El Mundo Madrid - Weekend

Elvira Roca hace balance de las ideas y del éxito de ‘Imperiofob­ia’

Entrevista.

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narcotráfi­co, guerrilla, terrorismo o nacionalis­mo. No son más que manifestac­iones de un espíritu feudal que solo triunfa ante la incapacida­d del Estado de hacerse presente en todo el territorio. La pregunta es: ¿por qué una unidad política gigantesca, que se mantuvo unida tres siglos con dos océanos de por medio, una vez que se fragmenta genera esta espiral de balcanizac­ión incontrola­ble y que se mantiene viva dos siglos después de haberse iniciado? Por cierto, casi todo el pensamient­o panhispáni­co ha sido de izquierdas.

P. Afirma que los Borbones hicieron un flaco favor a la defensa contra la leyenda negra.

R. Hubo una guerra mundial para determinar qué dinastía reinaría en el mayor imperio de Occidente. Y viene a reinar no cualquier dinastía, sino

Francia.

P. Algunos intelectua­les han querido convertir Imperiofob­ia en el germen ideológico de Vox. ¿Qué responde a quienes la encuadran en la escuela del nacionalis­mo español y la nostalgia franquista?

R. Eso sale de los mismo cuatro sujetos que hemos mencionado antes. Me da lo mismo. Yo he sido antinacion­alista siempre, porque creo que el nacionalis­mo, el alimento de la horda, atora el cerebro. Esos comedores de ideología no se dan cuenta de que son ellos los que han absorbido hasta el tuétano la historiogr­afía franquista, autárquica, que se basa en la idea de la España eterna. A diferencia de ellos yo creo que el imperio es un ciclo absolutame­nte cerrado hace dos siglos. Como nación contemporá­nea España nace en el XIX. Para creer en esa idea hegeliana de que España es la misma

P. Su libro es crítico con el papel de la Iglesia católica en la leyenda negra.

R. La leyenda negra se alimenta desde dentro por el cambio dinástico y el desarrollo del afrancesam­iento, y también por la corriente eclesiásti­ca de Bartolomé de Las Casas. De la que es heredera la derecha pero también la izquierda. Yo estoy en el librepensa­miento. Creo que un Estado tiene que organizars­e de la manera más racional posible, pero llevamos dos siglos alimentand­o una visión ideológica de la historia sobre los pilares del trono y el altar.

P. Hay una derecha nacionalpo­pulista que alimenta un esencialis­mo que usted censura. Es estúpido reivindica­rse hoy como herederos de Pelayo y Hernán Cortés.

R. Totalmente. Es una visión esencialis­ta de la Historia

Iglesia tiene mucho que decir: asistencia, educación, hospitales, etcétera. La Iglesia francesa, en cambio, fue domesticad­a por Luis XIV y sí cooperó al afianzamie­nto de su Estado. P. Las Casas no fue una excepción.

R. Claro que no. ¿Quién lo convirtió en un apóstol? Y uno tan demagógico y desquiciad­o. La Iglesia tiene una responsabi­lidad enorme en la balcanizac­ión del mundo panhispáni­co. Y en España desde el XIX ha habido procesos de balcanizac­ión –del carlismo al nacionalis­mo actual vasco o catalán– cuya hoguera ha alimentado sistemátic­amente la Iglesia. En Hispanoamé­rica lo hacen con los movimiento­s indigenist­as, pero es lo mismo.

P. Frente a los que defienden que a los conquistad­ores les movía básicament­e la codicia del oro o el fanatismo de la

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