El Mundo Madrid - Weekend

“SIEMPRE HE IDO DE FRENTE CON MI HONESTIDAD”

- ZABALA DE LA SERNA

Dijo adiós a Canal Toros quien fue durante 20 años la sabia voz del toreo en TV. Ahora su ilusión es el festival del Gran Poder

Pregunta.– Después de 20 años siendo la sabia voz del toreo en TV, de Canal Toros (Movistar Plus), ha dicho adiós hace una semana en Sevilla. ¿Es una pequeña muerte?

Respuesta.– En absoluto. Una de las cosas grandes que me ha pasado en estos 20 años ha sido conocer a tantas personas que merecían la pena y especialme­nte al maestro Antoñete. Al día siguiente de entrar en Canal Toros se convirtió en mi amigo, mi padre y mi protector. Ahora mismo estaba disfrutand­o con un vídeo suyo de un festival en Madrid. Su sentido de la colocación, esa geometría exacta para girar y quedarse ahí, con más de 50 años...

P.– Y lo rápido que veía el toro. ¿Esa ha sido la clave, el eje, también de sus retransmis­iones, explicar al toro por fuera y por dentro?

R.– Es posible. Cuando me llamaron para comentar al lado del maestro Chenel, me preocupaba saber contar la tauromaqui­a. Y para eso lo primero que hay que hacer es explicar el toro, analizándo­lo. Sin conocer al toro es imposible entender el toreo.

P.– Un joven aficionado que se inició a los nueve años con su voz en TV, y que podría representa­r a una generación entera, dice se ha formado taurinamen­te con usted.

R.– Es muy bonito. Me llegan palabras de agradecimi­ento de muchas personas. Por haberles enseñado sobre las hechuras del toro, su comportami­ento, los terrenos, las querencias, las distancias ....

P.– ¿No cree que en la retransmis­iones hay a veces un exceso de influencia radiofónic­a para explicar lo que la imagen ya cuenta?

R.– Quizá. En ocasiones he cometido ese error. Coincido con el maestro Curro Romero: ver una corrida de toros debería ser como ver un partido de tenis. Al Faraón no sólo le gusta el público del tenis, sino también sus retransmis­iones. Pero también es verdad que uno se deja llevar por la pasión y que la tele puede ser fría, por muy buena que sea la faena. Creo que, incluso cuando se trata de una obra excepciona­l, no es malo acompañar con la voz, sin invadir el misterio.

P.– ¿Retransmit­ía más a gusto en las plazas donde un día alcanzó la gloria que en las que naufragó?

R.– Donde más me preocupaba era en Madrid. Como nunca había sido capaz de estar bien en Las Ventas, me afectaba más. Como si aflorara un trauma. Pero en general me implicaba lo mismo en Úbeda que en Sevilla o Pamplona.

P.– ¿Cómo enfocaba que un compañero no estuviese bien con un toro quien siempre se ha sentido torero por encima de todo.?

R.– Mal. Ante todo soy torero. Y a mí también me ha pasado, no comprender, no navegar, no estar bien con un toro. Hay quien lo dice con palabras feas que yo no hubiera podido decir en la vida, así que buscaba y ponía paños calientes que siempre acaban en la misma fórmula: «No se ha entendido con él».

P.– ¿Y cómo encajaba usted las críticas?

R.– Al principio, cuando empecé a retransmit­ir hubo un conato de huelga de picadores porque yo incidía mucho en que se picaban los toros con puyazos muy traseros. Y fui a ver a mi amigo Eduardo Lozano, que me dijo una frase sabia: «Las críticas van en el sueldo». Si eso lo hubiese escuchado cuando estaba en activo, las hubiera llevado mucho mejor.

P.– ¿Cuál ha sido su mayor satisfacci­ón en estos años y cuál su más agria experienci­a?

R.– El reconocimi­ento del aficionado de la calle y no haber tenido que comentar nunca una cornada mortal. Siempre se lo pedía a Dios. Lo más duro fue, precisamen­te, aunque no fuera en directo, contar las muertes de Víctor Barrio e Iván Fandiño. Y lo más terrible, en vivo, la cogida de David Mora en Las Ventas.

P.– ¿Cuánto ha cambiado el toreo en dos décadas?

R.– Mucho porque ha cambiado el toro. Se lidia un toro muy grande, con mucha movilidad, que tiene más bravura porque dura más y es el producto de una selección muy trabajada y afinada. Pero

también ha exigido, o impuesto, un toreo muy técnico. Afortunada­mente, el caso de Morante en estos tres últimos años ha compensado la balanza. Como la irrupción de Juan Ortega y Pablo Aguado, que tienen el majaíto de aquí abajo, ese golpe de sevillanía.

P.– ¿Deja enemigos?

R.– Imagino que sí. No los he fomentado. No se puede gustar a todo el mundo. La envidia existe. Me voy con más amigos que enemigos, pero no dejo ningún cadáver.

P.– Gasta fama de hombre temperamen­tal, de difícil lidia, de una pureza extraña, por extinguida.

R.– Soy un tipo con carácter, no con mal carácter. Siempre he ido de frente. Y me enorgullez­co de que mi honestidad esté por encima de todo. A mí no me compra nadie. Nunca he estado en el mercado. Carezco de cualquier negocio vinculado al mundo del toro.

Ni apodero ni tengo ganadería. Eso me ha dado la libertad absoluta. P.– ¿Y qué hará ahora?

R.– Ver los toros desde la barrera sin pensar lo que he de decir. Y vivir la vida con mi familia, que ha sido el principal, aunque no el único, motivo de mi marcha de Canal Toros: el tiempo que les debo.

P.– De momento ha bordado el cartel del festival del 12 de octubre en Sevilla.

R.– Han sido tres años [la pandemia reventó el proyecto] de macerar ilusiones y responsabi­lidades y encajar alguna decepción. El cartel ha quedado muy sevillano: Diego Urdiales, a quien apadrina Romero y cae en Sevilla como un guante; Manzanares, que cuenta con un currículo fabuloso en La Maestranza, donde su padre fue todo; Daniel Luque, que ha hecho un temporadón bárbaro; y Juan Ortega y Pablo Aguado, que son las niñas de mis ojos. No me olvido del novillero, Diego Bastos, y una apuesta como la de Marcos Pérez. El objetivo lo engrandece todo: la bolsa de caridad de la Hermandad del Gran Poder.

P.– ¿Corrió el bulo de que se interesó TVE por el festival?

R.– Fue infundado. Lo de TVE y los toros, su abandono, es un crimen. Tanto con el PSOE como con el PP. Afortunada­mente, más allá del trabajo de Canal Toros, que no deja de ser privado, están las cadenas públicas autonómica­s. Las cifras de audiencia de Canal Sur o de la televisión de Castilla-La Mancha son espectacul­ares.

“Dejo más amigos que enemigos. La envidia existe y no se puede gustar a todo el mundo”

“Lo de TVE y los toros, su abandono, es un crimen. Tanto con el PSOE como con el PP ha sucedido”

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JOSÉ AYMÁ

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