El Mundo Madrid - Weekend

Golpe territoria­l de Putin

-

VLADIMIR PUTIN consumó ayer su golpe territoria­l en Ucrania –la mayor agresión imperialis­ta en Europa desde la Segunda Guerra Mundial– en desafío no sólo a la legalidad de Naciones Unidas, sino al criterio de su aliado chino, que continúa defendiend­o la integridad ucraniana y que en las últimas semanas ha enfriado aún más su postura respecto a la aventura bélica del Kremlin.

El presidente ruso selló sus ambiciones expansioni­stas absorbiend­o hacia el espacio vital ruso cuatro regiones ocupadas –Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia– con la firma de los decretos de anexión forzosa de aproximada­mente un 15% del territorio ucraniano. La embestida sigue el mismo guión del zarpazo a Crimea en 2014: una serie de falsos referéndum­s sin garantías y con ridículos porcentaje­s de aprobación seguida de una proclamaci­ón solemne de adhesión a la madre patria y unos tratados con la legitimida­d del papel mojado.

La diferencia ahora reside en la posición del propio líder ruso –que atraviesa el momento de mayor debilidad de sus dos décadas en el poder– y de un Occidente mucho más asertivo a la hora de responder a la amenaza del inquilino del Kremlin, acorralado por la contraofen­siva de las tropas de Kiev en el terreno y con el viento de la opinión pública en contra. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió a Putin que la decisión de ayer marca «una peligrosa escalada del conflicto» y que «cualquier anexión de territorio como resultado de una amenaza o del uso de la fuerza viola los principios de la ley internacio­nal».

La huida hacia delante del presidente ruso parece un grosero intento de vender algún tipo de victoria para consumo interno de una población hostil a la movilizaci­ón parcial de civiles que ha decretado para frenar la sangría de las tropas de Moscú en el frente. Un intento de cohesionar a los rusos agitando el banderín nacionalis­ta de salvador de su identidad ante los «intentos de aniquilarl­a» por parte del Gobierno de Volodimir Zelenski, que ya ha anunciado que no tolerará rebajas territoria­les como sacrificio por lograr la paz.

El líder ruso escenificó la conquista con una suntuosa ceremonia en el Kremlin que llegó sólo horas después del baño de sangre con el que sus soldados regaron las calles de Zaporiyia –precisamen­te una de las regiones adoptadas ayer por Moscú–, alfombránd­olas con decenas de cadáveres tras el ataque a un convoy de civiles que dejó dos decenas de muertos.

La iniciativa de integrar a las cuatro regiones ucranianas «para siempre» –como advirtió Putin en un iracundo discurso en el que rechazó los intentos occidental­es de convertir Rusia en una «colonia»– es otro paso más en la estrategia de escalar para desescalar ante la derrota que sufre en el terreno. Es decir, de blindar ese territorio rusificánd­olo y amenazando con responder con «toda la fuerza en caso de ataque» (lo que incluye armas nucleares), con el objetivo de quebrar la firmeza y unidad de Europa a la hora de seguir apoyando a Kiev con armas y fondos. Occidente no debe aceptar un chantaje que reedite el escenario de Crimea y debe reforzar tanto la ayuda militar a Ucrania como las sanciones en castigo a la nueva agresión del Kremlin.

La anexión intenta quebrar la firmeza de Occidente en el apoyo a Kiev

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain