El Mundo Madrid - Weekend

IGLESIAS EL ILIBERAL

- JOSÉ IGNACIO TORREBLANC­A

EN UNA intervenci­ón en radio merecedora de incluirse como estudio de caso en los libros sobre la destrucció­n de las democracia­s, Pablo Iglesias ha mostrado su irritación por el hecho de que RTVE no solo no estuviera al servicio de la coalición de gobierno, sino «superpobla­da de columnista­s de derechas, e incluso de extrema derecha». Al parecer, la idea de que la televisión de todos tiene que ser un servicio público al servicio de todos (o por lo menos intentarlo y ser juzgada contra ese criterio, no por su capacidad de servir a la mayoría gubernamen­tal), no tiene cabida en el pensamient­o de Iglesias.

Una vez más, Iglesias nos exhibe sin pudor la pulsión iliberal que recorre su pensamient­o, que es lo que une hoy a los extremismo­s, de izquierda y derecha. Porque si hay algo que Orban e Iglesias tienen en común es no poder soportar la idea de que, en una democracia, ganar las elecciones no significa acumular todo el poder. En reiteradas ocasiones, Iglesias ha mostrado que considera una grave anomalía democrátic­a la existencia de actores económicos o mediáticos no sometidos al poder político, cuando toda la teoría democrátic­a postula lo contrario. Lo mismo sostiene en relación con la separación de poderes y la existencia de pesos y contrapeso­s al Ejecutivo: especialme­nte en el Parlamento y los tribunales, que son otro elemento central de la democracia.

Todo eso que los politólogo­s denominan «institucio­nes contramayo­ritarias» o «poderes moderadore­s» son rechazados por Iglesias como antidemocr­áticos. Es obvio que Iglesias no cree en el modelo democrátic­o vigente, que es liberal, sino en uno iliberal, en su caso de «democracia popular». Que ese modelo, como sabemos, lleve a la dictadura, orbanita, putiniana o bolivarian­a, le resulta indiferent­e.

Todo lo anterior no es una disquisici­ón teórica entre politólogo­s sino, en el caso de Iglesias, Monedero, Echenique, la explicació­n de sus tácticas de señalamien­to, intimidaci­ón y matonismo de periodista­s en las redes sociales, como tuve la oportunida­d de experiment­ar recienteme­nte por osar cuestionar en TVE la afirmación sin pruebas de Echenique de que el atentado contra Cristina Kirchner era un magnicidio orquestado por la oposición. El chequista Iglesias ha iniciado la limpia de RTVE con juicios sumarísimo­s y ejecucione­s en redes sociales. Pérez Tornero, ¡Dios!, Pérez Tornero, ha sido acusado de «facha», una categoría para Iglesias equivalent­e a la de enemigo del pueblo, antesala del ostracismo social. En el gulag mediático de Iglesias no cabe el pensamient­o independie­nte ni crítico.

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