Cruzada para defender la Rusia de Putin
PATRIARCA KIRILL
El patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa ha instado a la población a defender a su país en la guerra de Ucrania. Como si se tratase de una cruzada, ha anunciado que así los rusos podrán «estar con Dios en su reino» y alcanzar «la vida eterna».
HACE algunas semanas, El País publicó una interesante, curiosa y reveladora información: «Fumata blanca para definir museo». Se acababa de reunir en Praga el Consejo Internacional de Museos (ICOM). A diferencia de lo ocurrido en 2019 en Kioto, esta vez, los participantes aprobaron entusiástica y mayoritariamente una nueva definición de museo que sustituye a la que regía desde la década de los 70. Informó el periodista que las discrepancias en 2019 radicaron en que la «rama francesa» estimó que la presidenta de entonces planteó una definición ideológica que constituía una afirmación de los «valores de moda». Aquella fallida propuesta consideraba que los museos eran espacios «democratizadores, inclusivos y polifónicos» que debían contribuir, entre otras loables aspiraciones, «al bienestar planetario».
Después de casi dos años de consultas, informes, discusiones y dinero, el Consejo ha resuelto que un museo es «una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta
y exhibe patrimonio material e inmaterial. Abiertos al público, accesibles, inclusivos, los museos fomentan la diversidad y la sostenibilidad. Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos». Sin duda, mejora sustancialmente la versión altermundista de 2019, que exigía ponerlos al servicio de la «justicia social» y la «igualdad mundial».
El ICOM reprodujo en miniatura disputas viejas del viejo mundo regido por códigos maoístas, pero con la disposición geoestratégica del siglo XXI. Nominalmente no existen los llamados entonces «países no alineados» –satélites comunistas
del Tercer Mundo–, pero hoy son más y dependen de China, que explota los recursos naturales de África e Hispanoamérica y a cambio les entrega a sus fogosos representantes internacionales la palabrería con la que consuman la revolución de sus patrimonios.
China tiene un filón y Occidente le presta la mercancía: chatarra semántica que no significa nada pero tiene un gran valor