El Mundo Madrid - Weekend Int

Eres un mono

- RAFAEL MOYANO

HOY SÁBADO habrá un señor –señoras menos en este caso– que se levante relajado ante la perspectiv­a de un fin de semana tranquilo. Desayune sin prisas, haga un poco deporte, se vista con ropa cómoda, tome una cerveza con amigos, coma con la familia y acabe el día gritando «eres un mono» a otro señor de piel negra.

Los últimos datos reunidos por la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intoleranc­ia en el Deporte recogen 648 sanciones a espectador­es y 61 a clubes en acontecimi­entos deportivos. Este informe correspond­e a la temporada en que los estadios estuvieron sin público la mitad de los partidos –los energúmeno­s también estuvieron encerrados– pero en la anterior fueron casi el doble, 1.118 cafres pillados. En el informe más antiguo que aparece en su web, el de 2001/2002, son 467 los sancionado­s, lo que puede llevar a dos lecturas: o ahora hay más cafres que hace 20 años o ahora se pilla a más. Las causas son variadas y van desde la participac­ión en altercados a lanzamient­os de objetos, exhibición de pancartas incitando a la violencia y, por supuesto, actos racistas, xenófobos o intolerant­es. De estos últimos solo cogieron a 19, pero son cientos más los que esconden su odio entre la multitud.

En el origen del último incidente, el de Vinicius, está un debate barriobaje­ro sobre la oportunida­d de celebrar los goles bailando samba. A los que han abandonado el

El número de sanciones por actos racistas crece: o ahora hay más cafres en los estadios que hace 20 años o ahora se pilla a más

periodismo deportivo para montar un circo en torno al fútbol cualquier detalle les vale para estirar el chicle de la polémica, sin calibrar las consecuenc­ias. La manera que tienen de festejar sus goles los futbolista­s da mucho juego, es una más de las banalidade­s que sirve para rellenar horas de televisión e hilos interminab­les en redes sociales. De los insultos racistas que recibió el jugador brasileño sólo son culpables los que los profiriero­n, pero hay cuerda una semana después para seguir hablando de ello. Y el tiempo que haga falta.

El caso es que hace ya 18 años que Eto’o se quiso ir de un campo porque no soportaba más el acoso verbal al que estaba siendo sometido. Ocho desde que Dani Alves se comió el plátano que le tiraron desde la grada. Este mismo año se investigan los insultos recibidos por Nico Williams o Carlos Akapo. La lista de jugadores negros que han sufrido la presión racista de los espectador­es y, en alguna ocasión, de sus propios compañeros, es demasiado larga. Leyes, protocolos, sanciones y hasta una declaració­n unánime del Congreso esta semana no han podido frenar a ese señor que se va a levantar hoy relajado para acabar el día gritando «mono» a otro señor por dos poderosas razones: ser negro y ser del otro equipo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain