EL HURACÁN IAN DA ALAS A LAS PROTESTAS
La destrucción provocada por el ciclón agita las manifestaciones pese a la brutal represión castrista
Los cubanos han regresado a las calles para protestar transcurridos 14 meses y medio de la rebelión popular del 11-J y pese a la salvaje represión orquestada desde entonces por la revolución castrista. El gran apagón nacional, junto al interminable verano de cortes eléctricos, epidemia de dengue y penurias económicas, sumaba hasta ayer tres jornadas de protestas en La Habana y en el interior de la isla, con los consiguientes cortes de internet (al menos ocho horas durante la primera jornada, según Proyecto Inventario) ordenados por el gobierno para impedir que la rebelión vaya a mayores.
Los reportes en redes sociales, pese a la censura gubernamental, y el recuento realizado por distintas organizaciones disidentes y opositores han medido la dimensión de la protesta intermitente, que según sus cálculos se ha extendido por todos los municipios de la capital y por la mayoría de las provincias de Artemisa y Mayabeque, según confirmaron a EL MUNDO. Junto a las caminatas nocturnas, cacerolas en mano y mucha indignación, han aparecido nuevas formas de protesta, como los cortes de tráfico en carreteras tan importantes como la famosa Ocho Vías.
«¡La Habana está en la calle! Respeten los derechos humanos de las cubanas y los cubanos. ¡Libertad!», clamó a través de sus redes sociales el Movimiento San Isidro, cuyo líder, el artista Luis Manuel Otero Alcántara, permanece encarcelado desde el 11-J del año pasado, condenado a cinco años de prisión por acudir a la protesta pacífica. «Creo que lo que está sucediendo confirma el nuevo escenario en Cuba de normalización de la protesta social frente al Estado y al gobierno. En ese sentido es la prolongación del 11-J y la marca de agua del divorcio entre el régimen y la ciudadanía», advirtió para EL MUNDO Manuel Cuesta Morúa, líder del Arco Iris Progresista y vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática.
Junto a la canción del verano («¡Ponme la corriente, pinga!»), convertida en una especie de himno durante los apagones, los cubanos también han gritado por la libertad que no tienen, ante el hastío de su vida diaria, que entre otras cosas ya ha provocado el mayor éxodo de la historia cubana: más de 200.000 personas han huido de la isla en los últimos meses.
«Todo no se va a resolver de golpe, pero todo se irá atendiendo y nadie va a quedar desamparado», repitió el presidente, Miguel DíazCanel, como si se tratara de un dogma de fe en su visita a Mayabeque, una de las zonas más afectadas por el paso de Ian. A la destrucción provocada por el huracán se unió el obsoleto sistema eléctrico nacional, que anoche a última hora volvía a la normalidad en el 94% de los hogares de La Habana. «Hay evidencia sólida de que el régimen cortó internet de forma generalizada durante la protesta, lo cual viola los derechos humanos», denunció Juan Pappier, de Human Rights Watch. En los documentos audiovisuales ciudadanos también se ve el despliegue de la Seguridad del Estado y de las temidas Brigadas de Respuesta Rápida.