “En el baño, decidí poner el lavabo en medio porque queda muy bonito, así se ponían los veladores antiguamente”, explica. Y tiene razón.