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«El centro estaba lleno de banderas con esvásticas»

Visitas turísticas guiadas recorren los lugares donde los nazis dejaron su impronta en la capital durante la década de 1940

- DANIEL J. OLLERO

Nazis en Madrid, precio: 10 euros. «Pago por adelantado en mano o a través de Bizum». Se trata de una singular visita turística que recorre uno de los episodios más desconocid­os de la historia de la capital. A diferencia de París, Ámsterdam, Praga o Budapest, donde la mención a la invasión nazi forma parte de cualquier tour, en Madrid resulta más sorprenden­te, ya que la capital de España nunca fue ocupada por el Tercer Reich. Sin embargo, entre 1940 y 1945 la presencia de esvásticas, banderas y tipos con uniformes de Hugo Boss formó parte de su paisaje urbano.

A la hora de llegar a la cita, a la altura del número 58 del paseo de la Castellana a las 11 de la mañana, un

joven de treinta y tantos años, entusiasta de la historia y ataviado con un iPad, pasa lista entre quienes se han apuntado al tour de cerca de dos horas que concluirá en Colón.

«Si paseabas por el centro entre 1943 y 1945, te encontraba­s un montón de banderas con esvásticas, aunque hoy nos parezca una cosa de locos», cuenta a GRAN MADRID el profesor de la universida­d de Maastricht, Pablo del Hierro, autor del libro Madrid, Metrópolis (Neo)Fascista.

En este sentido, el experto enumera una serie de enclaves importante­s relacionad­os con el nazismo como Horcher, restaurant­e que originaria­mente se encontraba en Berlín pero que abrió una franquicia en España como parte de la influencia expansioni­sta alemana, la sede del Deutsche Bank, la embajada del Tercer Reich –la más grande y lujosa de la capital en aquella época en el número 20 del

Paseo de la Castellana– o la Casa de Alemania, situada en la planta baja del edificio de la Secretaría General del Movimiento, en la calle Alcalá número 44, entre otros ejemplos.

Una presencia para nada casual. «Estaba todo muy cerca, en una zona que era la favorita para pasear de los madrileños, el principal pasatiempo de la posguerra, que hacía que se viera mucho Alemania y que se vieran muchas banderas nazis», resume. «Fue un trabajo muy importante de los servicios de informació­n».

Una inmensa maquinaria de propaganda en la que llegaron a estar destinadas más de 500 personas bajo el mando de Hans Lazar, que para los nazis tenía el objetivo de afianzar y consolidar la posición de sus servicios

La ruta empieza en la Castellana, dura dos horas y cuesta 10 euros

España se libró de la ocupación, pero la huella nazi era muy visible

Madrid tenía una importanci­a estratégic­a para el espionaje

de inteligenc­ia en la capital. Un juego de espías con una atmósfera digna de John le Carré que el periodista de EL MUNDO Alberto Rojas relata en su novela Sangre de Lobos.

Del Hierro también destaca la importanci­a de la labor de la Alemania nazi en Madrid en el plano político, en el que los esfuerzos de Berlín buscaban que: «el régimen de Franco se convierta en un régimen lo más parecido al nazi y que fuera complacien­te con la política exterior alemana», asegura. «Por otro lado», prosigue, la abundante legación alemana en la capital también tuvo una gran importanci­a «en el plano económico para afianzar la posición de las empresas alemanas y la industria alemana, especialme­nte en lo relativo al hierro y el wolframio», esenciales para la producción de los Panzer en la zona del Ruhr y Checoslova­quia.

Para ello, en Madrid: «los nazis empleaban sobre todo lo que en ciencia política se llama poder blando». Prueba de ello también son los eventos de carácter cultural como la exposición de Arquitectu­ra Nazi de 1942 en el Retiro que había organizado el propio Albert Speer, en el que «estaban metidos todos los servicios de informació­n e inteligenc­ia». Al final, resume del Hierro, «se busca que se imite el modelo de la ciudad alemana del Tercer Reich y afianzar la influencia cultural alemana en España y posicionar a las élites españolas de manera más receptiva hacia Berlín en competició­n con Londres o París».

A medida que avanza el recorrido por el centro de la ciudad, el guía utiliza su tableta como una ventana al pasado entre el Madrid de 2024 y el Madrid de hace 80 años: durante la década de 1940, cuando en el Colegio Alemán o en la embajada germana podía observarse un devenir de personas vestidas con trajes de Hugo Boss y botas de caña alta.

A diferencia de las grandes capitales europeas que sufrieron el yugo de la ocupación nazi, donde la impronta histórica y la barbarie de este régimen criminal forma parte de cualquier visita turística y en las que incluso existen multitud de tours específico­s, en Madrid la huella fue más sutil. Aun así, el guía ofrece una experienci­a seria, rigurosa y veraz en la que ni se ocultan, ni se blanquea al fascismo o al nazismo.

La impronta nazi en Madrid dejó también instantáne­as asombrosas:

Se celebró una corrida de toros en honor a Himler en Las Ventas

Alemania tenía 500 agentes en labores de propaganda

Skorzeny vivió como una celebridad, con oficina en Montera

una corrida de toros en honor a Himmler con un enorme cartel rojo decorado por un yugo con flechas, la efigie de un toro bravo y una enorme esvástica en cuya programaci­ón figuraban los matadores Marcial Lalanda –al que se obsequió con un retrato de Hitler–,

Rafael Ortega Gallito y Pepe Luís Vázquez. Un espectácul­o de tauromaqui­a durante el que el número 2 del Tercer Reich –que antes de jerarca nazi había sido gestor de una granja de pollos– acabó descompues­to (algunos historiado­res hablan de desmayo y otros dicen que simplement­e vomitó) y disgustado al presenciar un espectácul­o que calificó de «cruel».

Además, en el citado albero de las Ventas también se celebraron conciertos de música de la banda del ejército alemán, cuyas instantáne­as muestran un enorme despliegue de esvásticas en el palco y en la arena y durante el que los soldados se encontraba­n ataviados con uniformes de gala y sus míticos cascos Stahlhelm.

Con la derrota total de Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial,

la impresiona­nte maquinaria de propaganda nazi en Madrid cesó. Sin embargo, la capital se convirtió en refugio de muchos altos cargos alemanes, donde montaron negocios o vivieron plácidamen­te como socialités durante las décadas de los 50 y los 60 gracias a la protección estatal.

De este modo, fueron posibles escenas como la siguiente: Un hombre de 1,94 de envergadur­a y rostro sonriente se sienta alegrement­e ante un café junto a la Gran Vía de Madrid. Se trata del mismo tipo que rescató a Mussolini en 1943 por órdenes de Hitler en la Operación Roble o la Operación Greif en las Ardenas, que le valió el apodo de «el hombre más peligroso de Europa». Sin embargo, se deja fotografia­r charlando un niño que vende barquillos mientras esgrime una sonrisa que acentúa su Schmiss, una cicatriz fruto del décimo mensur –combates a cara descubiert­a– que disputó en su hermandad universita­ria en Viena, de la que siempre se sintió muy orgulloso. Su oficina en la vecina calle Montera era pública y se dejaba fotografia­r coqueteand­o en un café con Ilse Lüthje, su tercera esposa y sobrina de Hjalmar Schacht, ministro de finanzas de Hitler, o compartien­do risas con Charlton Heston durante el rodaje de una película.

Sin embargo, hay casos «mucho más sangrantes como el de Léon Degrelle», cuenta del Hierro. Condenado a muerte en Bélgica, gozó de la protección del régimen de Franco gracias a las simpatías que tenía entre jerarcas como Carrero Blanco. Tras llegar a España durante un aterrizaje forzoso en el avión de Albert Speer, fue escondido en un piso del barrio de Salamanca durante dos años por el falangista Narciso Perales y, tras una temporada en Andalucía, del Hierro cuenta que «se mudó a la calle Santa Engracia, en una casa al lado de la de Skorzeny». Unas simpatías políticas que hicieron que fueran «muy buenos amigos», llegando Degrelle a montar negocios de tintorería­s en Madrid.

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FOTOS INSÓLITAS. Izda: Desfile en la Gran Vía. Año 1943. En el centro, Otto Skorzeny y Charlton Heston durante el rodaje de ‘Julio Cesar’. Dcha: concierto militar alemán en Las Ventas.
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SERGIO GONZÁLEZ Asistentes a la visita turística por el centro de Madrid, el pasado domingo.
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PASANDO REVISTA. Heinrich Himmler ante una Centuria de Falange y de las juventudes hitleriana­s en el paseo de la Castellana de Madrid en 1940.

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