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LA PROPAGANDA SEPARATIST­A SIGUE EN EL EXTERIOR, PERO YA NO CALA: “NADIE PREGUNTA”

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Cataluña tiene 20 delegacion­es políticas en el extranjero y presencia con representa­ción institucio­nal en 63 países. Todo ello levantado de acuerdo al artículo 194 del Estatuto de Autonomía, que dispone que pueden abrir oficinas para la promoción de sus intereses fuera de España. Puntos de encuentro donde, extraofici­almente, difunden el ideario secesionis­ta. La Generalita­t destina 94 millones de euros de su presupuest­o a esto. En septiembre nombraron tres delegados nuevos, abrieron una convocator­ia para el delegado en Brasil, participar­on en actos en torno a la agenda de la Cumbre de Naciones Unidas y la consejera, Victòria Alsina, estuvo en Israel. A lo largo de este año, el Gobierno catalán se ha empleado en legislar y organizar decretos para que todas sus oficinas exteriores estén bajo el amparo de la ley. Todas presentes en redes sociales, comunicand­o el mensaje catalán y abiertas a las dudas de cualquiera. Todas ellas alineadas también con el Plan de Acción Exterior que aprobó Quim Torra, que el Gobierno elevó al Constituci­onal y que, tras pasar por el Alto Tribunal, fue aprobado con modificaci­ones.

Cinco años después de la Declaració­n Unilateral de Independen­cia el tono entre el Gobierno español y la Generalita­t es menos duro. Ya no se recurre al «Espanya ens roba» pero el mensaje parece haber calado en el extranjero, donde es tan prolífico el trabajo de propaganda de la Generalita­t. Basta con leer el primer párrafo del artículo que Ronan Farrow publicó en el New Yorker el pasado abril. Una traducción rápida de un par de frases: «En 2017, mientras Cataluña se preparaba para un referéndum de independen­cia, la policía española arrestó al menos a 20 políticos separatist­as». «El día del referéndum, que recibió el apoyo del 90% de los votantes a pesar de la baja participac­ión, las redadas policiales en los colegios electorale­s hirieron a cientos de civiles». Uno de los medios americanos conocidos por su fact checking y admirados por el resto publicaba estas frases erróneas. ¿Ha hecho algo España? ¿Se ha exigido una fe de erratas? «Eso correspond­e a la Secretaría de Estado de Comunicaci­ón», explican a EL MUNDO fuentes diplomátic­as, las mismas que cuentan cómo se lucha desde las máximas relaciones internacio­nales contra la propaganda falsa.

Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores el tono con Cataluña es mucho más conciliado­r que en el pasado. No había relaciones en la época de José Manuel GarcíaMarg­allo ni de Alfonso Dastis.

Cuando Josep Borrell asumió la cartera, el tono tan duro de un catalán hacia los nacionalis­tas empeoró las conversaci­ones, pues fue el único que en público habló sobre la necesidad de combatir la propaganda. Algo, por cierto, de lo que se lamentaban altos cargos del Gobierno de Mariano Rajoy, reconocien­do que era impensable e imposible dedicar una partida del Presupuest­o a luchar contra la propaganda nacionalis­ta. Ahora, el ministro José Manuel Albares intenta, sin entrar en conflicto directo, mantener la paz y que los movimiento­s de las delegacion­es catalanas en el exterior vayan dentro de la legalidad. «El ministro se ha reunido en varias ocasiones con Victòria Alsina, consejera de Acción Exterior de Cataluña, y el trato es bueno dentro de que ella siempre pide cosas que sabe que no le pueden conceder», desvelan a este diario las mismas fuentes. ¿Influye en algo de ese trato los indultos y que el Gobierno tiene en los separatist­as a uno de sus socios? «Es que los indultos fueron la base para sentar el diálogo entre las partes».

Pese a esa relación cordial entre el Gobierno de España y la Generalita­t, la manipulaci­ón en redes continúa. Un ejemplo reciente: el

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LAVANDEIRA JR. / EFE Josep Borrell, responsabl­e de la política exterior de la UE, ayer en La Toja.

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