La sencillez abrasadora de Estopa
El dúo de Cornella colgó el ‘sold out’ en el concierto pospuesto dos años consecutivos por la pandemia. Para hoy tampoco quedan entradas
En las taquillas del Wizink Center no podian solucionar el problema de Rafa y Marta. La aplicación TicketSwap les vendió dos entradas falsas. Un puñado de gente tenía el mismo problema. «Nos han vendido papel», lamentaba Marta. Recibieron los ticket fraudulentos a través de un correo electrónico. Perdieron 40,81 euros cada uno y la posibilidad de asistir ayer al concierto de Estopa pospuesto dos años consecutivos por la pandemia.
Los hermanos Muñoz reaparecían en Madrid proyectados desde 2020. El concierto de Las Ventas volcó la ciudad hace ya más de20 años y en esta ocasión la expectación era parecida. A cubierto, en otoño y sin la impresión del debut, los hermanos reunieron a 10.000 personas ansiosas por desbrozar sus gargantas. «Iremos a cenar algo y denunciaremos. La organización no puede hacer nada. No es su culpa», asumía Rafa el fraude.
La decepción de la pareja contrastaba con el entusiasmo condensado en la pista. Abarrotadas, mezcladas, gritonas, miles de personas esperaban el chupinazo de la rumba industrial. Chillaron a la coleta Obi Wan Kenobi de José Muñoz y a los espasmos de David. Los móviles desaparecieron en las estrofas de Tu calorro. Estopa distribuía dosis del antídoto contra lo presuntuoso: ‘Fui a la orilla del río/ vi que estabas muy sola/ vi que te habías dormido’
Claro. A continuación cantaron Vino tinto. En cinco minutos refutaron las propuestas indie, el rollo viciado que arrasó tantas conciencias aquí en España. Tampoco había sujetos disfrazados. Aquel Madrid que no aparece en el radar de los guais danzaba alrededor de la hoguera, radical, partidario, entregado.
Cuando parcheábamos Pokemon para jugar en el simulador del Windows 98 quemamos el casete del primer disco. Nunca lo volvieron a igualar. El concierto, por lo tanto, osciló entre los hits y las canciones sin imán. Algunos temas que no están pegados servían para que descansara el público, tomara aire y volviera a desgañitarse. Último renglón hizo de banquillo antes de que un ejército escupido de millones de aerosoles invadiera la media luna del escenario con La raja de tu falda.
Así, dispuesto el contraste, estaba expuesto el mecanismo de Estopa. Los dos primeros trabajos funcionaron porque todavía había grasa en las cuartillas. Letras que fluían con historias. Luego construyeron algunas frases propias del reverso hacendado de Sabina, lograron un conjunto aparente, una cáscara de lo que fueron, avanzaron hacia el aburguesamiento musical mediante composiciones wonderfoulianas, ideales para serigrafiarlas sobre cristalería dickensiana. Daba igual. Está asumido. Y con la balada Te vi, te vi –‘Llévame siempre a tu vera/ reza para que no me pierda’– se encendieron mecheros.
Es probable que por esa razón estuviera Santos Bacana, el madrileño responsable Little Spain, la productora que ha levantado la iconografía cañí de C.Tangana, cantando a dedillo todos los clásicos en una de las gradas. Por supuesto, no había ningún columnista redactando cartas de admisión al backstage. Los problemas de sonido no rebajaron el jolgorio. En el acústico final cantaron una maqueta que me descargué con E-Mule. «Madre mía, Madrid. La noche que no estáis dando», dijo David como si hubieran debutado dos horas y pico antes.
de Cervantes, epicentro del festejo enmarcado en la Semana Cervantina y declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional. «Todo el contenido gira en torno a la festividad local del 9 de octubre, día que reza en la partida de bautismo del escritor, que el Ayuntamiento custodia gracias a que en su día nos fue cedida por el padre Manuel Palero, que este año recibirá un merecido homenaje», explica Javier Rodríguez Palacio, alcalde de la llamada ciudad complutense.
No se trata de un mercado de época más, sino que es uno de los eventos temáticos más importantes de Europa al reunir a cerca de 1.000 personas en su organización. De los artesanos de los puestos a pie de calle a los actores de los 27 grupos de teatro involucrados. De los cocineros que recuperan los manjares de los siglos XVI y XVII a los diseñadores y sastres de las decenas de trajes inspirados al detalle en aquellos tiempos. Sin olvidar al dibujante del cartel de la actual edición de la fiesta, Max Hierro, que ha concebido un original Don Quijote, la obra maestra de Miguel de Cervantes.
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