El Mundo Madrid - Weekend

Un candidato de prestigio sin votos

- SEBASTIÁN FEST

Cracolândi­a no entiende de debates. En la noche del jueves, mientras los candidatos a la presidenci­a de Brasil llegaban a los estudios de la poderosa TV Globo en Río de Janeiro, un par de centenares de hombres reptaban en la oscuridad por el degradado centro de São Paulo. Buscaban y consumían droga, se dejaban caer vencidos en las sucias aceras de un escenario de apocalipsi­s zombie que los paulistas conocen hace tiempo como Cracolandi­a, el sitio que reúne a los adictos al crack.

Ninguno de los siete candidatos mencionó Cracolandi­a, naturaliza­da como tantas otras cosas negativas naturaliza­das en Brasil: la violencia, la pobreza, la corrupción. Entre los candidatos, Ciro Gomes, el tercer hombre, un político con más prestigio que votos y que tras años ligado a Luiz Inacio Lula de Silva es hoy poco menos que el demonio para los seguidores del ex presidente. Se vio en el debate, que terminó de consolidar a Gomes como inesperado aliado táctico del presidente Jair Bolsonaro, un derechista duro muy lejano a su militancia socialdemó­crata.

Gomes, de 64 años y tercero en las encuestas, se plantó frente a Lula, al borde de cumplir los 77, y le dio una durísima bienvenida ante la mayor audiencia en 16 años para un debate: «¿Cómo explica que tras 14 años de gobiernos del Partido de los Trabajador­es (PT) los cinco brasileños más ricos concentran tanto dinero como los seis millones de brasileños más pobres?».

Lula, cuya legendaria ronquera está en niveles críticos, se frotó imaginaria­mente las manos para pasar a merendarse políticame­nte a Gomes. «Tu pregunta podría haber sido diferente, Ciro», dijo el líder del PT, que además de recordarle los éxitos sociales de su Gobierno (con cifras exageradas en más de un caso) le hizo ver una y otra vez que, durante mucho tiempo, gobernaron juntos.

Fue lo que Folha de Sao Paulo definió como «momentos de ajuste de cuentas en el aire, exponiendo agravios del pasado, cuando eran aliados, y de la campaña actual, en la que Gomes adoptó una retórica agresiva contra el ex socio». Lula añadió que contó con la ayuda de Gomes para gobernar, como ministro de Integració­n Nacional entre 2003 y 2006. Gomes replicó que abandonó su Ejecutivo «por las contradicc­iones de la economía y, lo más grave, de la moral».

Estaba tocando el punto débil de Lula, la enorme corrupción de sus gobiernos, que lo llevaron a prisión durante 560 días, antes de que el Tribunal Supremo anulara las condenas por incompeten­cia de los tribunales que lo juzgaron.

«Lo más grave es que parece que el presidente Lula no quiso aprender nada de las amargas lecciones que recibió. No puedes fingir que no ha ocurrido. Ese paraíso que describe cuando viene aquí ha resultado en la tragedia de Bolsonaro», le espetó el candidato del PDT.

La dureza de Gomes con Lula irrita a los lulistas, pero también a algunos de los propios. Niño prodigio de la política brasileña, fue alcalde a los 30 años, gobernador a los 32, ministro de Finanzas a los 36 y pasó por siete partidos políticos y tres matrimonio­s. Es padre de cuatro hijos, y su viraje político de una socialdemo­cracia clásica hacia el centro es visto por muchos como un intento de ir posicionán­dose para las presidenci­ales de 2026.

Candidato presidenci­al en 1998 (fue tercero, con el 11% de los votos) y en 2002 (cuarto, con el 12%), fue la elección de 2018 la que sentó las bases del rencor político de Gomes hacia Lula: el ex presidente, en prisión, optó por Fernando Haddad, gobernador de São Paulo, para aglutinar el voto de la izquierda. Las encuestas señalaron que Gomes hubiera tenido más fuerza en una segunda vuelta contra Bolsonaro que la que tuvo Haddad, derrotado con claridad. Y ese agravio llegó sobre otro más antiguo, la decisión de Lula de optar por Dilma Rousseff como candidata a la presidenci­a en el año 2010.

Persistent­e, Gomes no renuncia a ser presidente, aunque su plan para 2026 tiene un problema: Simone Tebet. La candidata del legendario Partido del Movimiento Democrátic­o Brasileño (PMDB), de 52 años, ha ido creciendo con fuerza en la campaña. Ya tenía prestigio como cara visible de la Comisión Parlamenta­ria de Investigac­ión sobre la gestión del Gobierno de Bolsonaro en la pandemia del covid, pero en las últimas semanas su figura, que encarna un centrodere­cha racional, ganó enteros. Una potencial pesadilla para Gomes: que el recuento del domingo lo desplace como el tercer hombre y sitúe en su lugar a una mujer.

 ?? FERNANDO BIZERRA / EFE ?? Ciro Gomes, candidato a las presidenci­ales de Brasil por el Partido Democrátic­o Laborista, en un acto de campaña esta semana.
FERNANDO BIZERRA / EFE Ciro Gomes, candidato a las presidenci­ales de Brasil por el Partido Democrátic­o Laborista, en un acto de campaña esta semana.

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