SALÓN: VARIOS TIPOS DE LUZ
El salón es la estancia donde más actividades realizamos. La iluminación cálida y con varias lámparas te ayudará a hacerlo confortable
LO IDEAL ES APOSTAR POR LÁMPARAS DE PIE DE CABEZAL FLEXIBLE Y PANTALLA ESTRECHA
ILUMINA EL SALÓN SEGÚN CÓMO LO VIVES
La mejor forma de iluminar el salón es saber, de antemano, las actividades que realizarás en él (leer, ver la tele...). El salón suele ser una zona de descanso y ocio, así que es recomendable una iluminación que se pueda adaptar según la ocasión. Si quieres una iluminación agradable e indirecta apuesta por luces de 2.700ºK e incluso menos para crear un efecto más íntimo. Evita, en consecuencia, las luces potentes y blancas, tipo downlights, o leds de más de 3.000ºK.
LOS FOCOS EMPOTRADOS, LA MEJOR LUZ GENERAL
Los focos son la opción más habitual y discreta para iluminar de forma homogénea el salón. Además, al ir pegados al techo, crean mayor sensación de amplitud que una lámpara de suspensión. Sepáralos unos 140150 cm, aunque a más altura de techo, necesitarás más potencia de luz
CREA ATMÓSFERAS CON LUCES INDIRECTAS
Complementa la iluminación general con lámparas bajas. Puedes poner dos de sobremesa junto al sofá – equilibran luz y sombra– o una de pie –mejor de brazo orientable para dirigir la luz–. Si colocas focos empotrados sobre el sofá, colócalas de manera que la luz cenital no genere sombras en el rostro. Bastará con que quede unos cm por delante de este.
LA MEJOR ILUMINACIÓN PARA VER LA TELEVISIÓN
Para evitar los reflejos, ilumina el televisor desde atrás o desde los laterales. Otra opción es apostar por una iluminación general de baja intensidad –al 20%, por ejemplo–, que ‘rellene' el ambiente sin molestar. Así no fuerzas la vista con los cambios de la pantalla.
DESTACA LOS CUADROS CON UNA BUENA ILUMINACIÓN
Puedes iluminarlos con ilumina cuadros –se trata de unos apliques especiales que se colocan en paralelo al lienzo– o con focos orientables a unos 20 cm del cuadro. En este caso, hay que vigilar cómo se orientan para evitar el impacto directo con nuestros ojos y, en consecuencia, que los focos te deslumbren.