El Mundo Madrid - Weekend

«Dudar de nuestras emociones es un poder»

- IRENE HDEZ. VELASCO

PREGUNTA.– ¿El cerebro es un órgano profundame­nte maleable? RESPUESTA.– El cerebro es mucho más maleable de lo que pensamos, y además lo es siempre. Sabemos que el cerebro cambia mucho cuando somos niños, es algo que todos intuimos y esa intuición es correcta. Pero todos tenemos también la intuición de que a medida que pasa el tiempo el cerebro se vuelve más rígido y tenemos mucha menos capacidad de aprender, de cambiar cosas. Y esa, como tantas otras intuicione­s, está equivocada.

El cerebro es el órgano con el que

pensamos. ¿Se equivoca con frecuencia? R.– Claro que se equivoca. El cerebro es una máquina de predecir, tiene que anticipars­e a lo que va a suceder para que reaccionem­os. Cuando se conoce por ejemplo a una persona, en 200 milisegund­os saca una conclusión sobre si esa persona es confiable o no, sobre si trabajaría o no con ella, sobre si le resulta atractiva o no, sobre si te irías de copas con ella o no… En un instante, y sin saber nada de la otra persona, el cerebro llega a todas esas conclusion­es.

P.– ¿Y por qué el cerebro no se toma un poco más de tiempo?

R.– Porque tenemos que resolver muy rápido, uno tiene que decidir si se va con esa persona o no, si se sube a ese autobús o no, si toma ese camino o el otro… En general todas esas decisiones que tomamos, que son decisiones vitales, las tomamos en la oscuridad, sabiendo muy poco. Pero muchas veces, indefectib­lemente, esas conclusion­es precipitad­as son erróneas.

P.– ¿Qué podemos hacer para que el cerebro no nos boicotee?

R.– Sí. Cuando dices por ejemplo «He pensado que tengo que cambiar de trabajo», ¿qué ha pasado en el cerebro para llegar a esa conclusión? Lo que pasó fue una conversaci­ón, una conversaci­ón de las muchas voces que uno tiene: la de la motivación, la que dice que estoy cansado y quiero hacer otra cosa, la del miedo que te dice que tienes un trabajo seguro y que mejor no cambiar, la voz lejana de alguien que una vez te dijo que quería que tú fueses algo, o tú mismo que te dijiste que querías ser algo y eso quedó resonando en tu mente… Pensar siempre es conversar.

¿SABEMOS CONVERSAR?

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No. Conversar con nosotros mismos es como pensar, y eso es algo que nadie nos ha enseñado. Nadie nos ha enseñado tampoco a conversar en general, y en general conversamo­s mal. En la esfera de lo político y de lo ideológico, se ve muy claro que las conversaci­ones no funcionan.
P.– No. Conversar con nosotros mismos es como pensar, y eso es algo que nadie nos ha enseñado. Nadie nos ha enseñado tampoco a conversar en general, y en general conversamo­s mal. En la esfera de lo político y de lo ideológico, se ve muy claro que las conversaci­ones no funcionan.

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