UN POLITBURÓ A LA SOMBRA DEL PODEROSO LÍDER
Al oeste de Pekín, justo al lado del zoo y de un popular restaurante ruso muy frecuentado por diplomáticos, está el Centro de Exposiciones, un complejo de estilo soviético con tres salas gigantes por donde pasearon algunos líderes rusos antes de que Mao Zedong rompiera con la URSS por desavenencias en la interpretación del marxismo-leninismo. El chino defendía una actitud más beligerante frente al capitalismo, mientras que el Gobierno soviético se orientaba hacia una coexistencia pacífica. Hoy, son los rusos los que hacen la guerra y los chinos los que pregonan por la paz.
La sala más grande del Centro de Exposiciones está estos días llena de vitrinas que protegen decenas de maquetas y fotografías que cuentan los logros del gobernante Partido Comunista Chino (PCCh) durante la última década. Son 6.000 objetos que repasan los pasos dados para erradicar la pobreza extrema, para enviar un robot a la luna o para luchar contra la pandemia.
Una sobredosis de patriotismo bañado en banderas chinas, propaganda barata y patrocinado por el rostro omnipresente en la sala del presidente Xi Jinping, quien inauguró esta semana la exposición arropado por los otros seis miembros del Comité Permanente, el máximo órgano de liderazgo de China.
El paseo por la exposición fue la primera aparición pública de Xi desde que asistiera a una cumbre regional a mediados de septiembre en Uzbekistán.
Pekín se blindará para acoger a los 2.296 delegados que van a participar en el 20º Congreso del PCCh y que representarán a todas las provincias y regiones del gigante asiático, entre los que también estarán, además de los miembros del partido,
Dos semanas fuera del foco que disparó un frenesí de rumores infundados sobre un golpe de Estado en China. Todo ello salió desde una habitual fábrica de bulos que lanzan algunos disidentes chinos cobijados en Estados Unidos y que, en esta ocasión, fue amplificada por los medios de comunicación de India. Pero muchos analistas apuntan a que la ausencia en actos públicos de Xi se debió a que estaba preparando la lista con los nombres que le acompañarán
técnicos especialistas en diversos campos, desde la economía al deporte. Todos ellos participarán en un coreografiado congreso para elegir –la reorganización del partido lo suele decidir de antemano Xi y su séquito más cercano a puerta cerrada– a los más de 200 miembros del Comité Central, del que saldrá un Politburó de 25 personas y su Comité Permanente, el núcleo duro de poder, condensado actualmente en los próximos años en la cúspide de la política china.
Apenas quedan 15 días para que se abran las puertas al 20º Congreso del PCCh. Celebrado cada cinco años, es el cónclave donde bailan los cargos y donde los líderes fijan el rumbo de la política interna y externa de un país que se asoma a una desaceleración económica crónica y con las aguas a su alrededor cada vez más revueltas. El congreso este año es importante porque se espera
solo en siete dirigentes políticos. Todos ellos hombres. Todos mayores de 60 años. Todos siempre a la sombra de Xi Jinping, quien, a sus 69 años, seguirá dirigiendo el timón de la segunda potencia mundial después de eliminar en 2018 el límite de dos mandatos de cinco años, que fueron instituidos después de Mao Zedong para evitar que se formara un culto a la personalidad. / L. C.