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LA TERCERA GUERRA DE CHECHENIA SE LIBRA EN UCRANIA

Veteranos de ese territorio arrasado por Moscú luchan al lado de Kiev contra las tropas rusas

- JAVIER ESPINOSA

Mansur es uno de esos veteranos del segundo conflicto checheno, el que se libró a partir de 1999, que Ahmed Zakayev dice que consideran que su participac­ión en el conflicto ucraniano tan sólo es una continuaci­ón de la devastador­a contienda que se libró en su tierra natal.

En aquellas fechas sólo tenía 17 años. La derrota que sufrieron los guerriller­os le reportó seis años en las cárceles rusas y el posterior exilio. En 2015 recaló en Ucrania y se unió a chechenos como Idriss –tampoco quiere dar su apellido– que ya se habían enrolado en las filas de las fuerzas locales para pelear contra el ejército ruso y sus aliados en el este del país. La cita con ambos combatient­es requiere muchas llamadas de teléfono y un encuentro súbito en medio de la noche.

Mansur dice que lleva 23 años peleando contra los rusos y admite que no tiene más formación que la militar. Él no buscaba la guerra. Fue ella quien se acercó a la aldea de Shamashki –donde vivía– en forma de militares rusos cuando no tenía sino 13 años. Los militares asesinaron a decenas de sus vecinos. A unos los quemaron vivos con lanzallama­s y a otros los asesinaron al lanzar granadas de mano contra los sótanos donde se habían refugiado. «Pensará que nos gusta la guerra pero no, estamos hartos de la guerra. Sólo queremos vivir en un país independie­nte como Ucrania, como España», precisa.

Vicecomand­ante del batallón Sheij Mansur (un nombre muy común entre los chechenos porque recuerda al mítico líder del siglo XVII que peleó contra la zarina Catalina la Grande), a Mansur no le sorprendió la arremetida rusa de febrero. Afirma que basta con recordar las palabras premonitor­ias que pronunció en 1994 el primer presidente checheno, Dzhokhar Dudayev, que advirtió que si Occidente no les ayudaba a frenar la agresión de Moscú, los próximos objetivos serían Georgia y Ucrania.

«Al permanecer en silencio mientras Rusia arrasaba Chechenia, Occidente permitió que creciera este monstruo», dice.

Tampoco le han extrañado las tropelías que ha cometido el ejército ruso en enclaves como Bucha o más recienteme­nte en la región de Járkov. «Los ucranianos tienen que sentirse afortunado­s. Más de 300.000 chechenos, incluidos 60.000 niños, fueron asesinados. Eso respecto a una población de 1,2 millones. Imagine la equivalenc­ia para una población de 43 millones (la ucraniana)», argumenta.

El batallón Sheij Mansur es una de las cuatro agrupacion­es compuestas en su mayoría por chechenos que se han integrado en el ejército ucraniano desde el inicio de la invasión rusa en febrero, que

“Al permanecer en silencio en los 90, Occidente permitió que creciera este monstruo”

“Esta es la tercera guerra de Chechenia y si la ganamos, conseguire­mos una nación independie­nte”

ha reactivado la presencia de estos combatient­es en el conflicto local como ya ocurriera a partir de 2014.

Al igual que entonces, los paramilita­res originario­s de esa región han terminado divididos entre los que luchan del lado de Kiev y los que lo hacen bajo la férula del actual hombre fuerte de Grozni, Ramdan Kadirov, un estrecho aliado del autócrata ruso, Vladimir Putin. Según Mark Youngman, un especialis­ta en la insurgenci­a chechena de la Universida­d de Portmouth (Reino Unido), la mayoría de los combatient­es que luchan en las filas de Ucrania en este instante son miembros de la «diáspora» exiliada en Europa, que ronda las 350.000 personas. De hecho, quien fundó y comandó la primera agrupación chechena que se creó en 2014 no fue otro que Issa Munayev, un guerriller­o que se desempeñó como jefe militar de Grozni durante la segunda guerra de Chechenia, terminó refugiado en Dinamarca y murió en 2015 en Ucrania.

«Son miembros de la vieja escuela, de la corriente más nacionalis­ta y no del sector yihadista», explica Youngman en una conversaci­ón telefónica.

Islam Belakiev, de 33 años, también ha llegado a Ucrania procedente de Europa. En este caso de Polonia, donde pasó 18 años después de que su madre le enviara allí para evitar que acabara enrolándos­e en las filas de la resistenci­a chechena. Activista opositor y devoto de las redes sociales, Belakiev ha terminado por convertirs­e en portavoz del batallón Mansur.

La simple mención de los miles de soldados que ha enviado Ramdan Kadirov a Ucrania suscita malestar en Mansur y Belakiev. «No son chechenos, son traidores», manifiesta el segundo.

El proyecto de la oposición armada chechena va mucho más allá del campo de batalla ucraniano, como reconoce uno de los principale­s líderes chechenos en el exterior, que ahora ejerce como primer ministro del Gobierno en el exilio, Ahmed Zakayev. En una conversaci­ón telefónica desde su residencia en Londres, donde fue acogido en 2002, Zakayev aclara que tan sólo dos días después de que se concretara la agresión rusa, sus acólitos decidieron enviar a un amplio contingent­e de voluntario­s para reforzar a los ucranianos.

«La guerra de Ucrania no sólo decidirá el futuro de ese país sino de Rusia. La sociedad chauvinist­a que ha creado Putin no le perdonaría una derrota y eso desembocar­ía en una guerra civil», asevera.

«Esta es la tercera guerra de Chechenia y si la ganamos, conseguire­mos la nación independie­nte por la que llevamos luchando tantos años», sentencia.

Sus palabras son refrendada­s por Mansur. «Nadie ha olvidado el baño de sangre. Nuestro objetivo es destruir a Putin y sus sistema».

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A. KRAVCHENKO / AP Soldados voluntario­s chechenos leales al gobierno en el exilio de Ahmed Zakayev, después de un entrenamie­nto a las afueras de Kiev (Ucrania).
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GENYA SAVILOV / AFP Miembros del batallón Sheij Mansur, en Zaporiyia.
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