DE LA CÁRCEL POR CORRUPCIÓN A SU RENACER POLÍTICO
LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA CANDIDATO POR EL PT
A Luiz Inácio Lula da Silva ya no le queda voz. Su legendaria ronquera ha tomado en las últimas semanas la aspereza propia de una lija, y cualquier observador desprevenido se preguntaría cómo, a días de cumplir 77 años y golpeado por una vida nada complaciente, ese hombre se propone presidir por tercera vez Brasil.
Esa pregunta implica, en parte, no conocer la historia de Lula, que nació en el empobrecido noreste del país, en una casa de adobe de apenas dos habitaciones en la que sus nueve ocupantes se turnaban en un colchón. Los demás se las arreglaban en el suelo. Su padre lo abandonó cuando tenía dos semanas de vida para formar una familia paralela, en 1964 perdió un dedo de la mano izquierda trabajando como tornero, su primera esposa murió en 1971 de hepatitis, y con ella se fue el hijo que estaba gestando. Superó un cáncer de laringe hace una década, su segunda esposa murió en 2017, pasó casi dos años en la cárcel entre 2018 y 2019.
¿Volver a la Presidencia en vez de retirarse a descansar con Rosangela Janja Da Silva, su tercera esposa, 21 años menor que él? «Claro que sí», dijo Lula en mayo en una entrevista con la revista Time. «En realidad, nunca me rendí. La política vive en cada célula de mi cuerpo, en mi sangre, en mi cabeza. Porque la cuestión no es la política en sí, sino la causa que te lleva a la política. Y yo tengo una causa».
Jair Bolsonaro, que no se cansa de presentarlo como «el ex presidiario», podría decir que las causas que tiene Lula son de corrupción.
Y sería cierto, porque el escándalo de Lava Jato lo llevó a pasar 580 días en la cárcel antes de que el Tribunal Supremo declarara inválida la sentencia por incompetencia del juzgado que lo condenó. Pero sería una visión parcial también, porque Lula es esencialmente el primer líder sindical
en la historia de Brasil en llegar a la Presidencia.
Diputado del Partido de los Trabajadores (PT) en 1986, perdió tres elecciones presidenciales consecutivas (1989, 1994 y 1998) antes de ganar las de 2002 y 2006.
Lula es, sobre todas las cosas, un profundo pragmático. Su política económica estuvo lejos de las ensoñaciones estatistas los Kirchner.
A nivel regional, Lula buscará reeditar aquel liderazgo latinoamericano que intentó encarnar entre 2003 y 2011. «Entre los Estados Unidos de Biden y la China de Xi, Brasil estará más cerca de América Latina y del Caribe, esa es nuestra política»,